Cuando se dice que el talento y la capacidad de producción en Puerto Rico nada tiene que envidiar al teatro de Broadway, o cualquiera otro internacional, es porque trabajos como la nueva puesta en escena del legendario musical “Cabaret” es evidencia de la excelencia a la que se puede llegar desde todas las ramas artísticas: actuación, música, escenografía, iluminación, ambientación, vestuario, maquillaje, baile.

Lo que se vive en la Sala de Festivales Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes en Santurce, desde la noche del viernes, es una experiencia teatral fascinante. Lleva a la audiencia a un vaivén de emociones, que va de la risa, a la reflexión, a la melancolía, a través de unas actuaciones magistrales, una música vibrante y una ambientación escénica que transporta perfectamente al interior del Kit Kat Club, el centro nocturno donde se desarrolla gran parte de la obra, y donde se marcan los sueños y frustraciones de sus estrellas.

Este nuevo acercamiento al texto de Joe Masteroff por parte de las productoras Alexandra Fuentes y Lorna Otero ubica el musical en un nivel de calidad impecable. Aunque se trata de un clásico del teatro musical de 1966, escrito en el marco histórico del surgimiento del nazismo en la ciudad alemana de Berlín durante la década de 1930, el texto mantiene vigencia a través de las experiencias de vida de cada personaje (sueños por cumplir, pobreza, soledad, frustraciones), así como por la realidad social y política, pues tristemente sigue presente en los gobiernos modernos la corrupción, los prejuicios y el uso del poder en detrimento de quienes defienden ideales distintos.

La pieza abre con el maestro de ceremonia, el “EmCee” interpretado por el actor y director Israel Lugo. Desde su entrada, el artista cautiva al público con su agilidad para llevar de una emoción a otra a través de un impresionante manejo de la voz y el cuerpo. Su invitación a olvidar los problemas para adentrarse al Kit Kat Club, donde la “vida es bella”, es un reflejo de cómo quienes componen ese espacio, crean un mundo fantástico para alejarse de la realidad exterior.

El actor Israel Luego como el "EmCee" domina el escenario con ejecución verbal y corporal.
El actor Israel Luego como el "EmCee" domina el escenario con ejecución verbal y corporal. (Alejandro Granadillo)

El “EmCee” se encarga de introducir al cuerpo de bailarines y cantantes, destacando a la estrella del club, “Sally Bowles”, interpretada de forma extraordinaria por Sara Jarque.

La actriz retoma el papel que representó hace 10 años con una gracia y profundidad, haciéndolo completamente suyo. El teatro musical es el género que Jarque domina por excelencia e indudablemente lo lleva con soltura y convicción, tanto en la actuación, como en el canto y el baile. Es uno de los personajes que mejor la representa en las tablas.

En el entorno del “EmCee” y “Sally Bowles” se desarrollan otras historias paralelas, igualmente excelentes. Jorge Castro como “Clifford Bradshaw”, escritor americano que llega a Berlín en busca de inspiración; Miguel Diffoot como “Ernst Ludwig”, miembro del régimen nazi, contrabadista y quien introduce a “Clifford” en sus oscuros negocios; Johanna Rosaly como “Fraulein Schneider”, dueña de la pensión que acoge a “Clifford”, enamorada del mercader judío, “Herr Schultz”, interpretado por René Monclova, y Alfonsina Molinari como la seductora integrante del Kit Kat Club, “Fraulein Kost”, quien gustaba de sacarle dinero a los marineros que llegaban a su centro de trabajo.

Castro y Monclova dan muestra de su versatilidad artística al salirse del género de la comedia, que mayormente manejan en la televisión y el teatro, para desdoblarse en unos personajes conmovedores. Diffoot, asimismo, convence en su representación del personaje que marca el contexto político del momento.

La presencia de Johanna Rosaly llena todo el espacio. Siendo “Fraulein Schneider”, una mujer de carácter fuerte, luchadora, ella consigue mostrarla también en su simpatía y vulnerabilidad. Canta y baila con una chispa y elegancia, que emociona.

Jorge Castro y Johanna Rosaly como "Clifford Bradshaw" y "Fraulein Schneider", respectivamente, comparten escena en múltiples momentos y en ocasiones se les une la tercer miembro de la familia, Alfonsina Molinari.
Jorge Castro y Johanna Rosaly como "Clifford Bradshaw" y "Fraulein Schneider", respectivamente, comparten escena en múltiples momentos y en ocasiones se les une la tercer miembro de la familia, Alfonsina Molinari. (Alejandro Granadillo)

Alfonsina Molinari, igualmente, se luce como la seductora “Fraulein Kost”. Su registro de voz cultivado con su experiencia en el canto lírico, es asombroso.

Hay varios momentos en la pieza en los que coinciden en escena madre (Rosaly), hija (Molinari) y yerno-esposo (Castro), lo que resulta en un deleite para quienes observan.

Todas las actuaciones deslumbran por sí mismas, y así lo celebró el público que al final de la función del sábado, les aplaudió de pie. No obstante, “Cabaret” es una producción completa, donde todos los elementos -dirección (Axel Cintrón), regiduría (Aned Cruz), música (Aidita Encarnación), coreografía (Carlos Hernández), vestuario (Alba Kercado), maquillaje y peluquería (Bryan Villarini), iluminación (Quique Benet), escenografía (José Manuel Díaz Soto), ambientación (Gregorio Barreto) y sonido (Rafael Ubior)- complementan a la perfección cada escena, cada canción, resultando en una experiencia de teatro musical excepcional. Debería mantenerse en cartelera por una larga temporada, como ocurre en las mecas de los musicales, Broadway y Londres.

Hoy, domingo, a las 4:00 pm, será la tercera función, y se abrió una cuarta para el sábado, 16 de julio.

El matrimonio, en sus respectivos personajes de la seductora "Fraulein Kost"y y el escritor "Clifford Bradshaw", tienen un encuentro cercano en el Kit Kat Club.
El matrimonio, en sus respectivos personajes de la seductora "Fraulein Kost"y y el escritor "Clifford Bradshaw", tienen un encuentro cercano en el Kit Kat Club. (Alejandro Granadillo)