Artistas viven en rueda para hamsters humanos
Ambos se colocaron en extremos opuestos en la rueda y deben coordinar cuidadosamente sus movimientos.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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¿Hay quien alguna vez haya sentido que se encuentra en una rueda grande de hamster y no puede bajarse?
Los artistas del performance Ward Shelley y Alex Schweder saben perfectamente lo que es eso.
Ambos decidieron pasar 10 días comiendo y durmiendo en una rueda gigante —como si fueran hámsters— para dejar algo en claro: Hay que trabajar en conjunto para superar inconvenientes diarios.
"No estaba preparado para esto... quizá debí estarlo", expresó Shelley desde lo alto de la rueda, mientras uno de sus pies salía por un lado de la estructura de madera y metal que alcanza 7.62 metros (25 pies) de alto.
Un movimiento equivocado de él o su compañero hámster humano y ambos corren el peligro de caer.
Ambos se colocaron en extremos opuestos en la rueda, a 180 grados uno del otro, y deben coordinar cuidadosamente sus movimientos.
Si uno de ellos camina, el otro debe hacerlo en la dirección opuesta. Si uno para, el otro también debe parar.
"Realmente se trata de una exploración de lo que implica la colaboración", expresó Schweder desde la seguridad relativa de la parte interior y debajo de la rueda.
"Es la exploración de la confianza entre dos personas", apuntó.
Su actuación en vivo llamado "En órbita" concluirá el domingo en The Boiler, el espacio de actuación de la galería Pierogi en la sección de Williamsburg, en Brooklyn.
Algunos curiosos han venido a mirar el espectáculo, que a menudo es más naturaleza muerta que poesía en movimiento.
Durante una visita reciente al lugar, Shelley y Schweder movieron la rueda por algunos segundos.
La rueda que construyeron ambos tiene 18.29 metros (60 pies) de circunferencia y está equipada con todo lo que necesitan: camas angostas, sillas, escritorios, una nevera, una cocina rudimentaria (en la que han preparado omeletes y salchichas) y un baño químico (con una pantalla para la privacidad), todo afianzado.
Incluso los participantes utilizan un arnés de seguridad.
"Vivimos en una gran rueda que es esencialmente un apartamento de dos recámaras", expresó Schweder.
"Dormir es un tipo de refugio", afirmó Shelley. "Hay una presión psicológica aquí estar en esta cosa así que cuando se va a dormir es fácil permanecer ahí", apuntó.
Ambos sabían que la vida en la rueda sería difícil e intentan mantener la solidez mental hasta que puedan descender de nuevo a tierra firme.
"Diez días es un número que se puede tener en la mente y llevar la cuenta regresiva", expresó Shelley. "Es como si le indican a uno que se mantenga en el rincón cuando se es niño", afirmó.