Pieza teatral de “Los García” te lleva a un gozoso viaje al pasado
La comedia sobrevive el paso del tiempo con la fórmula de risa que aún hace eco en una generación.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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¿Puede la inocencia de una época trasladarse al presente? ¿Sobreviven los códigos de humor y la esencia del Puerto Rico de los setenta en una puesta teatral del 2022?
Nada ha cambiado en Parque Florido, mucho menos en casa de Los García que en honor a la verdad debería ser Los González ya que Godofredo es el jefe de la familia, pero a nadie le hace sentido. Ese detalle, y los acordes musicales usados en el programa, establecen del saque que la pieza te llevará en un gozoso viaje al pasado a asomarte en las vidas de unos personajes que dejaste ver muy jóvenes y que ahora hacen lo que hacían sus padres… o abuelos.
“Godofredo González” (Rafo Muñiz) sigue igual de ingenuo, “Ginny García” (Alexandra Fuentes) igual de caprichosa y “Juan Bautista García”, alias “Junito” (Edgardo Rubio), igual de ‘aguzao’. Resulta reconfortante ver cómo perdura la esencia de estos personajes sobre los que recae el peso de la historia que en la función del sábado en la tarde inició un poco lenta, o quizás solo debíamos recordar el ritmo de Los García.
Los ingredientes que te alegran especialmente el corazón son ver a la veterana actriz Gladys Rodríguez como “Teresa”, en sus magníficas conversaciones con Ginny por FaceTime, y “escuchar” a “Don Juan” (gracias a la clonación de voz), opinar desde el cielo sobre las dinámicas familiares y de Parque Florido. Y tiene mucho que decir porque todavía pululan por la urbanización su amigo “Don Pepín”, el veterano William Gracia, y la nueva generación de “chismosos”: su hijo “Joe” (Francis Rosas) y “Tony” (Miranda Bernier), la nieta de la siempre dispuesta a opinar “Doña Tony”. “Teresita” (Camelia Muñiz) es la hija de Godofredo y Ginny, vive en Atlanta con “Mike”, un novio “gringo y de 40 años”, lo que resulta pecado mortal para su padre.
Con ella despega la historia y parte de una premisa sencilla que se convierte en la hecatombe familiar: no vendrá a Puerto Rico a celebrar las navidades. Tampoco Teresa, que se irá con sus amigas viudas en un crucero. A Ginny se le cae el mundo porque esa época festiva es su fuente de alegría y despierta su espíritu competitivo -en el concurso de decoraciones de la urbanización- y “le ofrece” la oportunidad de cantar/desafinar en el coro de la iglesia, Los serafines, dirigido por “Doña Angelita” (Noelia Crespo), quien es rigurosa con la afinación y con los depósitos para confeccionar los caterings que prepara. Ginny lucha por evitar que “Mundi” (Adrián Bernier), un jovencito con poco tiempo en Parque Florido obtenga el codiciado solo en la Misa de Gallo.
Adrián García, Herbert Cruz y Gil Viera “Colibrí” hacen varios personajes en el coro y, también, conforman un trío de policías al que le parece sospechoso el movimiento de un árbol de Navidad decorado el 23 de diciembre. Los tres resultan imprescindibles en la puesta.
El trabajo en escena fue efectivo: Rafo Muñiz es un Godofredo entrañable, la Ginny de Alexandra Fuentes heredó el desespero y el peinado de su madre Teresa, aunque es difícil separar a la presentadora de la actriz. La química de ambos en escena es innegable y las interpretaciones musicales de Fuentes arrancan carcajadas. Junito sigue siendo el provocador de conflictos y alegrías. William Gracia fue cuidado por sus compañeros en escena y realizó excelentes intervenciones.
Ojo con Camelia Muñiz, con Miranda y Adrián Bernier, la chispa para encantar a la audiencia está presente. El tiempo dirá.
Los personajes de Francis Rosas e Israel Lugo cumplieron al mostrar las posibilidades que el presente trae a la historia; Joe confabulándose con Tony y Mike cantando coros navideños boricuas para intentar agradar a la familia. Qué capacidad la de Noelia Crespo para convertir sus personajes en inolvidables.
Aplauso para la entrada a la residencia de Los García, usual origen de todas las intrigas, una acertada decisión de escenografía y para la transformación del reducido espacio en iglesia.
A Los García los encontramos en un nuevo siglo y se han adaptado a las complejidades modernas con chispa; son el puertorriqueño honesto y buena gente que no está en peligro de extinción y las risas del público parecían celebrarlo. Como soñar no cuesta, ¿se imaginan otra historia de Los García con Teresa en vivo? Ah… quién pudiera