A menos de 24 horas de haber revisitado el clásico cinematográfico de Alfred Hitchcock, The Birds, ahí se encontraba ante mí su protagonista, la actriz Tippi Hedren. De la noche a la mañana, la despampanante rubia que se convirtió en el objeto de obsesión del renombrado “Maestro del Suspenso” había envejecido 50 años, tantos como su primer filme de 1963 que este jueves serán celebrados en el marco del Puerto Rico Horror Film Fest, donde la actriz lo presentará.

Su rostro denota -obviamente- su edad de 83 años, pero sus llamativos ojos verdes y apacible tono de voz se han mantenido inmunes al paso de tiempo. Hedren se encarga de que su primera impresión sea digna de un ícono de Hollywood, ataviada con un vestido negro y fucsia, decorado por prendas entre las que se destaca un pin de perlas en forma de pájaros que le fue obsequiado tras su actuación en The Birds. 

La actriz nos saluda con el puño cerrado, pues dice que así se mantiene más saludable, antes de remontarse a su primer encuentro con el legendario director de Psycho, Vertigo y muchos otros clásicos.

“Fui contratada por Hitchcock antes de conocerlo, lo cual considero interesante. No conozco de ningún otro caso similar. Después de mirar el contrato y firmarlo, entonces me llevaron a conocer a Mr. Hitchcock. Fuimos al estudio y ahí estaba, tal y como aparecía en su programa semanal de televisión. Me sentí muy cómoda, lo cual al momento me pareció inusual, y tuvimos una conversación sobre comida, vino… hablamos de todo menos de hacer una película”, recuerda Hedren, quien fue descubierta por Hitchcock en un anuncio de televisión, uno de los cientos en los que la actriz se inició como modelo. Quizá fue allí donde empezó la obsesión.

Al igual que Grace Kelly, Kim Novak, Eva Marie Saint y Janet Leigh antes que ella, Hedren se convirtió en una de las características rubias de Hitchcock. Sin embargo, la falta de experiencia histriónica de Hedren dio paso a una relación más estrecha con el director, quien se convirtió en su coach dramático, gesto que la artista considera invaluable, pero que también tuvo serias consecuencias.

“Cerca del final de la filmación de The Birds vi las primeras señales de su obsesión conmigo. Fue una situación estranguladora y triste al mismo tiempo, pues amaba trabajar con Alfred Hitchcock. Teníamos una buena relación de trabajo, pero cuando todo eso pasó, todo cambió. Me preguntaba ‘¿por qué está haciendo esto?’. Nunca le di ninguna señal de que estaba interesada en él, pero no se puede razonar con una persona obsesionada. Hay algo retorcido en la mente de alguien así”, explica Hedren acerca de Hitchcock, cineasta cuyo fetiche por las rubias era conocido en Hollywood, incluso por ella, pero en su caso la situación se tornó mucho más personal.

“Había escuchado de su reputación pero no a ese extremo. Sabía que Vera Miles había logrado librarse de su contrato, pero aparentemente la situación iba tan atrás como con actrices de la era silente de Hitchcock. No era algo nuevo, pero nadie nunca hablaba de ello. Esto era durante el sistema de estudio, cuando una actriz nada podía hacer debido al poder que tenían los directores, y aquí estaba yo con uno de los hombres más poderosos en la historia del cine”, indica la actriz, quien solo actuó en otra cinta más de Hitchcock, Marnie (1964), antes de poner fin a la agobiante relación.

“Perdí mucho a raíz de esa situación y por eso es que sigo hablando de ella después de tantos años, para que otras mujeres que atraviesen una situación similar sepan que lo que tienen que hacer es salirse de ella. Él me dijo que arruinaría mi carrera y así lo hizo. Cuando terminé de filmar The Birds y Marnie estaba muy solicitada en la industria, pero para llegar a mí tenían que pasar por él, y él simplemente les decía a los directores y productores que yo no estaba disponible”, manifiesta Hedren, a la vez que asegura que no se arrepiente de ninguna de las decisiones que tomó y las repetiría rigurosamente.

Hitchcock: el hombre vs el artista

Durante nuestra conversación, Hedren responde cada pregunta como si no lo hubiese hecho ya en innumerables ocasiones. La herida que Hitchcock dejó en ella aún se siente latente en sus expresiones, pero paradójicamente también deja ver su admiración por el artista que le abrió las puertas al séptimo arte. A través de cinco décadas, Hedren ha aprendido a separar, al hombre que le hizo acercamiento sexuales, del director cuyo nombre es sinónimo del cine.

“Creo que tengo un entendimiento de las enfermedades mentales, como lo es la obsesión, pero no soy quien para quitarle su arte a alguien. No mezclaré esas dos cosas, porque Hitchcock fue y sigue siendo uno de los verdaderos genios de la industria del cine”, dice Hedren con convicción y entre anécdotas de su primer trabajo como actriz en The Birds, película que, según calcula, ha visto 2,005 veces.

Su entusiasmo por el clásico filme de suspenso es palpable, más aun cuando se entera de que yo nunca he tenido la oportunidad de verlo proyectado en la pantalla grande. Al preguntarle cuál es el mayor logro de The Birds, la actriz considera la pregunta por un instante.

“Es un enigma. The Birds ha tenido una vida propia. Generaciones tras generaciones adoran The Birds. ¿Por qué? Quizá porque no hay respuesta a esa pregunta. Es una película poco convencional. Es el fin del mundo. Los pájaros se apoderan del mundo. Cada vez que sales al exterior, los ves a ellos, y qué pasaría si se unen y empiezan a atacar a las personas. Podría ser muy escalofriante”, propone la actriz, con un cierto brillo en los ojos y una pícara sonrisa en la que denota el orgullo que siente por el largometraje.

Esas palabras de Hedren me siguen de camino al estacionamiento del hotel de la capital donde se hospeda. Usted no me lo creerá, pero no le miento cuando le digo que al llegar a mi carro decenas de pájaros abandonaron los árboles cercanos y comenzaron a sobrevolarlos. Coincidencia… quizá. Sí, no más que eso, pero igual se me erizó la piel.