Muchos desconocen  que  las bibliotecas en  Puerto Rico guardan tesoros inimaginables en libros de papel, que aún perduran y son preciados –sin importa el desarrollo tecnológico– y  que se recogen en colecciones completas, como son las  obras de Eugenio María de Hostos y la de Juan Ramón Jiménez.

Nuestras bibliotecas son custodios de libros,  periódicos y revista de principios de siglo XIX y siglo XX, que nos dan una perspectiva amplia sobre nuestra historia, cultura y desarrollo social.

“La nueva tecnología digital disponible para las personas en Puerto Rico, no ha cancelado, ni ha aminorado la importancia de la biblioteca y del libro de papel”, afirmó el historiador, escritor y profesor de Derecho, Carmelo Delgado Cintrón.

“Las bibliotecas son repositorios  y organismos vivos que prestan, a quien se les acerca, un servicio único: facilitarles por medio de libros,  revistas y tecnología, toda la producción bibliográfica que se produce en diversos países”, señaló.

De esa manera, dijo,  la tecnología ha fortalecido las bibliotecas, ampliando la capacidad y el ámbito de la lectura y el acceso a nuevas fuentes bibliográficas.

Delgado Cintrón comentó que  a  través de la biblioteca y del libro, no solamente se fortalece y se amplía el conocimiento, sino que se enriquece la  persona que estudia las mismas.

“Hay un viejo dicho, de que el conocimiento da poder y ciertamente aquel o aquella que se acerca a los libros y a esas fuentes blibliográficas, accede a un conocimiento que le permite entender la vida social y enriquecer su profesión”, aseguró. 

El historiador relató  que en  Puerto Rico  se carecía, durante unos dos siglos, de bibliotecas, durante el régimen español y que obispos, gobernadores y  generales, trajeron a la isla bibliotecas personales, pero que las bibliotecas públicas no arraigaron en el país.

“Es célebre, ya en el siglo XIX, el Gabinete de Lectura en Ponce, la Biblioteca del Seminario Concilial y  la muy pequeña biblioteca científica del padre Rufo Fernández, disponible para aquellos que interesaban estudiar Ciencias Naturales”, apuntó el también investigador.

Un recorrido por las bibliotecas

Actualmente, existe en  Puerto Rico,   la Biblioteca Nacional adscrita al Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), que es una institución, según Delgado Cintrón, muy completa en sus fuentes bibliográficas del siglo XIX;  que tiene una sala especializada y muy completa, dedicada a las obras de Eugenio María de Hostos. La Biblioteca Nacional ubica en el  segundo piso del edificio del Archivo General.

“Es un lugar muy apacible y apropiado para el estudio y la investigación. Estar allí, es estar en otro mundo. Así mismo, Puerto Rico, tiene en el Ateneo Puertorriqueño  una biblioteca decimonónica muy completa, que se ha mantenido al día, especializada en ciertas obras, sobre temas sociales, jurídicos y especialmente, sobre política puertorriqueña”, dijo.

La  Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, mantiene la inigualable y muy completa Biblioteca General Lázaro, que tiene diversas salas especializadas, como la sin par, dedicada a Juan Ramón Jiménez, sobre su obra y la obra de contemporáneos suyos y estudios modernos de poesía juanramoniana, agregó.

Así, la Biblioteca General, indicó,  mantiene la Colección Puertorriqueña (Biblioteca y Hemeroteca Puertorriqueña), que  es única en Puerto Rico,  por la amplitud de sus fuentes bibliográficas, la colección de Revistas Puertorriqueñas  y una apreciable y única  colección  de periódicos y diarios del siglo  XIX y XX.

Entre estos,  figura  la colección de  La Democracia, La Correspondencia de Puerto Rico, el periódico El Imparcial, El Mundo y periódicos y revistas curiosas de principios del siglo  20, (1899- 1900), como  El Combate, El Territorio y otras similares.

“La Colección Puertorriqueña  ofrece  una amplia colección de tésis de maestrías y doctorales  y una muy grande colección de fotografías de los diversos ámbitos de la sociedad puertorriqueña; además de retratos de los participantes en las diversas ramas del quehacer puertorriqueño”, informó. 

Mencionó además, que Arturo Morales Carrión, quien fuera presidente de la Universidad de Puerto Rico en 1973 y 1977,  estableció en Mayagüez,  la Colección Puertorriqueña SAMA.

Colección de arte erótico

Delgado Cintrón, que es muy dado a los relatos históricos anecdóticos, mencionó la existencia de una colección de arte erótico, que perteneció a Don Genaro Cautiño (Genarín) de Guayama, miembro de una de las familias más opulentas y ricas de Puerto Rico.

“Atesoró durante su vida, una  inigualable e importante colección gráfica de arte erótico. Esa colección,  eventualmente, se le vendió a la Universidad Interamericana, que  por consejos de la Agencia Educativa Acreditadora, la Universidad  se la vendió a la UPR, y se encuentra en la  Biblioteca Lázaro, la que se puede consultar con los debidos permisos”, destacó.

“Es arte erótico. Cautiño vivía en una casa solariega en Guayama. Él y su padre fueron en un viaje por Europa y trajeron una  fuente de Italia y la pusieron  en la plaza pública. Por eso es que Guayama tiene esa fuente”, dijo el escritor.

Delgado Cintrón,  acaba de  publicar tres obras simultáneas:  la Biografía Jurídica de De Hostos; Una historia Constitucional  de Puerto Rico  y un Tratado de Derecho y Literatura.