El Departamento de la Policía de Glendale, Arizona, dio a conocer ayer, jueves, el informe final sobre la muerte de Glendaly Vigoreaux, ocurrida el pasado 15 de julio, y confirmó que ésta cometió suicidio al realizarse un disparo en la boca.

Hasta el momento este detalle no había sido revelado, como tampoco el que la hija del fenecido productor puertorriqueño Luis Vigoreaux y de la actriz Lydia Echevarría hubiese dejado una nota de despedida. De hecho, las primeras informaciones emitidas por la policía de Arizona apuntaban a que Glendaly no había dejado ningún mensaje.

“Doctores y familiares, desconéctenme de cualquier tipo de sistema que pudiera extender mi vida en caso de que quede en estado de coma”, leía la nota que la empresaria y experta en sistemas de computación dejó escrita en una libreta de argollas encima de la computadora laptop, que utilizaba para trabajar desde la sala de su hogar. Debajo de esta oración aparecían sus iniciales y la fecha “7-15-08”.

Estos detalles fueron ofrecidos en el informe realizado por el detective Travis M. Darby junto a un grupo de investigadores y agentes que se personaron a la residencia de Vigoreaux y su esposo Paul Hacker, en el 5152 de West Frier Drive tras recibir la llamada realizada por este último.

Este reporte igualmente explica que el cuerpo de Glendaly fue hallado en el baño de la habitación principal de la residencia donde ella vivía con su esposo, quien la encontró sin vida, la mañana del 15 de julio, tras haber salido a las 7:30 de la mañana de ese día y haber regresado cerca de las 9:10 a.m.

Fue Hacker quien dio el aviso a la policía al descubrir el cadáver de Vigoreaux.

En otros detalles, el informe señala que Hacker le explicó a la policía que Glendaly había renunciado a su empleo sorpresivamente el primero de julio. En ese momento renunció vía telefónica a la firma Roundpeg y luego completó el proceso de renuncia el 8 de julio, detalló.

Paul explicó a las autoridades que le extrañó esta conducta de su esposa, pues no le había consultado que pensaba abandonar su trabajo. Hacker, por su parte, se encontraba desempleado y, de hecho, la mañana cuando Glendaly se privó de la vida, él había salido a una entrevista de trabajo.

Por otra parte, en su informe el detective Darby comenta que Hacker reconoció que había tardado mucho en llamar a la policía (48 minutos, si se compara la hora cuando la policía recibió su llamada, a las 9:58 a.m., y la hora cuando dice que encontró el cuerpo de Glendaly, a las 9:10 a.m.). Aun así Hacker explicó que cuando la vio comprendió que su esposa ya estaba muerta.

Hacker le explicó al detective Darby que el arma con la que se disparó Glendaly era de su propiedad, una pistola Walther calibre .380, que guardaba en la mesa de noche dentro de una vaqueta y con un magacín vacío. Al lado de la vaqueta había otro magacín con cinco balas.

Entre las piernas del cuerpo de Glendaly se encontró un casquillo que coincidía con las balas del arma de Hacker. Darby subrayó que el cuerpo de Vigoreaux no mostraba señales de violencia y que en el hogar del matrimonio todo parecía en orden.

Hacker asimismo le comentó al detective que Glendaly llevaba seis meses sufriendo de problemas de ansiedad e insomnio, pero que no tomaba los medicamentos que se le habían recetado para esta situación.

Por otra parte, el agente Dean Hagen menciona en su informe que estando en la cocina de la residencia junto al oficial Labovick, Paul Hacker se les acercó para preguntarles: “¿Esto les parece un suicidio, verdad?” A lo que Hagen le advirtió que esto sería determinado por los investigadores.

No niega conflicto

Lydia Echevarría ratificó que su “momento de dolor” le exige privacidad, máxime ahora que se desvaneció la amistad que guardaba con Paul Hacker.

“Mi hija está descansando en paz. Yo no voy a desmentir ni aclarar más informaciones, no voy a contestar más preguntas. Yo sigo acá viviendo mi momento de dolor, que ya me ha drenado todas las palabras. Lo que querían saber ya se sabe. Vuelvan a leer lo que ya dije si es lo que quieren. No hay más. Exijo tranquilidad”, afirmó desde Glendale, Arizona, a PRIMERA HORA, antes de que se diera a conocer el informe policiaco.

Este diario intentó infructuosamente comunicarse con la artista tras recibir el reporte.

Lydia Echevarría no negó que Paul Hacker, el viudo de Glendaly, la haya echado de su residencia a ella y a sus otros hijos, Vanessa Vigoreaux Echevarría y Luis Alberto Cruz Echevarría.

Sin embargo, cuando se le cuestionó si los sucesos ocurrieron de manera violenta, dijo: “¡Qué violencia ni qué violencia!”.

A preguntas sobre si tenía acceso a las pertenencias y cenizas de Glendaly, quien fue cremada el miércoles por la mañana, reaccionó con sollozos, negándose a contestar directamente.

“Yo estoy en paz, estoy con ella en mi corazón. Eso es lo que importa. Estoy con mis dos hijos, que me cuidan, que me quieren y me dan su apoyo. Si me pasa algo, los tengo a ellos; si no, también. No hay nada más que preguntar ni nada más que decir”, reiteró recuperando la serenidad.