“Me siento más ‘Super Yadira’ que nunca”.

Hace poco más de dos décadas, la exmodelo Yadira Hidalgo cobró popularidad en las pasarelas de diversos diseñadores de Puerto Rico. También, en anuncios de marcas de renombre. Pero fue la televisión, en la década de los noventa, la que impulsó su imagen a nivel público trabajando como talento en comedias. Su integración al “Súper Show”, del productor y presentador Héctor Marcano, fue el que le otorgó el apodo de “Súper Yadira”, el que todavía la acompaña como parte de las memorias del mundo del entretenimiento que se mostraba con puertas abiertas en lo profesional.

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Vivió numerosos momentos en que sentía cómo la vida le sonreía. Pero no experimentaba plenitud. Ni el júbilo de una vida armoniosa. Hasta que, inspirada en las enseñanzas que por tantos años sembró su abuela paterna, María Constancia Martínez (Doña Dulcinea), abrazó “la fe y la convicción de los milagros en su vida”.

Pero fueron varias crisis las que la hicieron llegar a este punto y comenzar con un proceso de transformación, el que comenzó a cobrar forma alrededor del 2012, y el que todavía trabaja cada día. Su vida no es perfecta, reitera en diversos momentos de la conversación con Primera Hora. Pero sí mucho más feliz de antes de dar el paso de abrazar la fe cristiana.

“Fui durísima conmigo misma”, confesó Yadira Hidalgo, quien participará en la obra teatral “Te tengo un notición” del 2 al 4 de mayo en el Teatro Braulio Castillo, en Bayamón, como parte del Festival Teatral de Fe, que inició el 11 de abril y culminará el 4 de mayo.

“Lo primero que tuve que aprender fue a perdonarme yo misma, a aceptar los errores del pasado, las cosas que hice, aceptarlas y verlas como algo positivo. Gracias a todos esos errores que cometí, aprendí y hoy día soy la persona que soy. Y no me arrepiento. Es como si no hubiera vivido eso”, prosiguió pensativa la cagüeña.

“Realmente me siento bien al saber que Dios me sacó de tantas cosas feas, porque viví muchísimas cosas feas, muchas situaciones”.

La relación con su esposo, Héctor Manuel Gutiérrez, el disfrute de la maternidad con el retoño de ambos, Héctor (11 años), la conexión con sus hijas adultas, Yadivette y Zorivette, y el júbilo que le provocan sus tres nietas, de 9, 7 y 3 años, componen mucho de la felicidad que experimenta, nos reveló con gran emoción quien también labora como agente de seguros.

¿Qué te llevó a vivir esa transformación?

“Muchas situaciones que viví, fuertes, que me llevaron a caer en una depresión. Mis hijas en aquel momento estaban grandes. La más pequeña tenía cerca de los 17 años (Zorivette), la otra tenía ya 19 (Yadivette). Y era como que ya sentía que ellas no necesitaban de mí. Entonces pensaba que no tenía nada por qué vivir, que ya había vivido tantas cosas y sentía que no había un futuro más allá que pudiera disfrutarme o que viniera a pasar algo diferente porque sentía que todo me salía mal y como que no pensaba salir de eso”.

¿Qué otras situaciones enfrentabas?

“Salía y estaba en lugares con un trago en la mano, viendo a todo el mundo disfrutar. En ocasiones tomaba y jangueaba, y como trabajaba eventos y producía actividades y cosas, tomaba y, sin embargo, era como que no me ajumaba ni nada. Era como que siempre estaba igual. Entonces, veía a todo el mundo transformarse al lado mío. Tú ves a la gente en discordia, en pelea, rencores, odio, muchas cosas. Cuando llegaba a mi casa, me sentía bien sola, me sentía bien triste. Muchas veces era como que no quería llegar a mi casa. Y en ese mundo, uno lo que ve es eso, ve muchas cosas falsas, muchas amistades falsas”.

¿Cómo era la relación con la bebida mientras te criabas?

“Me crio con mi mamá y mi papá. Me criaron bien. Pero estaba eso de que había mucha gente alrededor de uno, tomando, el vacilón y la fiesta. Ya gracias a Dios, eso ha cambiado porque nos dimos cuenta, y mi mamá nunca ha tomado, y un día dijo ‘yo no voy a hacer más fiestas en esta casa porque cada vez que hacemos fiesta, viene fulano, viene el otro, y no saben beber y se ponen a pelear’ (…). Mi papá siempre me protegió. Es mi padrastro, porque yo me crié con mi padrastro, porque mi verdadero papá murió cuando yo era bien pequeña. Nunca lo conocí. Hoy día mi mamá sigue casada con él y es mi papá”.

¿Quién influyó para que comenzaras a abrazar una fe religiosa?

“Luego que mi papá muere, que lo mataron en donde él vivía, yo tenía dos años, no tengo recuerdos de él, pero siempre tuve algo bien bonito con mi abuelita paterna. Siempre me buscó y la familia de él siempre me buscó, y siempre estuvo ahí. Era bien católica, de las verdaderas que están siempre haciendo, ayudando gente, haciendo comida para la iglesia, ayudando a los enfermos. Me dejó unas enseñanzas tan brutales que las llevo conmigo a diario. Me enseñó a creer en los milagros, y te lo digo, a un nivel de que de que yo no creía en nada, yo no creía ni en la luz eléctrica. Me decía ‘Dios a mí me ha cumplido tantas cosas y Dios me ha hecho esto y Dios me hizo lo otro’. Aun cuando ella había perdido a su hijo, que lo mataron, ella era tan creyente y perdonó a esa persona. Ella no vivía con esa tristeza de que él había muerto, ni rencor. Al contrario, ella buscaba siempre ayudar a la gente y siempre vivía feliz en ese sentido”.

¿Cuándo das un giro en tus creencias espirituales?

“Ella me contaba todas las grandezas de Dios. Un mes antes de morir (2012), me dijo ‘lo único que le pido a Dios y se lo pido con tanta fe, es que yo quiero saber qué pasó con mi hermano que estuvo en el 65 de infantería (el regimiento)‘. Su hermano se había ido bien jovencito al grupo ese de la milicia. Murió por allá. ‘Dios me va a cumplir eso’, decía. ¿Tú puedes creer que una semana antes de ella morir fueron a su casa los militares y le dijeron que habían encontrado la fosa común y estaban las medallas de su hermano en el grupo de esos militares, y estaban contactando a todas las familias? Yo me quedé en ‘shock’. Cuando ella se enteró de eso, una semana, semana y media más tarde, murió. Fue una cosa así, bien rápido”.

¿Cómo manejaste su partida?

“Eso me puso rebelde. Me encerré en mi casa. No quería salir, no quería hablar con nadie, me puse bien triste. Claro, trataba de no demostrárselo a nadie, pero estaba en una depresión total porque decía, ‘pero Dios mío, ¿por qué te la llevaste si ella era la única me hablaba de ti?‘. Porque por el orgullo, como uno dice, no me atrevía ir a una iglesia. Sí, en una que otra ocasión la visité con amistades, pero no era la norma”.

¿Cuándo comienzas a cambiar tu manera de pensar?

“Busqué en veinte sitios, que si leerme las cartas, que si esto, que si lo otro, y todo lo que me hablaban eran tonterías. Nadie me habló lo que realmente Dios tenía para mí. Lo que veía en ese momento era como que ya se acabó todo. Le pedía a Dios que me llevara, todos los días. Decía, ‘yo me quiero morir’. Y entonces tengo un sueño con mi abuela y yo llorando. Para mí fue como una revelación: La veo a ella vestidita, con su ropita y todo, y ella diciéndome que ella no se había muerto, que ya estaba viva y que ya estaba al lado de Dios. Desde ese día dejé de llorar. Esto es que ella me está confirmando que está bien, que ella está con el Señor y que la vida eterna existe, lo que tanto ella profesaba. Eso fue para mí la confirmación”.

Ya no trabajaba en televisión. En ese proceso conoció a su actual pareja, con quien inició en una relación de entrenador personal en un acuerdo publicitario cuando él trabajaba con un spa. Pero el desánimo seguía presente.

“Mi abuela murió a principios de mayo. A finales de mayo conozco al que es mi esposo hoy día”, recordó, y confesó que no se trató de amor a primera vista.

La relación se fue transformando en una amistad. Además del apoyo constante, Héctor Manuel le profesaba su interés en seguir una fe religiosa.

“Cuando lo conocí, él acababa de llegar de Estados Unidos. Se había separado de su esposa también y estaba pasando sus situaciones”, recordó. “Cuando él empieza a trabajar conmigo, él me empieza a hablar de Dios. Yo todavía estaba deprimida por lo de mi abuela”.

Una de las propuestas de él fue ir juntos a un retiro espiritual. Mientras, ya la chispa del amor con el actual “coach” de bienestar comenzaba a manifestarse.

“El retiro fue brutal. Eso fue el primer paso para la transformación de Yadira. Como esa gente me trató desde el día uno, eso fue algo espectacular”, dijo con profundo agradecimiento.

¿Cuánta armonía hay en tu vida ahora?

“Mucha. La transformación se trabaja todos los días. Pero desde ese mayo que te hablé se van a cumplir 13 años. Yo trabajo con eso todos los días, porque no somos perfectos. Tenemos nuestras luchas”.

¿Cómo te sientes con la Yadira de ahora?

“Brutal, de verdad. Me siento más ‘Super Yadira’ que nunca. Primero, las bendiciones que Dios me ha dado. Conseguir un hombre que realmente es mi complemento, que me guía, que me ayuda a brillar, que no me suelta en mis peores momentos. No somos la pareja perfecta porque somos seres humanos y tenemos nuestras situaciones. Pero nos ayudamos mutuamente y nos guiamos uno al otro. Soy la mamá que quizás para mis hijas no fui en algún momento. Tuve mis hijas bien joven. Cuando pensaba que todo se había acabado salgo embarazada. Acababa de cumplir los 39 años. Dios me dio esa bendición de tener un varón, que lo anhelaba con mi vida. Con Héctor Armando (hijo) soy completamente diferente. Tengo tres nietas. He tenido que pasar un proceso largo y cada día lucho con eso. Ahora lo que busco más, es dondequiera ver el rostro de Dios”.

En la actualidad, visita la iglesia Fuente de Agua Viva, en Carolina. “Me quedé en la iglesia evangélica. Es otra fe, pero realmente es un mismo Dios”.

¿Te gustaría volver a la televisión?

“Me gusta, y si hay que hacer un evento y me aparecen animaciones y todo eso, lo hago. Pero lo hago de una manera diferente, porque ya esa vida de los excesos, de vamos a beber, no lo hago. En televisión, vulgaridades, cosas obscenas y chistes de mal gusto y cosas así, ya no estoy en eso. Esa no soy yo. Sí podemos reír, podemos vacilar y tener un ‘pariseo’ de chistes y de pasarla bien, pero no de denigrar a nadie, no de estar en guerra con el mundo, no de cosas vulgares. Eso no. Eso no me interesa”.

Una familia en crisis

Yadira confesó sentir gran entusiasmo por su papel de “Noelia” en la puesta teatral “Te tengo un notición”, cuyo elenco incluye a Mike Ramos, Ruth Rivera y Gerardo Reyes. Bajo la dirección de Nelson Luquis, la pieza narra la crisis de una familia con dificultades económicas y diversos conflictos en el hogar, y cómo un accidente inesperado les cambiará su percepción de la vida y los motivará a un camino hacia la fe y el perdón.

“Está la abuela. Están las discordias y las peleas del matrimonio, diarias. Está la esposa controladora, que soy yo. Es exigente. Quiere que el esposo esté dándole un estilo de vida que no puede”, detalló quien inició su experiencia televisiva en el programa de variedades “Hello Wapa”, a finales de los noventa, y a lo largo de su carrera participó en diversas integraciones de comedia. “Al querer hacer de todo por toda la familia, entonces está descuidando lo más importante que es ese amor familiar”.

Yadira compartió que son numerosos los aprendizajes que el público podrá derivar de la puesta en escena. “Primero, que la familia es lo más importante, que tienes que tener mucho cuidado de cómo se tratan a los hijos. Y dejar el querer mandarles la vida al 100%. Hay que analizar qué es lo que ellos quieren y lo que necesitan. Necesitan más amor, necesitan compresión, que los escuchen”.

Los boletos para las obras teatrales del Festival Teatral de Fe están disponibles en Ticketera o a través del 787-305-3600.