“El cuerpo perfecto” es una invitación cómico-dramática a aceptarnos tal cual somos
Yamaris Latorre, Madelyn Ortiz y Melissa Rodríguez usan muy bien el humor para provocar una reflexión sobre las obsesiones enfermizas en torno al cuerpo ideal.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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¿Cuál es el cuerpo perfecto? ¿Qué lo hace perfecto? ¿Quién o qué determina lo perfecto o imperfecto? En la búsqueda obsesiva por lograr un abdomen plano, unos brazos poderosos y unas nalgas y senos bien puestos, se pueden perder muchas cosas, especialmente la salud física y mental. Esto aplica a cualquier género.
La obra “El cuerpo perfecto”, de Eve Ensler, creadora de “Los Monólogos de la Vagina”, aborda esa obsesión por un físico de portada de revista Cosmopolitan desde la óptica femenina. Lo hace tomando de base el género de la comedia, pero no deja de ser un asunto serio. Al contrario, llevar este tema a lo absurdo o patético, es probablemente la mejor forma de visibilizar lo enferma que se puede llegar a estar por algún chicho que sobresale por encima del pantalón o bikini.
Esto no tiene que ver la obesidad ni con las complicaciones que, igualmente, puede provocar el sobrepeso. No. Esta pieza es una crítica a la industria del “fit body”, incluyendo las dietas irreales, las cirugías cosméticas desenfrenadas y los complejos y traumas que pueden provocar estos patrones de “belleza idealizada”, inclusive, fomentadas por el mismo núcleo familiar.
“El cuerpo perfecto” se presentó el pasado fin de semana como apertura al Festival de Teatro de la Mujer, en el Teatro Braulio Castillo en Bayamón. En la función del domingo, particularmente, estuvo llena, sin cernimientos de temperatura ni vacunación, sin distanciamiento y con el uso de mascarillas a discreción de cada persona. No obstante, la mayoría del público, prefirió utilizarla en el interior de la sala. El ambiente era entuasiasta. Había ganas de estar de vuelta en el teatro.
Las actrices Yamaris Latorre, Madelyn Ortiz y Melissa Rodríguez, con la dirección de Lynnette Salas, dieron vida al texto, siendo Yamaris quien llevó la mayor carga cómico-dramática en el rol de “Eva”. Este personaje hizo lo posible e imposible por tener el abdomen plano, firme, y en esa búsqueda, se perdió ella. Dejó de encontrarle el sabor a la vida.
Las situaciones que experimentó “Eva” -visitas al gimnasio, encuentros con mujeres en centros de dietas, en hospitales donde alguna se recuperaba de cirugías estéticas, en salas de espera para alguna reconstrucción vaginal, entre otras- traían a escena a Melissa Rodríguez y Madelyn Ortiz para enriquecer aún más el relato.
Melissa fue chispeante. Su buen manejo de la comedia hizo creíble cada una de las representaciones. Yamaris, por su parte, logró dominar el escenario de inicio a fin. Sus movimientos, proyección de voz y control entre la línea cómica y dramática, hicieron reír cuando había que reír, pero también conmovió cuando el momento así lo pedía. Madelyn fue el balance entre sus compañeras. Sus interpretaciones sumaron, tanto en los momentos graciosos como en lo más serios de la obra.
En conjunto provocaron una importante reflexión sobre la necesidad de aceptarnos como somos, con nuestras diferencias, porque como se expone en una de las escenas, un árbol nunca es igual al otro y no por eso hay que rechazarlo. Importante también el cierre de la obra cuando cada una se empodera y se saborea un helado por la memoria de Keishla Rodríguez, víctima de la violencia de género, por las mujeres trans, por las que no tienen el privilegio de elegir, en fin, por las mujeres que a diario libran alguna batalla por su libertad y felicidad.
“Nuestro cuerpo es nuestro hogar. Vivimos en un cuerpo perfecto”, es la última línea de esta pieza que el público podrá volver a ver en octubre. Las nuevas funciones se anunciarán próximamente.