Penes y máscaras de diablos en la grotesca fiesta pagana de los espíritus
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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Tailandia.- Con largos penes de madera que esgrimen como si fueran espadas y sus rostros ocultos tras grotescas mascaras, los tailandeses salen a la calle para rememorar la visita de Buda, cómo la describe la milenaria mitología pagana.
La remota localidad de Dan Sai, situada al noreste de Tailandia, acoge cada año el llamado "Phi Ta Khon", un colorido festival que congrega a miles de personas llegadas desde casi todos los puntos del país, y que aúna elementos del animismo y el budismo, la religión de la mayor parte de la población.
"Durante la festividad del Phi Ta Khon celebramos la visita a su pueblo natal del príncipe Vessandara, la última reencarnación de Buda antes de alcanzar el Nirvana, al que fueron a recibir los espíritus y las tribus del bosque", explicó a Efe Tawor Choubunmi, el padrino de la ceremonia.
Aunque se desconoce el significado preciso de "Phi Ta Khon", se puede traducir cómo "fantasmas que siguen al hombre".
Al ritmo de la música tradicional, los tailandeses que con sus disfraces y máscaras de diablos encarnan a los fantasmas, bailotean y brincan para que tintineen los cencerros que portan en las nalgas, en una procesión encabezada por gigantes cabezudos que exhiben exagerados órganos sexuales tallados en madera.
En medio de la algarabía, el gigante macho embiste con su enorme pene de madera a las mujeres y muchachas del público que con risas sigue el esperpéntico desfile de gente disfrazada de diablo.
Las espadas fálicas y los penes que esgrimen los phi ta kon menores simbolizan la fertilidad y también dan un toque de humor a esta celebración", explicó Choubunmi, maestro de ceremonias desde hace más de dos décadas.
Las máscaras, adornadas con vistosas filigranas y de las que sobresalen colmillos deformados y narices sinuosas que les dan un aspecto grotesco, están hechas de bambú y de madera de cocotero.
Hasta Dan Sai han llegado dos turistas británicos que se han unido a la juerga por la que corre a raudales la comida y el alcohol de arroz, una típica bebida que por estas latitudes llaman "lao kao".
"Íbamos por la calle cuando nos invitaron a unirnos, nos quitamos las camisetas y nos pintamos con pintura negra", relata Alistair, un estadounidense de 25 años.
El festival del Phi Ta Khon conserva sus raíces paganas, y según la creencia popular, se tiene que celebrar el sexto mes lunar para surta efecto la intervención de los espíritus que propician la llegada de las lluvias, tan necesarias para está la población de esta región, que básicamente, vive de la agricultura.
En la madrugada del primer día, un sacerdote o chamán reza acompañado por músicos a la orilla del río para llamar a Phra Upakhut, un espíritu del agua protector de la aldea, que según la leyenda, era un monje budista que tras muchos años de meditación adquirió el don de la eternidad y decidió convertirse en una piedra de mármol para vivir solitaria y plácidamente en el fondo del río.
Y al tercer día los locales escucharon los trece sermones que relatan las diferentes vidas de Buda antes de alcanzar el Nirvana.
"Vivo fuera de Dan Sai por mi trabajo, pero todos los años regreso para el Phi Ta Khon, creo que es muy importante para mantener los lazos con mis vecinos y quiero que mi hija también siga la tradición", dijo Vissano Netphong, de 26 años.
Antiguamente, solían tirar las máscaras al río al finalizar el festival para conjurar la mala suerte, pero esta práctica cayó en desuso cuando un avispado aldeano comprobó que podía sacar algún dinero con su venta.