La Yara afianzada en el movimiento artístico en Nueva York
Está lista para presentar su primer trabajo musical, "Pura's lágrimas".
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Después de un cordial saludo, lo que se escucha al otro lado del teléfono es un grito que pareció despegarse de las paredes del corazón, “¡Estoy loca por regresar!”.
Habla la actriz, bailarina, cantante, educadora, gestora cultural y activista puertorriqueña Yaraní Del Valle Piñero, o La Yara como también le conocen.
Es una reacción genuina, espontánea, al cruzar palabras con alguien en la patria, la que dejó en el 2007 por una combinación de necesidades e inquietudes que la llevaron a salir de la isla y buscar otros puertos donde anclarse junto con su hijo, Azul. España y Argentina fueron sus opciones, pero la realidad la situó en Nueva York, una ciudad que le ha permitido desdoblar el conocimiento interdisciplinario que aprendió y enseñó en Puerto Rico, y sobre todo, le dio la estabilidad que buscó en cierto momento.
Con ella viajó un cúmulo de experiencias académicas y profesionales que le permitieron, por vez primera, trabajar únicamente del teatro. La Yara se formó en el Coro de Niños de San Juan, el Conservatorio de Música de Puerto Rico, el Departamento de Drama del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, y en pasantías en compañías de laboratorio teatral, como Yuyachkani en Perú y Malayerba en Ecuador. Ese marco educativo lo complementan sus mentores, Rosa Luisa Márquez, Maritza Pérez Otero, Dean Zayas, Carola García, José Félix Gómez, Viveca Vázquez, Teresa Hernández, Javier Cardona, Eduardo Alegría, Rosalba Rolón y Evi Lucio.
“Esa rigurosidad del laboratorio teatral, que viene del teatro de América, eso es lo que me traigo en mi maleta, o sea, estaba ansiosa por experimentar eso (conjugación de toda su experiencia artística), y no lo quería experimentar en el mundo anglosajón, no quería venir a Nueva York, pero la colonización, la visa, etcétera, me trajo a Nueva York”.
“En Puerto Rico hay una multidisciplinariedad y eso para mí es lo que hace que los artistas sean bien nutridos. Lo que pasa es que la maquinaria administrativa y económica del teatro aquí, hace que uno tal vez pueda vivir de eso”.
Actualmente forma parte de la compañía de teatro Pregones con la que recién interpretó a “Graciela Alcántara y López de Montefrío” en “Guaracha”, una adaptación del clásico de Luis Rafael Sánchez, “La guaracha del Macho Camacho”, y a la vez que colabora con otras instituciones educativas y teatrales como el Teatro Caborca, que recién presentó “Jardín de Pulpos”, de Arístedes Vargas, en una traducción de Aurora Lauzardo. Actuando y educando empata la pelea, y sigue creciendo.
“Estoy insertada en el patín de Nueva York, y me gusta todo el insumo cultural y creativo que hay aquí, eso me encanta, y cuando vuelva a Puerto Rico, que eso no será como en cinco años, sé que voy extrañar todo el patín, y la actividad cultural”, reconoció.
Una realidad que todos los días activa esa voz que le recuerda, “no soy de aquí”, es el racismo a partir de su acento. “Pero una cosa bien bonita es que aunque vengo de una familia activista, y que siempre abogó por la independencia, mi ideología anticolonial se fortaleció estando aquí. La complejidad puertorriqueña la he entendido mucho más, la comunidad aquí me ha regalado eso”.
Su constante contacto con los que van de aquí para allá, y con los que ya son residentes nuyoricans la motivó a darle forma un proyecto musical pendiente, “Pura's lágrimas”, un experimento de fusión entre su formación clásica, su raíz caribeña y la influencia de Nueva York.
“Es notable que es un proyecto caribeño que se está gestando fuera de Puerto Rico, pero a nivel vocal es muy particular”, adelantó del juego de voces que va del susurro casi al cántico lírico. “Qué es la qué hay”, una canción de protesta, será lo primero que se escuchará de ella en lo musical.
“Mantenerme haciendo proyectos me da la flexibilidad de hacer mis cosas, pero mi necesidad de querer regresar es que la vida acá es bien cara. Poder pagar una renta, deudas médicas... y aunque me nutre a nivel creativo y artístico, siento que el costo de vida en Puerto Rico me permitiría enfocarme más en el proyecto musical”.
La fecha de regreso aún no está fijada, pero llegará. Ahora también depende del futuro universitario de Azul, un puertorriqueño criado en Nueva York.
Mientras, La Yara sigue sirviendo al país como enlace entre los artistas puertorriqueños para ubicarlos entre las oportunidades que allá se ofrecen, o buscarles alternativas de subvención para los trabajos.
En lo individual, también busca su espacio en el cine y la televisión. “Esa es mi próxima meta, y meter el pie más de lleno en el mundo de las series. Soy una obrera de la actuación, y sí he hecho cositas de cine y televisión (´Chamacas´), pero me he enfocado en el teatro. No me puedo morir sin haber trabajado en ese mundo, para poder reunir las destrezas de la actuación para la cámara, que es bien distinto”.