Lorenzo Rivera, hijo de Vitito Rivera, construye su propio legado en el voleibol
El prospecto está dejando su huella en el voleibol escolar con Bayamón Military Academy y ya representó a Puerto Rico con la Selección Nacional.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Gurabo. Desde pequeño, Lorenzo Rivera creció alrededor del deporte de la malla alta al ser hijo de Víctor “Vitito” Rivera, una leyenda de la Liga de Voleibol Superior Masculino (LVSM) que capturó nueve campeonatos, tres subcampeonatos y cuatro trofeos de Jugador Más Valioso de la serie final (1997, 2001, 2003 y 2006).
Casi 20 años después de la última vez que “Vitito” fue el MVP de una serie final, es Lorenzo quien está continuando el legado de la familia, siendo considerado uno de los mejores prospectos en la isla y destacándose en las etapas culminantes de la Copa Buzzer Beater con Bayamón Military Academy (BMA).
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Sin embargo, cuando Lorenzo nació, el nueve veces campeón del Voleibol Superior no quería que su hijo se adentrara en este deporte, ya que pensaba que tendría una presión enorme en sus hombros por algún día alcanzar los logros de su padre.
“Si te soy honesto, yo no quería que él jugara voleibol. Al principio, yo no quería que jugara porque yo sabía que la comparación conmigo iba a estar constantemente y yo no quería que él fuese la sombra de lo que yo fui en algún momento”, confesó Rivera a Primera Hora.
“Cuando tenía como 12 años, me dijo: ‘Papá, yo quiero jugar voleibol’. Y yo le dije: ‘Si tú quieres jugar voleibol, yo te voy a entrenar. Y si vas a jugar voleibol, vas a entrenar con el mejor’. Y ahí empezó”, contó.
El plan de “Vitito” era convertir a su hijo en un acomodador, una posición que no es usualmente ocupada por jugadores con la estatura de Lorenzo, quien actualmente mide 6′5″ a sus 17 años. Rivera entendía que esto le daría a Lorenzo una ventaja sobre el resto. Pero con el tiempo, se desarrolló en otras posiciones y en el presente juega como esquina.
De acuerdo con “Vitito”, Lorenzo siempre demostró que tenía el talento necesario para llegar lejos en el deporte de la malla alta, pero no tenía la intensidad en cancha que ha exhibido en el campeonato nacional de voleibol escolar que se está celebrando en el Coliseo Fernando “Rube” Hernández, de Gurabo. Ese cambio surgió gracias al dirigente de los Changos de Naranjito, Jamille Torres.
“El Club de Voleibol 787 Elite practicaba en Naranjito y Jamille un día le dijo: ‘Lorenzo, ¿tú quieres practicar con los Changos?’ Y él (Lorenzo) vino para donde mí y me preguntó y le dije: ‘Dale, si tú crees que puedes, dale’. Jamille le dio una camisa de los Changos y ahí fue la transformación de Lorenzo querer ser Lorenzo y no ser el hijo de ‘Vitito’. De ahí en adelante, fue que él le metió al 1,000 por ciento y le creció la pasión”, contó.
Esa pasión y trabajo duro le han dado éxito a Lorenzo a su corta edad. Rivera fue parte de la delegación boricua en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mar y Playa Santa Marta 2022, en donde compitió en el voleibol de playa con su papá como entrenador. También se colgó este año una medalla de bronce con la Selección Nacional Sub 19 en la Copa Panamericana y jugó con el Equipo Nacional adulto en la Copa Panamericana Norceca masculina Final Six.
Como si fuera poco, también encabeza al sexteto de BMA, equipo que está en la cima del ranking masculino de Buzzer Beater.
A pesar de que admitió que llevar el apellido Rivera en su espalda pesa, Lorenzo aseguró que se ha adaptado a la presión que conlleva ser hijo de una leyenda del voleibol puertorriqueño y está centrado en construir su propio legado.
“Era una presión bastante fuerte porque uno tiene que hacer las cosas bien y demostrar, pero ya no es tanta presión como antes. Antes yo me ponía presión de que tenía que ser el mejor y hacer todo bien, pero me he adaptado”, comentó Lorenzo.
Tanto así que ya hasta su talento ha sido reconocido en el exterior y se comprometió a una universidad de División 1 de la NCAA en Estados Unidos, aunque todavía no pueden revelar cuál es la institución.
No hay duda de que el voleibol es algo que Lorenzo lleva en la sangre y, por eso, le quiere dedicar su vida a este deporte al igual que su papá. Incluso, sueña con algún día vestir un uniforme con el que se ha familiarizado y encariñado desde su niñez: el uniforme de los Changos de Naranjito.
“Sí, (quiero jugar con los Changos) algún día”, contestó Lorenzo sin pensarlo.