“Ella era sencilla, pero no simple”.

De esta forma, Victoria “Melo” Muñoz describe a su difunta madre, Inés María Mendoza. Es que doña Inés fue mucho más que la primera dama durante la Gobernación de Luis Muñoz Marín por cuatro términos (1949-1964). Fue, además, una mujer con su propia voz, su criterio, sus ideas, su pasión y, a pesar de que fue la compañera del hombre más poderoso del país, se mantuvo sencilla, sensible e idealista.

Prueba de ello son los artículos, mensajes y ensayos que escribió en diferentes etapas de su vida y que planificaba publicar en un compendio titulado Inventario de cosas perdidas. Dicho título le correspondía a uno de sus últimos artículos. La muerte, sin embargo, la sorprendió en agosto de 1990 con muchos planes en la agenda.

La Fundación Luis Muñoz Marín (FLMM) ha completado la tarea inconclusa de doña Inés con la reciente publicación de Inventario de cosas perdidas: artículos y discursos de Inés María Mendoza, editado por la escritora Marta Aponte Alsina. A pesar de que el libro no ha tenido una presentación formal, ya está disponible por un costo de $20 en la FLMM.

El texto aborda temas como la defensa de nuestro idioma, la identidad nacional, la política, la bandera, la idiosincracia del boricua, la juventud, la niñez, la diáspora puertorriqueña en los Estados Unidos, la conservación de la naturaleza, la vivienda para los trabajadores, figuras importantes del quehacer cultural de Puerto Rico y las visitas a la Isla de destacadas personalidades internacionales, entre ellas, Gabriela Mistral, Irene y Jack Delano y Jesse Jackson.

Uno de los temas recurrentes de sus escritos fue la educación. Dicho aspecto le tocaba muy de cerca, pues antes de casarse con Muñoz fue maestra de escuela.

Sin embargo, la aportación mayor del libro es que nos muestra de una manera más íntima y profunda la perspectiva cándida y emotiva de doña Inés. Este libro nos permite acercarnos, de primera mano, a las impresiones y opiniones de la mujer que compartió la vida con el primer gobernador electo de Puerto Rico y denominado “Padre del Estado Libre Asociado” (ELA).

Recuerda a su madre

Para hablarnos de la publicación, entrevistamos a la hija de doña Inés, la ex senadora por el Partido Popular Democrático (PPD) Victoria “Melo” Muñoz en la residencia donde vivió la familia desde 1946.

La casa fue construida en un terreno de casi cuatro cuerdas y se le conocía como la “finquita de Trujillo Alto”. Desde 1980, en dicho espacio se estableció la FLMM.

Fue en el lugar donde tanto Muñoz como doña Inés vivieron hasta sus últimos días. Él murió en 1980 y ella, una década después.

La ex senadora tiene una grata impresión sobre la publicación. “No es esa historia seca que le enseñan a los niños en las escuelas, sino que es una historia de las experiencias de ella; no de una historiadora, sino de una persona de gran sensibilidad que te quiere enseñar a Puerto Rico. Me parece que sería un gran libro de enseñanza”, opina.

“Son escritos cortos de distintas impresiones de ella durante su vida y me parece bien valioso, sobre todo, para la gente joven”, destaca Muñoz, quien explica que los escritos de su madre fueron encontrados en los archivos de distintos periódicos, como El Mundo y El Nuevo Día y también en la residencia de la familia.

“Cada escrito tiene validez por sí mismo. Yo creo que es importante, sobre todo, para la gente joven”, establece la ex senadora.

Doña Victoria asegura que su madre nunca escribió poesía. “Ella siempre escribía en prosa... unas cartas deliciosas, divinas”, y explica que estaban escritas de una forma tan espontánea que “eran como hablar con ella”.

Gran conversadora

En una íntima y amena charla, Muñoz recordó la figura de su madre.

Facetas hasta ahora sin revelar de doña Inés fueron compartidas por su hija en la fresca terraza poblada de árboles en la que fuera la residencia de la familia.

“Mi mamá era una mujer fuerte y valiente, sin lugar a dudas. Era la única que se atrevía a enfrentarse a mi padre. Porque ni los políticos ni los del Gabinete ni nadie se atrevían a enfrentársele cuando él tenía coraje. Cuando Muñoz tenía mal humor, todo el mundo le dejaba el ‘canto’, menos mi mamá. Mi mamá era la que lo calmaba; ella nunca le tuvo miedo”, asegura.

Por otro lado, doña Inés también tenía su vanidad. Según doña Victoria, su filosofía era “que tu marido no te vea como tú eres cuando te levantas”. La ex senadora recuerda que su madre se pintaba los labios, se ponía sus batas tejidas y “su día empezaba dando órdenes en el jardín al jardinero. El departamento de ella era el patio; ése era el principal y que la casa estuviera arreglada”, recuerda la ex senadora.

Por otro lado, “nunca cocinó gran cosa”, y añade que quizás “hacía cremas (para el desayuno) y las hacía buenas”, indica Muñoz. A veces, incluso, según relata, a su madre se le olvidaba que dejaba las cremitas en la estufa encendida mientras se iba a hablar por teléfono. Debido a dicha situación, la residencia estuvo a punto de incendiarse en varias ocasiones. Después de varios sustos, se instaló una alarma de fuego en la cocina.

“Ella hablaba mucho por teléfono. Era una persona que le gustaba conversar; ella tenía todo el espectro de conversación posible. Era expresiva, lo mismo hablaba de los nietos que de los políticos, que del último Premio Nobel. Ella era una gran conversadora”, describe su hija, y concluye que su madre “era bien natural. Ella era sencilla, pero no simple”.