“El norte recuerda”, le dice una sirvienta a Sansa Stark tras darle la bienvenida a Winterfell, el hogar que no pisaba -y creyó jamás volvería a pisar- cuando se marchó de allí con la ingenua ilusión de convertirse en la esposa y reina de Joffrey Baratheon. Desde entonces ha vivido un infierno, perdió a sus hermanos, padre y madre, y ahora retorna a casa para reinterpretar un rol que, desafortunadamente, conoce muy bien: como la prometida de un noble con cuyo casamiento fortalecería una alianza estratégica. En esta ocasión, para colmo, se trata del hijo del hombre que mató a su hermano y madre, el sádico Ramsay Bolton. Pero el norte recuerda, y ella también.

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El episodio de anoche de “Game of Thrones” –titulado “High Sparrow”- se encargó precisamente de recordarnos la importancia del norte del continente de Westeros y, sobre todo, quienes provienen de ahí. Tres de los hijos de la familia Stark recibieron su merecida atención y sus arcos dramáticos recorrieron caminos temáticamente similares, pues los tres llegaron a una importante encrucijada en la que se vieron obligados a poner a un lado quiénes eran para poder asumir nuevos papeles en esta lucha. Pero, volvemos, el norte recuerda, el norte no olvida, y ellos tampoco.

Se trató del capítulo más satisfactorio de la quinta temporada hasta ahora y uno que supo hilvanar con maestría muchos eventos significativos en poco tiempo, aunque el episodio fue tan robusto que se sintió más extenso de lo normal. La acción comenzó en Braavos, donde Arya Stark inició su entrenamiento en La casa de blanco y negro, estupendamente realizada en un set que exhibía estatuas de las diferentes deidades de este universo fantasioso. ¿Su primera lección? Para ser un Hombre sin rostro no se puede ser nadie.

“Veo a Arya Stark, la espada de Arya Stark y la ropa de Arya Stark”, le dice Jaqen H’ghar a su pupila, insinuando que para poder proseguir con su meta de unirse a la secta deberá deshacerse –al menos físicamente- de su pasado. Arya lanza todas sus pertenencias al mar, pero titubea al sostener a Needle, la espada que le obsequió Jon la última vez que lo vio en Winterfell. La actriz Maisie Williams se lució en esta escena en la que por un instante pudimos ver a la niña que comenzó esta odisea años atrás, la Arya de ocho años que se supone que estemos viendo –según su edad en los libros- pero que las realidades de la televisión la han transformado en una adolescente. Arya no puede desprenderse de Needle porque, por más vueltas que ha dado, falsas identidades que ha asumido y le quedan por asumir, sigue siendo una norteña, por lo que esconde la espada debajo de unas piedras a las afueras de la Casa de blanco y negro.

Miles de millas al noroeste de Braavos, en Castle Black, Jon Snow también se debatía entre sus aspiraciones personales y su deber. Fiel al espíritu de su padre, el joven asumió su responsabilidad como el comandante del Night’s Watch, rechazando la oferta que le hizo Stannis de regresar a Winterfell como Jon Stark si lo ayudaba a vencer a los Bolton y retomar el poder de la zona. Daavos, sin embargo, sembró en Jon la semilla de que su deber –según sus votos sagrados- no se circunscribe exclusivamente a defender al Wall, sino a todos los reinos.

Como prueba de que el hijo mayor de los Stark ya no es un chico, anoche puso fin a una insubordinación del mismo modo que lo hubiera hecho su padre: ejecutando a aquel que no cumpla con su obligación. Janos Slynt, quien contribuyó a la muerte de Ned Stark, perdió la cabeza –literalmente- tras rehusarse a seguir una orden. Jon no solo se ganó el respeto de su mayor enemigo, Alliser Thorne, sino también el de Stannis, al impartir la justicia norteña que lleva en la sangre.

Quedándonos en el norte, la mayor interrogante que todos tenemos es qué ocurrirá en Winterfell durante los próximos episodios con la llegada de Sansa. ¿Qué se trae Littlefinger entre manos? ¿Cuál será la función de Brienne en este escenario? La imponente guerrera tuvo una extensa conversación con Pod en la que hizo hincapié en que aún culpa a Stannis por la muerte de Renly, pero según los libros, ella anda por otros lares. Estas son las mayores desviaciones que los creadores de la serie se han tomado la libertad de hacer del texto original en esta temporada, llevándonos a los lectores de las novelas a territorio desconocido, por lo que lo único que podemos hacer es especular acerca del plan que está trazando Littlefinger, quien ayer intercambió comunicaciones secretas con Cersei Lannister desde King’s Landing.

Y hablando de la capital, Cersei -contrario a su hijo- no la está pasando muy bien tras la boda de Tommen y Margaery. La nueva reina es la querendona del pueblo, mientras que ella está en el polo opuesto, siendo el blanco de mofas acerca de su edad y alcoholismo. Tommen la está pasando de show en su vida de recién casado mientras Margaery lo controla con absoluta facilidad a través del sexo, sugiriéndole que quizá sea mejor que su mamá regrese a Casterly Rock. Margaery no sabe con quién se está metiendo, y anoche Cersei encontró lo que aparenta ser un nuevo aliado en su guerra fría: el líder religioso conocido como el High Sparrow, interpretado por el actor Jonathan Pryce, quien contará con amplias oportunidades para brillar en las próximas semanas.

El episodio cerró con mi nuevo dúo favorito, Varys y Tyrion, este último harto de estar encerrado en el carruaje, por lo que decide bajarse en la ciudad de Volatins –increíblemente realizada a través de fantásticos efectos especiales- para sumergirse en sus debilidades: el alcohol y las mujeres. Sin embargo, cuando llega el momento de tomar acción, el enano no puede irse con una prostituta. El recuerdo de Shae aún lo mantiene cautivo del pasado, pero esto se convierte en el menor de sus problemas cuando Jorah Mormont lo divisa en la barra y lo secuestra para llevarlo ante Daenerys con la esperanza de volverse a ganar la confianza de la madre de los dragones.

En el próximo capítulo de “Game of Thrones” finalmente conoceremos a las Sand Snakes, la guerra santa se recrudece en King’s Landing y, quizá, sepamos qué rayos hay debajo de la sábana en el laboratorio de Qyburn.