Adam Driver aterriza en otra galaxia
Tras el fiasco de la última trilogía de “Star Wars” y su rol como “Kylo Ren”, el actor se arriesga nuevamente en la ciencia ficción con “65″.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Adam Driver quiere darse otra oportunidad en la ciencia ficción. El actor californiano que una vez fue marine del ejército estadounidense, encontró en el guion de 65 una oportunidad para transitar en un género que conoce y con el que vivió una especie de purgatorio cinematográfico.
Tuvo que lidiar con el amor y las críticas despiadadas por su papel de “Kylo Ren” en la más reciente trilogía de Star Wars, que dejó un extraño sabor de boca entre los fanáticos al verlo como villano de una galaxia muy lejana. Pero otra vez se arriesgó a montarse en un proyecto futurista para dejar de lado ese halo de actor de carácter y tomar la piel de un héroe.
La premisa de 65 lo ubica como el piloto de un viaje interplanetario que, tras un accidente, lo lleva a aterrizar en la Tierra, 65 millones de años atrás. Y lo siguiente no es un spoiler ni un dato que destruya una gran sorpresa –de hecho, el hecho que se revele desde el mismo tráiler da cuenta que hay un as bajo la manga: “Mills”, su personaje, no está solo en ese recorrido ya que cuenta con la compañía de “Koa” (Ariana Greenblatt). La relación parece plantear una dinámica paternal para darle un poco de aire a la tensión típica de esa carrera del gato y el ratón… o mejor: del pequeño humano y dinosaurios hambrientos.
Pero 65 no se trata de un Jurassic Park Reloaded, ya que su protagonista revela un carisma más denso y calculador, y sobrepasa esa idea de tener crear empatía con la clase de héroe que, por momentos, descarga unas cuantas municiones de humor y ternura. El actor, como en muchos de sus papeles, es más contenido y parece estar concentrado en liquidar a sus oponentes y regresar a casa.
Riesgos interesantes
Pero su rol en esta nueva película que estrena hoy en las salas de cine, ¿reviste un peligro para el estilo de Adam Driver? Teniendo en cuenta que con la fama vino también la crítica descarnada de algunos puristas de la reciente (y fallida) trilogía de Star Wars, la respuesta podría ser que sí; es un riesgo actoral entrar en este viaje prehistórico, pero consigue todo lo contrario.
Lejos de ser una redención en sí misma, este héroe con armas de alta tecnología aniquilando a dinosaurios suma a una carrera cargada de interesantes riesgos.
A sus 39 años, Adam Driver se dio a conocer en la televisión con el poderoso plato de comedia y drama Girls, de HBO, que en 49 episodios encarnó a un ‘falso secundario’, en una fábula contemporánea neoyorquina de un grupo de chicas encontrando su lugar en el mundo. Lo de falso es porque Driver llamó la atención y se robó un poco el show. Había nacido una estrella.
Junto al realizador Noah Baumbach fue parte del filme independiente Frances Ha, con un papel de apoyo en otra trama en la jungla urbana de la capital del mundo y cuando parecía que la sombra del encasillamiento estaba muy cerca, Driver dio un salto importante al ser parte de un filme de los hermanos Ethan y Joel Cohen, Inside Llewyn Davis, y también se codeó con otros grandes directores en filmes pequeños y algunos muy poderosos.
En Midnight Special pudo probar un poco más del sabor de la ciencia ficción al convertirse en un científico en una trama de acción en la que un niño con dones especiales era perseguido por el gobierno.
Ni qué decir de su cambio de registro y protagonismo en Paterson, como un conductor de bus que en realidad es un poeta con un espíritu tranquilo que calzó perfecto dentro de la sensibilidad del intérprete introspectivo, serio, profundo y entrañable.
Martin Scorsese lo hizo parte de uno de sus filmes más personales, Silence, que hablaba de fe y sacrificio; en contraste con su trabajo en la crítica al racismo en BlacKKKlansman, de Spike Lee o la demoledora radiografía del fin del amor marital en Marriage Story (2019), estas últimas dos con la que logró sendas nominaciones al Oscar.
Ante esas propuestas, abismales en forma y contenido entre sí, queda claro que Adam Driver sí le mete a todo. No se trata solo de un artista que no se deja seducir por el mainstrean, ni se arrastra por el éxito de la taquilla. Él se enfoca en lo suyo, en meterse en personaje y escapar lo más pronto posible para dar espacio a lo que le exija saltarse sus propios límites.
En 65, la idea del héroe promete ser menos estereotipada. Además, tiene a su favor que la cinta es dirigida por Scott Beck y Bryan Woods, los artífices del guion de un impactante ejercicio de suspenso, A Quiet Place, que tiene unas cuantas referencias en el nuevo filme que estrenan ahora.
Así que bien se puede decirque hay vida después de Star Wars y, sobre todo, para Adam Driver todavía hay vida en la ciencia ficción.