Junior Álvarez reconecta con su hijo Alejandro en el momento más crucial de su vida
Para el actor resulta una bendición poder disfrutar con el mayor de sus dos hijos otro Día de los Padres. Con su hija hará lo propio desde la distancia.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Alejandro, el mayor de los dos hijos del actor Junior Álvarez, creció escuchando a su padre decir que es uno de los mejores intérpretes de Puerto Rico. De niño y durante la adolescencia para él eso no era más que un, “ok, whatever”.
La valoración al trabajo artístico de su padre llegó ahora en la adultez, cuando han vuelto a afianzar lazos en la relación de padre e hijo, luego que Lalo (como lo llama Junior) decidió mudarse a la Isla.
“Crecí viniendo para acá (desde su natal Venezuela), yendo al mediodía (a la televisión), a las obras de arte, me crié en ese mundo, y luego de haberme involucrado en la producción y también haber trabajado en el medio (artístico) de alguna manera, cuando vine para acá y lo vi en una obra que estaba haciendo, y de verdad que lo observé y me viví la obra, me di cuenta; ‘¡Coño, sí es uno de los mejores!’”, confiesa el hijo, de 33 años. “Creo que de ahí en adelante todo tuvo un poco de más sentido, porque entendí esa misma pasión”.
Es, precisamente, la pasión con que Junior Álvarez asume cada reto personal y profesional lo más que su hijo ha procurado seguir como modelo, además de la defensa de sus convicciones. El tono de voz es otro punto de encuentro entre ellos.
Alejandro se mudó a Puerto Rico y de inmediato produjo un proyecto con su papá, My Dad and I. En ese proceso y a medida que pasaban los meses, estaba notando que algo no marchaba bien en la salud de su padre, pero ninguno imaginó la gravedad de la situación cardiovascular del artista, quien además sufría (sin saberlo) de apnea del sueño y hace unos años tuvo un leve ataque isquémico transitorio (TIA, siglas en inglés) y parálisis facial. En ambas ocasiones creyó perder la vida, pero no siguió el cuidado médico indicado.
“Ya llevaba siete meses viviendo en Puerto Rico, fue como un llamado que sentí de venir para acá. Grabamos un show, precisamente, de sanar esas relaciones entre padre e hijo. Entonces no es casualidad que ya estaba aquí y estábamos compartiendo”, manifiesta el productor de contenido audiovisual, de 33 años. “Ya veía que estaba respirando fuerte, que se estaba cansando, entonces, sí notaba algo en él”.
La actriz Magdaly Cruz, compañera de vida de Junior hace 23 años, fue quien vivió con él los dos momentos en los que el corazón se le paralizó y, afortunadamente, ya tenía el chaleco desfibrilador, por lo que pudo recuperar el ritmo cardiaco. En medio de la primera crisis, ocurrida en la sala del hogar en Cupey, ella llamó al hijo, quien a su vez llamó a su hermana Gabriela, residente en Estados Unidos.
“Magdaly los llamó el día que me dió el patatú, pero ellos pensaron igual que yo, que estaba bien. Yo sabía que había algo que estaba fuera de lo usual, porque por lo regular como he estado sobrepeso durante tanto tiempo, siempre le achacaba las cosas a que estoy gordo, pues hago ejercicios y dieta, pero en esta ocasión llevaba como dos años que me venía sintiendo cansado, pero no tenía la consciencia de que hay algo más”, relata el actor con buen semblante, enérgico en su lenguaje verbal y corporal, más delgado (ha rebajado 35 libras), y a la vez muy consciente del nuevo ritmo de vida que está obligado a llevar.
Alejandro, de golpe, reconoció la gravedad de lo que estaba pasando y no niega que sintió temor por lo que iba a enfrentar. “Cuando iba camino al hospital, yo dije, ‘aquí fue’, no sabía si lo volvía a ver, así que ahora cada vez que lo veo, pienso, ‘coño, qué suerte poderlo tener otra vez, otro día más’ ”.
Dijo ser “afortunado de tener otro Día de los Padres con él”, mientras que Junior (de 62 años) lo observa como un “logro y una bendición bien brutal”.
En el primer episodio del proyecto My Dad and I, Alejandro marca la ruta inicial hacia la reconexión con su padre, quien se divorció de su madre cuando era preadolescente. Mantenían comunicación y se veían con frecuencia, pero la distancia física entre ellos -Alejandro vivía en Venezuela, luego en Estados Unidos- , aún no les permitía conocerse y reconocerse en la etapa de vida en que se encuentran. Tanto Junior como Alejandro confiesan en el documental que había unas conversaciones pendientes entre ellos.
Ahora, cuando el otrora actor de telenovelas comienza a recuperar su salud, anticipa que parte de sus próximos proyectos será promover la comunicación y las relaciones saludables de los hombres, tanto con sus parejas, como con sus hijos, y demás personas en su entorno.
“Es superimportante que nosotros aprendamos a comunicarnos, aprendamos a hablar, que adquiramos las herramientas y que perdamos el miedo a pedir ayuda, aprender que eso no es una debilidad, y creo que eso es uno de los mensajes que quiero llevar dentro de esta segunda oportunidad de vida”, dijo, quien en los próximes meses publicará el libro Deconstruyendo un boricua bestial.
“Lo que tú tienes mata a la gente en dos minutos. Se le llama muerte súbita esa cosa que te está pasando en el corazón, así que necesitas ahora mismo un chaleco desfibrilador, por si te da un yeyo, eso te pueda ayudar. Palabras de santo”
-Junior Álvarez, recuerda que le dijo el doctor Héctor Banch Viñas cuando vió sus primeros análisis médicos
Junior también tuvo una estrecha relación con su padre. De él aprendió el amor al trabajo, el respeto a la mujer y el gusto por el monte, la naturaleza. Fueron costumbres y valores que, igualmente, procuró inculcarle también a sus hijos.
“La famosa excursión pa’l río con el caldero de arroz, eso me lo disfrutaba muchísimo, y yo eso sí traté de imitarlo con ellos cada vez que venían. Acá con Magdaly siempre le preparaba una agenda y siempre incluía El Yunque, eso no podía fallar, y el Parque de las Palomas, porque la nena le tenía terror al principio, pero no podía dejar de llevarla”, recuerda.
Son esos mismos rincones -y muchos otros nuevos- los que pretenden recorrer padre e hijo en su viaje de reconexión. Ese plan está en pausa mientras Junior recupera al menos el 50% de su capacidad cardiovascular.
Al momento de salir del hospital el pasado mayo, su capacidad estaba en 20% y había ingresado con un 15%. El estado actual lo conocerá después de unas pruebas que le realizarán el 1 de julio. “Me hacen otro ecocardiograma y me dicen en qué porcentaje estoy”, detalla.
“No sé si el corazón se sienta igual que yo”, comentó con el buen el humor que lo define, muestra de que va recuperando en lo físico como en lo anímico.