“Todo empieza en los libros”. 

Antes de exponerse a las guerras mediante su trabajo como periodista y, más tarde, a su labor como contador de historias, el escritor español Arturo Pérez-Reverte conocía el mundo a través de los libros. 

El acceso a los libros desde que era un niño le permitió tener la capacidad para enfrentar “tanta estupidez y falsedades” que abundan en  Internet.

Para él, la educación y la cultura son fundamentales para enfrentar el mar de información de la red. 

“El Internet es una fuente extraordinaria de información. Pero tiene un problema: no tiene filtros. Da igual, lo que diga Vargas Llosa a lo que diga cualquier analfabeto o cualquier tarado. No existe un criterio selectivo. El lector con poca cultura y poca educación se pierde en ese ruido. No sabe distinguir a Vargas Llosa del analfabeto o del manipulador canalla. La única garantía frente a eso es una educación. Que los chicos sean educados por hombres buenos, por maestros que les enseñen a distinguir con su espíritu crítico. La única solución se llama educación más cultura”, expresó el miembro de la Real Academia Española, quien precisamente está de visita para ofrecer la charla Literatura, educación y vida, que tendrá como espina dorsal lo antes expuesto. 

Esta presentación se llevará a cabo hoy, como parte del Congreso Santillana de Educación en el Antiguo Casino de San Juan.  

El autor aprovecha la ocasión, para presentar su publicación "Hombres buenos", cuyos dos protagonistas anhelan cambiar el mundo con libros. 

“Nunca ha habido tanta estupidez circulando, tantas mentiras, tantas falsedades, tantos vídeos virales que son falsos y tanta manipulación. Basta un tuit de 140 caracteres y la gente lo retuitea como si fuera el  evangelio. En eso soy pesimista. Creo que las redes que podrían salvar el mundo lo van a hacer peor. No estamos educando a los usuarios. Por ejemplo, de nada vale una democracia en la cual se vota, si quien gana es analfabeto, no tiene criterio, y se deja manipular por el primero que le dice algo a la oreja. Entonces, de nada vale el Internet, la parte buena de la Internet, si el que la maneja es analfabeto”, añadió quien es un asiduo usuario de la red social Twitter.

Precisamente, conversando sobre educación, hace unos días, un seguidor le pidió su opinión sobre el hecho de que la maestra de su hija le añadió una “h” a “echar de menos”. El académico le contestó: “Resignación. Su hija lo pagaría. No es la maestra, es el sistema. Que la niña aprenda bien inglés para poder largarse pronto de aquí”. 

Este tuit y la ignorancia de muchos ante lo que leen en las redes, lo reafirman en la importancia de la educación. “No es un error de cansancio, sino un error ortográfico grave. Es intolerable, cuando los profesores son nuestra esperanza. El único dique y baluarte frente a la barbarie, la incultura frente a la manipulación, son los maestros. Tiene que ser una profesión, la mejor pagada del mundo, y a la vez más exigente con la selección”, comentó al añadir que las sociedades deberían “mimar” a los educadores por ser esenciales para la formación de los individuos. 

Un homenaje a la Real Academia Española

 La última entrega literaria de Pérez-Reverte, Hombres buenos, es un homenaje a la Real Academia Española, de la que actualmente es miembro. 

La publicación tiene como protagonistas a dos miembros de la Real Academia Española, quienes viajan al París del siglo XVIII con la misión de conseguir la Encyclopédie de D'Alembert y Diderot, compuesta por 28 volúmenes, en ese entonces, prohibidos. 

“Es un homenaje a la Academia, a los fundadores, a los hombres buenos del siglo XVIII que intentaron traer las luces y el progreso a sus conciudadanos con patriotismo cultural, que es el único de verdad decente y digno. El poder hacer ese homenaje me ha dejado muy satisfecho”, comentó sobre la novela. 

“Además, era una época en que todavía era posible. No había habido revolución rusa, francesa, ni guillotina. La palabra revolución todavía sonaba dulce, pacífica en ideas. Eran hombres ingenuos políticamente y moverme con esa ingenuidad con los conceptos de esta gente ha sido una experiencia grata”, añadió sobre la historia que tuvo como punto de partida su curiosidad sobre cómo se consiguió esa enciclopedia, para luego tejerla con referencias históricas y bibliográficas.

Además de los libros, está el mar

 Cuando no está escribiendo, Pérez-Reverte está en el algún punto del mar. Gran parte de sus días los pasa navegando. “Me gusta mucho el mar”, dijo. 

¿Qué le gusta del mar? 

 Que el mar no respeta a nadie. Que en el mar no puedes decir paren esto que me bajo, que el mar mata primero a los idiotas. Y el mar de verdad, no el de turismo, sino el de mar adentro, de estar días y días, como hago yo. Ahí, si no eres un buen marino, no sobrevives. El mar en eso es implacable y me gusta que sea así. Me gusta un lugar donde los idiotas mueran.