Julio “Buyín” Camacho Mattei: El Da Vinci boricua
Estableció un estilo único como analista del voleibol superior.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 11 años.
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El italiano Leonardo da Vinci es considerado uno de los artistas más importantes en la historia de la humanidad. Fue un inventor, escultor, músico y compositor, matemático, ingeniero, geólogo, cartógrafo, botanista y escritor.
La vida y trayectoria del ex voleibolista Julio “Buyín” Camacho Mattei guarda ciertas similitudes con la de Da Vinci.
Además de todos sus logros dentro de las canchas de voleibol, Camacho fue baloncelista, participó en pista y campo, representó a Puerto Rico en múltiples competencias deportivas internacionales, fue gerente, dirigente, director atlético, maestro, periodista y hasta árbitro. En fin, es poco lo que Camacho Mattei no ha hecho a lo largo de sus 77 años de vida.
El ex jugador le abrió las puertas de su hogar a Primera Hora para conversar de su diversa trayectoria.
¿En qué año participó en su primer equipo de voleibol organizado?
Comencé a jugar en el 1953, cuando estaba en mi cuarto año de escuela superior. En ese momento no existía la Federación (Puertorriqueña de Voleibol) como está ahora. El licenciado Rafael Soltero Peralta, que era un entusiasta del deporte, era la persona que organizaba los equipos. En ese momento solo habían equipos en Yauco, Naranjito y Río Piedras y entre ellos se reunían para jugar y ese era el voleibol superior en esa época.
¿Cómo llegó a jugar la posición de colocador?
Remataba en la escuela superior y, por mi estatura, me di cuenta que de los jugadores no querían acomodar y todo era, como todavía se ve, ‘pon la bola para quilear’. Siempre tuve buenos dedos y llegó un momento dado en el que dije: ‘pues acomodo’, pero como se jugaba con el sistema de 4-2, siempre me tenían que poner la bola al frente, por lo que también era ofensivo.
¿Se podría decir que en cuarto año de escuela ya estaba jugando profesional?
Exacto, pero era un nivel que lo que me daban era una peseta para tomar un refresco o comprar un bizcochito. Hoy día no. Ahora sí son profesionales.
¿Por qué se decidió por concentrarse en el voleibol?
Me quedé en el voleibol porque jugadores del cuadro de Yauco, como (Ángel) “Conejo” García, me dijeron que si me iba el equipo se iba a ir por el chorro. En ese momento era el acomodador, el capitán del equipo y el de más experiencia, y me dejé llevar. Pero también fue porque (José Luis) “Wiso” Purcell (primer presidente de la Federación tras su fundación en 1958) hizo el señalamiento de que para estar en la Selección (de voleibol) no se podía jugar baloncesto también”.
¿Y nunca se arrepintió de esa decisión?
En parte sí, y en parte no. Jugué en la única Serie del Caribe de Baloncesto en el 1958 con Ponce (donde también participaron equipos de México, Panamá y San Juan) y tenía mucha gente que me decía que no me fuera, pero el problema es que encontré que la claque en Ponce era bien cerrada. De ahí en adelante gané cinco campeonatos y siete subcampeonatos con Yauco.
¿Y cómo se dio la transición de atleta a periodista?
En los Panamericanos de 1959 en Chicago jugamos contra Brasil y aproveché para hablar con los jugadores. Siempre me gustaba observar y hablar, y siempre andaba con una libretita encima, y creo que a la larga papá Dios me tenía para que fuera periodista. Así que les pregunté cómo hacían para desarrollarse y anoté todo lo que me dijeron; su rutina consistía en mucha natación y correr en arena profunda con botas del ejército. Eso lo llevé a los Cafeteros y nos íbamos a Copamarina en Guánica a correr y nos dio resultados. Eso fue como que un preámbulo para la entrada al periodismo, pues en ese momento no me había graduado todavía.
El periodismo le atraía desde temprana edad…
Estaba acostumbrado a enviar desde Yauco los resultados de los partidos a los medios porque no bajaban a cubrir. Cuando me hice coordinador vocacional, que ya trabajaba y tenía una oficina y maquinilla, le enviaba la información a (Francisco) Hernández Negrón en el periódico El Mundo y él lo publicaba, aunque con su nombre, pero era idéntico a lo que enviaba. La oportunidad para ser periodista llegó por casualidad por el director de deportes de El Nuevo Día en ese momento, Ángel Oliveras. Fui a llevarle una historia de la Academia San José, en donde yo era coach, y me dijo que le gustaría que escribiera de voleibol para el periódico. Ahí ya estaban Chu García, David Colón….
La vieja guardia del periodismo deportivo…
La vieja guardia, así mismo es…. Le dije (a Oliveras) que haría algo que le gustaría a los lectores, que era escribir en forma de análisis. Antes se escribían los resultados y mejores anotadores, como una reseña corta. Como participé en muchas giras como jugador, en donde viajamos a México, ya allá se escribía en forma de análisis. Así que cuando comencé en El Nuevo Día en el 1978, comencé escribiendo de esa forma. Puede ser que en El Mundo alguien escribiera de una forma parecida, pero de ahí en adelante continué con esa forma de escribir.
¿Y la faceta de dirigente y maestro, cómo se dio?
Desde que tenía 14 años, que jugaba en la liga policíaca, siempre me daban un equipo para jugar y para dirigir, aunque en aquella época eran más equipos de baloncesto y béisbol. Pienso que nací con liderato... Después que me gradué de la Católica estuve 14 años como coach del colegio Holy Rosary en Yauco... Ahí dirigí voleibol, masculino y femenino, y baloncesto y dejé una marca de 57 victorias consecutivas entre tres temporadas; lo perdí contra un equipo del Liceo Puertorriqueño. En el 1985 dirigí al equipo masculino de la Universidad del Sagrado Corazón (USC) y ganamos invictos el torneo, que fue el primer campeonato para la USC en la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI). Luego estuve 38 años (desde el 1974) en la Academia San José y ganamos campeonatos en voleibol, baloncesto, tenis, sóftbol, natación, bolos, y hasta en golf.
Ha llevado lo que solo se puede describir como una vida completa: jugó voleibol, baloncesto, béisbol, fútbol, participó en pista y campo, representó a Puerto Rico en muchas competencias deportivas internacionales, fue dirigente, director atlético, maestro y educador, director de torneo del baloncesto femenino, periodista, árbitro, esposo, padre y abuelo. Cuando comenzó a andar por este camino y a jugar voleibol, ¿imaginó alguna vez que terminaría haciendo todo esto en su vida?
Jamás.