Más cruda, violenta, grosera, explícita y absurda que su predecesora, la secuela del filme Crank, titulada Crank: High Voltage, que llega hoy a los cines puertorriqueños, es una descomunal oda a casi todo tipo de exceso capaz de plasmarse en la pantalla grande.

Si la película original consiguió distinguirse por su entretenida –aunque ridícula- premisa, en la que el protagonista “Chev Chelios” debía mantener sus niveles de adrenalina elevados para que su corazón no parase de latir, la segunda parte será recordada por lograr comprimir en tan sólo 85 minutos más tiros, sangre, insultos y senos que los que usted podrá contar en cualquier otra cinta clasificada “R” en el 2009. Que alguien llame a la gente de Guinness; deben haber roto algún récord.

El largometraje arranca exactamente donde culminó el anterior. El asesino a sueldo “Chev Chelios” –interpretado una vez más por Jason Statham (The Transporter)- acaba de caer desde un helicóptero a miles de pies de altura (el cartel de promoción del filme lee “Estaba muerto, pero se puso mejor”) y es recogido del pavimento por unos mafiosos.

Meses más tarde, despierta y se percata de que su corazón ha sido reemplazado por uno artificial que debe mantener cargado eléctricamente para no morir. Es así como inicia la desenfrenada búsqueda de “Chev” a través de las calles de Los Ángeles por su corazón, matando a diestra y siniestra a cuanto maleante se cruza en su camino.

Crank: High Voltage es una cinta sin pretensiones, cuyo único propósito –además de impresionarlo con sus burdas imágenes y quizá marearlo con su frenética edición- es entretenerlo con su ridículo argumento. Sin embargo, hay ciertos momentos en los que a los cineastas se les va la mano.

Por lo visto, el dúo de directores compuesto por Mark Neveldine y Brian Taylor contaba con la libertad de hacer lo que les viniese en gana, ya que no demuestran ningún tipo de restricción. Cuanta locura se les ocurrió acabó en su guión sin considerar si tendrían razón de ser en la pantalla.

De igual forma, el enfoque en “Chelios” se pierde un poco en esta secuela al abrir el libreto a otros personajes que no aportan nada a la trama.

Pero independientemente de lo que diga esta crítica, usted ya sabe muy bien si va a ver este largometraje o no. Ya sea porque es fanático de la original o porque el corto le llamó la atención, la realidad es que existe un público que disfruta de este tipo de cine.

A la gran mayoría de los cinéfilos nos gusta degustar caviar cinematográfico, pero debemos admitir que -de vez en cuando- también necesitamos saborearnos una grasosa hamburguesa con papas fritas, y eso es precisamente lo que es Crank: High Voltage: comida chatarra en celuloide.