Catherine Deneuve, la gran dama del cine francés, es conocida por su frialdad, pero su regreso al Festival de Cannes tras haber sufrido un infarto cerebral y la “terrible” pandemia, le han hecho emocionarse y mostrarse más humana que nunca.

Anoche, el público que abarrotaba el Gran Teatro Lumiére para la proyección de gala del filme “De son vivant”, proyectado fuera de competición en el festival, la recibió con una larga y cálida ovación, que fue “muy, muy emocionante”, como reconoció este domingo en rueda de prensa.

“Es extraordinario que se haya podido retomar el festival” tras la edición cancelada del año pasado, señaló la actriz, que recordó su larga historia con el festival, que empezó en 1964 cuando tenía solo 21 años y el filme que protagonizaba, “Los paraguas de Cherburgo”, se llevó la Palma de Oro.

“Conozco Cannes desde hace mucho tiempo y cada vez ocurren cosas diferentes pero nunca he estado tan emocionada como ayer cuando entré en la sala, la forma en la que me acogieron fue muy, muy emocionante”, aseguró.

Vestida de negro y con mascarilla fucsia, la actriz se mostró en buena forma física a sus 77 años y tras haber sufrido hace 18 meses un íctus, al que se refirió de refilón.

“Personalmente me han pasado muchas cosas en un tiempo bastante importante. Y después ocurrió esta cosa terrible que tuvo implicaciones en la película”, señaló la actriz en referencia al rodaje de “De son vivant”, que tuvo que interrumpirse primero por su problema de salud y luego por la pandemia.

El COVID tomó “una dimensión y potencia” tremenda que ha hecho que todos “veamos las cosas de forma diferente”.

Deneuve recordó el sida y sus consecuencias en los años ochenta, pero ahora es un desastre “terrible que afecta a todo el mundo”. “Es impresionante cómo nos relacionamos incluso con gente que no conocemos. Hay algo muy, muy diferente entre la gente”, agregó.

La actriz interpreta a “De son vivant” a Crystal, la madre de Benjamin (Benoit Magimel), un profesor de teatro al que diagnostican un cáncer de páncreas con una esperanza de vida de un año.

La directora del filme, Emmanuelle Bercot, partió de la idea de un madre que pierde a un hijo de cáncer y la unión con el sistema que aplica el oncólogo Gabriel Sara -que interpreta al médico en la película-, que consiste en rodear a los enfermos de amor y de momentos de felicidad a través de la música y el baile.

“Su trabajo, su humanidad y su filosofía han hecho que este filme, que era sobre el amor, se convirtiera en filme sobre el amor pero que es un himno a la vida”, explicó Bercot.

Para rodar la historia, eligió a amigos, que es lo que siempre hace en sus películas.

“A mí lo que me interesa no son los actores, me interesa rodar a gente que me gusta, sean o no actores. Catherine Deneuve me inspira, en el trabajo eleva mi creatividad. Escribí (el guion) para ella (...) Y en la vida es alguien que cuenta mucho para mí y con la que paso tiempo”, explicó la directora, que asegura que así tiene la impresión de “estar en familia”.

Para Deneuve trabajar con Bercot de nuevo fue un reencuentro con alguien con quien mantiene una fuerte relación y en el plano profesional le gusta que reescriba mucho el guion y le da una “confianza absoluta”.

También resaltó lo complicado que fue cuando retomaron el rodaje tras el confinamiento. Estaban muy protegidos pero fue extraño acostumbrarse a rodar con todo el equipo a su alrededor con mascarillas. “Con la mascarilla solo se ve la mitad de la cara” y se pierden expresiones, pero tras algunos días y con una situación “tan fuerte y particular” en todo el mundo, se acostumbraron a trabajar así, explicó.

Mientras que Magimel aseguró que los papeles que les dio Bercot fueron “un actor de amor”, aunque reconoció que al principio sintió miedo de enfrentarse a un enfermo terminal, al mismo tiempo fue una “bofetada en plena cara” porque “la cuestión de la muerte” nos acompaña siempre.