Giselle Blondet recibe los 60 años llena de ilusiones y con mucho amor propio
La artista abraza esta nueva etapa con la determinación de seguir brillando en cada faceta de su vida.
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Convertirse en actriz no pasó por su mente en su infancia. Recrear personajes delante de familiares, amigos y vecinos era solo parte de un juego.
El mundo del arte encontró a la puertorriqueña Giselle Blondet de muchas maneras. La música acaparó su atención con lecciones de piano y clarinete en su adolescencia, etapa en la que el amor por las artes escénicas no tardó en llegar.
Sus páginas acaparan numerosas facetas en lo profesional: actriz, presentadora, autora, coach de vida y autoestima, empresaria. Todas las mira con orgullo, en especial al repasar 45 años de trayectoria en la industria del entretenimiento.
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“Me siento bien agradecida. Siempre tiene que ser la primera palabra porque son tantos años”, confesó la artista en entrevista telefónica desde Miami, Florida. “Pero yo misma me sorprendo porque, sinceramente, yo creo que tengo esa alma que siempre está pensando ‘¿qué es lo próximo?’. Siempre va hacia adelante”, añadió la famosa presentadora, quien hoy cumple sus 60 años de edad.
Abrazar las oportunidades le ha derivado numerosos aprendizajes. “Cuando me siento y miro todo lo que he recorrido, recuerdo lo importante que es atreverse a hacer las cosas, arriesgarse, porque si no me hubiera arriesgado, si no hubiera dicho ‘a ver qué pasa, porque por alguna razón está esta oportunidad aquí’, no hubiera podido lograr todas estas cosas. Ahora que han pasado 45 años, eso también me sirve para recordarme lo fuerte que soy”, añadió la madre de Gabriella, Andrea Iglesias y Harold Emmanuel mientras resaltaba su agradecimiento por el apoyo del público.
Aprender, reinventarse y evitar enfocarse en la adversidad ha sido clave para sus logros en cada ámbito de su vida. “Los años van pasando, la vida personal de uno, y lógicamente, uno pasa por altas y bajas, por circunstancias que la vida te presenta, diferentes cosas que te ponen un poquito más vulnerable”, sostuvo Alba Giselle Blondet Gómez, quien nació en Nueva York y, a sus 3 años, se mudó a San Juan, Puerto Rico.
¿Cómo recibes la experiencia de cumplir 60 años?
“Si los 50 me asustaron, ¡imagínate los 60! (Ríe) La diferencia es que cuando yo iba a cumplir 50 yo pensaba que a mi carrera le quedaban cinco años, porque yo decía ‘50 años en una industria como esta, que siempre ha sido reconocida por ser tan cruel con la edad, sobre todo con nosotras las mujeres, no tanto en los hombres, que las oportunidades para una mujer que cumple ya los 40, de hecho, en esta industria, va mermando. Pero yo pensaba, ‘bueno, ¿qué va a pasar?’. Pero uno se da cuenta que tiene que ver mucho con la actitud de uno, con el deseo que uno tenga de que, si no hay oportunidades, crearlas. Y todos esos miedos que yo tenía, ninguna de esas cosas pasó. Llegó el día de mi cumpleaños, me desperté, y ni tenía más canas, ni más arrugas. Ahí empezó mi aventura”.
Escribir su libro Tengo 50 ¿y qué? fue uno de los resultados de su deseo de ser portavoz sobre no dejarse intimidar por un número. En el camino, llegaron muchos momentos especiales. Creó su podcast Lo que no se habla. Llegó la oportunidad de ser una de las moderadoras de La mesa caliente, y se desempeñó como jurado en el notorio reality Nuestra Belleza Latina, entre tantos logros. Además, se convirtió en abuela de Sophia y Olivia (de su hija Gabriella) y de Liam Gabriel (Andrea). Para este cumpleaños, acoge la misma enseñanza.
“Me doy cuenta que asusta el número, asusta la idea que todo el mundo siempre tiene o ha tenido sobre los 60 años, pero por otro lado me doy cuenta de que todo esto va a depender de mí. Es cuestión de actitud y de decisión. La verdad que uno decide. Yo sé que hay personas que piensan ‘claro, eso es fácil para ti decidirlo, yo que he vivido esto, que he vivido lo otro’. Entiendo todo eso porque todos vivimos diferentes circunstancias, unas son más fáciles, otras son más difíciles, pero la verdad es que está en uno el poder sobrepasar todos esos temores, todas esas situaciones y sobre todo, todas esas opiniones que tienen otras personas. Entonces yo digo ‘¿60?, olvídate, este es el momento en que yo puedo demostrar que sí se pueden seguir logrando cosas en todos los aspectos de tu vida”.
Lejos de sospechar que el curso de la vida le abriría las puertas en la actuación, en su niñez imitar personajes era solo un pasatiempo. “Nunca pensé que iba a estar en el medio artístico, pero desde niña cuando venían ver a las amistades de mi mamá a la casa, no hacían nada más que llegar, y yo empezaba a imitar a los artistas que me gustaban de aquella época, Iris Chacón, Yolandita Monge”.
“Gigi”, como cariñosamente la llaman sus allegados, repasó con agradecimiento cómo las oportunidades en este campo fueron asomándose a nivel profesional en plena adolescencia, en la década de los ochenta. A los 14 realizó la obra teatral Pluff el fantasmita, oportunidad que llegó a través del actor venezolano Luis Abreu.
“Esa obra me la ofrecieron porque yo estaba visitando los estudios (Telemundo) con dos amiguitos, por curiosidad. Ahí fue que me encontré con este actor que se llama Luis Abreu, que en paz descanse, y estaba buscando una niña para esa obra de teatro. Mis amigos dijeron que yo era actriz, y un tiempo después, yo estaba en mi salón de clases, y una compañera que estaba haciendo un extra en una novela me dijo que él quería hablar conmigo por algo de una obra, y yo le dije a mi mamá y ellos hablaron”.
La puesta en escena la dirigió a su primer papel en televisión, que logró a sus 15. “Gracias a esa obra de teatro yo fui a grabar una promoción en Telemundo. Estaban haciendo una novela y a la hora de la comida utilizaron los sets para grabar la promoción de la obra. Martín Clutet, el director de la novela, me vio y me ofreció estar en esa novela. Yo casi me desmayo, y le dije que no porque yo pensaba que no me iban a dar permiso”. Sin embargo, con la aprobación de su mamá, realizó un casting y obtuvo su papel de “Virginia” en la telenovela Ariana.
“Estaba en silla de ruedas”, recordó sobre el personaje que junto con el actor Junior Álvarez formaba una pareja romántica.
Eras una adolescente. ¿Qué te impresionaba de ese mundo?
“Me impactó inevitablemente porque yo era una niña en un mundo de adultos. Pero conscientemente o inconscientemente, yo iba a hacer mi trabajo. Siempre fui disciplinada. Me gustaba lo que estaba haciendo. Era trabajo, pero también jugaba. Yo patinaba por los pasillos del canal. Ponía a todo el mundo a jugar al esconder, a los actores. Rafael José me ayudaba a hacer las tareas, las asignaciones, porque yo llegaba de la escuela directo al estudio”.
¿Sientes que te quedaste sin vivir experiencias de la adolescencia?
“Me pasaron cosas normales dentro de un trabajo, quizás con adultos en esta industria, que yo a veces no entendía, o comentarios o cosas que a lo mejor me podían herir. No recuerdo exactamente y la verdad no vale la pena mencionar esos detalles así tan puntuales. Lo que importa es que yo era una niña. Entonces todas esas cosas me hicieron de alguna manera crecer más rápido, y no entendía al principio por qué hay cosas que uno ve, sobre todo yo que venía de una crianza donde mi mamá siempre fue súper sobreprotectora. Yo era realmente bastante inocente, porque era una niña que a mí no me dejaban quedarme en casa de nadie, ni ir a fiestas”.
La verdadera Eva, Modelos S.A, Viernes social, El ídolo y De qué color es el amor son solo algunas de la extensa lista de producciones en la que se desempeñó durante los 80 y parte de los 90.
¿Qué sentías al verte en televisión?
“Mi carrera fue evolucionando y, honestamente, yo no me di cuenta porque yo no estaba pendiente a mi crédito en la novela, a que sea la coprotagonista, o la protagonista. Yo no estaba pendiente de nada eso. Todo fue surgiendo de manera natural. Me ofrecieron mi primer papel protagónico, pero a mí me sorprendió. En ese sentido, como dicen, flui. Trabajé. Disfruté mi trabajo, pero mi adolescencia la viví ahí, realmente, y esa fue la parte que me impactó de una manera diferente porque viví de una forma más acelerada. Yo era la más jovencita, y para empezar, me casé a los 18 años”.
El auge de la producción de telenovelas en Puerto Rico fue mermando para los noventa. ¿Cómo lo asimilaste?
“Me impactó porque tú piensas que estas cosas van a durar toda la vida. Yo era jovencita, muy jovencita. No conocía de los cambios. Esos son cambios naturales que ocurren. Pero yo no tenía la menor idea. Entonces, un poquito te quedas como que ‘¿y ahora, qué viene, qué va a pasar?’”.
Esta realidad la llevó a explorar nuevas facetas. Además de seguir en el teatro, trabajó en programas de variedades, entre los diversos proyectos en los que se involucró.
“Después de eso decidí que era un buen momento para que nosotros nos mudáramos a Miami porque a mi entonces esposo (Harold Trucco) le apareció un trabajo aquí en Miami y yo dije que me parecía que era una excelente oportunidad. Nos vinimos para acá. Al principio yo vivía aquí, pero trabajaba en Puerto Rico. Hacía miniseries, teatro”, repasó. “Se dio la oportunidad de hacer la novela Morelia, que lo que más me gustó es que era con Delia Fiallo, y nosotras habíamos intentado hacer cosas juntas por mucho tiempo y nunca se había dado. Hice la novela, que ese personaje fue muy reconocido (”Liza Marsella”). Me fue muy bien, gracias a Dios, y de ahí surge la posibilidad de hacer Despierta América. Empiezo a trabajar en ese programa (1997 al 2005) y ya conocen la historia, y empiezo a hacer cosas diferentes, hasta el día de hoy”.
Moderó por seis años el reality Nuestra Belleza Latina, en el que posteriormente realizó funciones de juez. También, los realities Gran Hermano y Pequeños Gigantes USA, entre tantos otros proyectos.
El amor por la sicología lo ha mostrado a través de su faceta como presentadora del podcast Lo que no se habla, en el que aborda con sus invitados asuntos del diario vivir. En ocasiones, cuenta con la asesoría de una sicóloga para exponer temas de salud mental y emocional. “He procurado prepararme, buscar herramientas para ir fortaleciéndome según pasa el tiempo”, reflexionó sobre el interés de aprender y reinventarse. “Me fascina porque me doy cuenta de que tengo la posibilidad también de seguir mi camino con la misma energía, con la misma fuerza”.
Sin prisa para una relación de pareja
La artista reveló sentirse en una etapa de plenitud en la que procura vivir al máximo cada día. Aunque no cierra las puertas al amor, tener una pareja, no es una prioridad.
Te casaste joven. ¿Cómo fue esa experiencia en pareja?
“No tenía la madurez para nada. Yo creo que yo estaba buscando a un papá porque nunca pude tener una relación como yo hubiera querido con mi padre porque ellos se divorciaron siendo muy niña, y después estuve con mi padrastro, que aunque lo quería muchísimo, no era mi papá. Y me fui de mi casa muy jovencita porque no estaba de acuerdo con muchas cosas de la relación de mi mamá con mi padrastro. Entonces, como que yo estaba buscando eso, y me casé con un hombre muy bueno que quiero muchísimo (Luis Iglesias), que es el padre de Andrea, pero 11 años mayor que yo. A los 18 años esa diferencia es grande, a esa edad. No tuve la madurez para poder manejar las situaciones normales de una relación de pareja. Y no sé, a lo mejor no éramos las personas idóneas el uno para el otro porque yo trabajaba en este medio que no es fácil para entenderlo, para una persona que no trabaje la televisión y ese ambiente, y más en esa época, que yo estaba en las novelas. Eso no era tan fácil de entender, y para él no fue fácil, la verdad que no. Pero de ahí nació Andrea. No me arrepiento. Pero qué bueno que mis hijas se casaron más maduras que yo”.
Te convertiste en madre a los 20 años. ¿Cómo fue la maternidad?
“Esa parte sí me gustó, me encantó, y para eso yo me sentía más madura. Claro, tenía el apoyo de mi mamá, que me ayudó a criar a mis hijos, pero sobre todo, a Andrea. Pero desde que tengo uso de razón, siempre fui muy maternal. Para mí los niños siempre fueron una prioridad, entonces como mamá de Andrea yo fui muy amorosa y era estricta. Yo hacía todo con ella. Me la llevaba al canal. Ella iba a todo conmigo. Hacía teatro, me la llevaba a los ensayos. Ella se portaba superbién”.
La actriz contrajo matrimonio con el actor venezolano Luis Abreu en 1986. Se divorciaron un año después. En 1989 se casó con el productor Harold Trucco, padre de Gabriela y Harold. Se separaron en 1997.
El proceso de terminar una relación no es fácil. ¿Qué te ayudó en cada proceso?
“Realmente, lo más difícil fue ese segundo matrimonio, que yo en realidad no me quería casar, y es una de las cosas que he tenido que trabajar por años en mi vida. Yo creo que ahora, finalmente, digo yo, he mejorado, y es que cuando yo me comprometo con alguien o con algo, se me hacía difícil echar para atrás. Si yo lo pienso ahora, yo hubiera dicho en el momento en que me iban a decir ‘¿aceptas a este hombre…?’, yo hubiera dicho ‘no’, y me hubiera atrevido a hacerlo. Pero yo no me atrevía. Yo me sentía, sinceramente, como una de las protagonistas de las novelas que hice, así sufrida, sacrificada, buena, porque él estaba enfermo y entonces yo, agradecida de que él, realmente, me dio la primera oportunidad, porque con él fue que hice la primera obra de teatro. Pero con eso vinieron otras cosas que no eran buenas. Yo era una niña y realmente él en aquel momento (del matrimonio) no me trató como una niña. Entonces, esas son otras cosas de las que no hablo mucho porque tengo un respeto muy grande por sus dos hijos que sencillamente adoro, y la relación que yo tuve con esta persona no tiene nada que ver con lo que esa persona era como papá para sus hijos, y no me parece justo herirlos a ellos que los quiero mucho”.
La actriz confesó lo incómodo que se le hizo por un tiempo lidiar con ciertos comentarios relacionados con sus divorcios. “Para una separación una persona nunca está preparada en el sentido de que eso te duele, no importa que tú quieras o no a esa persona. A mí me dolía mucho porque yo tenía la ilusión de tener un matrimonio para toda la vida, pero las circunstancias no lo permitieron, quizás mi madurez, no sé, diferentes cosas. Y por muchos años yo sentía que eso me perseguía porque cada vez que hacían una entrevista, mencionaban que yo estuve casada varias veces, y a mí me dolía porque yo sentía que era algo que yo quería superar, que yo no lo había hecho a propósito, y yo me sentía juzgada. Ahora, con el pasar del tiempo, he hecho las paces con eso”.
¿Cómo te sientes en cuanto al anhelo de tener una nueva relación amorosa?
“Por primera vez en mi vida mi prioridad soy yo. Siempre mis prioridades fueron, que si encontrar pareja, que tener un matrimonio, y mi prioridad ahora soy yo, y me gusta porque he trabajado en mí misma, en todas estas cosas que acabamos de conversar, que yo no tenía las herramientas para poder sanarlas porque uno pasa la experiencia y uno tiene que pasar un proceso y yo no sabía cómo hacerlo. Ahora yo me siento plena, a gusto conmigo misma. No me siento desesperada por encontrar a alguien. Pero sé que voy a tener a mi pareja, que voy a tener esa oportunidad ahora que he podido estar este tiempo dedicada a mí. Estoy segura de que por fin estoy lista a los 60. Ya era hora, y atraer desde el amor propio”.