Feliz Ariadne Díaz en “Llena de amor”
Afirma que jamás se avergonzaría de ser conocida como “actriz de telenovelas".

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Las telenovelas de Televisa, en México, suelen ser un trampolín para muchos actores. He ahí el caso de Thalía, Salma Hayek, Christopher von Uckerman y Kuno Becker, por ejemplo. Los cuatro han renegado una y otra vez de las plataformas televisivas que los hicieron famosos, al insistir en que son talentos de cine y, si acaso, teatro.
Ariadne Díaz es la excepción a esta aparente regla. La protagonista de Llena de amor, el culebrón que se estrena en Univisión Puerto Rico hoy, lunes, a las 4:00 de la tarde, afirma que jamás se avergonzaría de ser identificada como “actriz de telenovelas”.
“A mí no me importaría estar toda mi vida en Televisa, si logro consagrarme como la villana o como actriz de reparto. Mi meta es que la gente se acuerde de mí porque hice bien el trabajo que tenía que hacer”, expresa a este diario la intérprete de apenas 23 años de edad.
Conocida en Puerto Rico por sus participaciones en Muchachitas como tú, Al diablo con los guapos y Mañana es para siempre, en Llena de amor Ariadne encarna a “Marianela”, una muchacha sobre peso que conquista, sin proponérselo, a su primo, el apuesto deportista “Emanuel” (Valentino Lanús). Esta relación es vista con malos ojos por la familia de ambos y el resto de la sociedad, pues nadie acepta que un joven guapo, inteligente y exitoso se fije en una joven regordeta.
Se trata de una adaptación de la trama venezolana Mi gorda bella (2002).
“Todo el mundo me pregunta si estoy contenta por haber logrado un protagónico tan rápido, y la verdad es que sí lo estoy, pero igual que si hubiera sido un papel secundario. Es parte de los muchos prejuicios que hay en el medio. Yo soy de las que creen que las estrellas no siempre son los protagonistas”, establece Ariadne Díaz.
La artista cuenta que se identifica con “Marianela” porque, al igual que ella, le resta importancia a la belleza física para enfocarse en procesar los contratiempos como experiencias de aprendizaje.
En su caso, los tres retos que más energía le costó enfrentar fueron la presión de estar rodeada de actores de la talla de Laura Flores, César Évora y Azela Robinson; el agotamiento físico que le causó tener que estar dentro de una botarga día y noche; y la dificultad de imitar un acento extranjero.
Una botarga es una pieza de vestir al estilo armazón, que se usa dentro de los trajes actorales para deformar los cuerpos; en el caso de “Marianela”, para hacerla lucir sobrepeso.
“La botarga fue mi cruz. Todo lo que haya hecho malo en la vida, lo pagué con la botarga. Me pesaba mucho, me dolía la espalda, pero Valentino (Lanús) siempre estaba pendiente; me buscaba hielo, me abanicaba”, relata la actriz.
En cuanto al hecho de estar rodeada de veteranos del melodrama, Ariadne dice que éstos fueron “sumamente apapachadores (cariñosos) y respetuosos”.
“Lo que sí me drenó mucho fue el acento español que tuve que fingir más tarde en la trama. Vi películas, tuve maestros de España, hasta que logré hacerlo y estoy satisfecha”, confiesa por teléfono desde Ciudad de México.
La intérprete invita al público a ver Llena de amor porque su historia encierra “un mensaje importante”. Según Ariadne Díaz, esta telenovela “nos recuerda que todavía existen personas que se enamoran, no por el (aspecto) físico, sino porque alguien las hace reír, llorar... Pero, más importante todavía, nos alerta de cuán perseguidos y discriminados pueden llegar a ser no solamente quienes no cumplen los requisitos de la belleza, sino los que se enamoran de ellos, como si fuera malo ver más allá de la superficie”, diserta.