El inicio de la semifinal entre los Mets de Guaynabo y los Cafeteros de Yauco no solo representa un choque entre dos de los mejores equipos del torneo, sino también el comienzo de un duelo entre los dos novatos más destacados de la temporada 2024 de la Liga de Voleibol Superior Masculino (LVSM).

Se trata del atacante de los Mets, Gregory Torres, y el colocador de los Cafeteros, Eli Irizarry, quienes encabezaron la votación por el premio Novato del Año. Al final, Torres fue quien se alzó con el galardón, al obtener 60 votos frente a los 41 que recibió Irizarry.

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“En mi cabeza, sabía que en esta serie tenía que demostrar que ese premio de verdad era mío, pero realmente no le doy mucha cabeza porque, al final, yo vengo aquí a jugar y a dar el máximo para hacer que mi equipo gane, que esa siempre es la meta”, dijo Torres a Primera Hora sobre su enfrentamiento con Irizarry.

Y así fue, al menos en el primer juego de la semifinal, en el que el atacante, de 20 años y 6′4″ de estatura, anotó 18 puntos viniendo del banco para ayudar a Guaynabo a completar una dramática remontada y vencer a Yauco en el máximo de cinco sets. Irizarry, por su parte, terminó con 31 asistencias.

Gregory Torres, de los Mets de Guaynabo, se prepara para un remate frente a los Cafeteros de Yauco.
Gregory Torres, de los Mets de Guaynabo, se prepara para un remate frente a los Cafeteros de Yauco. (Heriberto Rosario)

“Uno siempre quiere ser lo más competitivo posible. Esa batalla que tuvimos para ese premio (Novato del Año) prendió un poquito algo en mí, aunque la meta es más grande. Jugamos con un peso en los hombros, eso es seguro. Siempre lo he hecho y siempre lo haré”, comentó el acomodador del sexteto yaucano a este diario.

A pesar de que ambos han brillado en su primera campaña en la LVSM, llegaron al torneo en circunstancias completamente distintas. En el caso de Gregory, egresado del Colegio Católico Notre Dame, comenzó el torneo fuera de ritmo, ya que estuvo dos meses fuera debido a una dislocación del hombro izquierdo que sufrió en verano durante una práctica con la Selección Nacional. No obstante, con el paso de las jornadas, empezó a adaptarse a la liga y concluyó la fase regular con 171 ataques y 65 defensas.

“Me he tenido que ajustar a la presión de los demás jugadores de los Mets, porque siento que, cuando fallas, no te van a juzgar, pero sientes que te están mirando. He tenido que aguantar un poquito de esa presión de grupo porque aquí todo el mundo viene a ganar, y el que falla, todos lo apoyamos, pero al mismo tiempo lo empujamos para la próxima jugada”, contó el también exjugador de los North Greenville University Trailblazers en la segunda división de la NCAA.

Entrenador antes de jugador profesional

Por otro lado, antes de que los Cafeteros lo escogieran con el sexto turno de la segunda ronda del sorteo de jugadores de nuevo ingreso, Irizarry, de 25 años, se desempeñó como asistente en los cuerpos técnicos de diversas universidades en Estados Unidos.

“Antes de jugar aquí, iba para mi cuarto año en voleibol escolar en División I. Estuve dos años coacheando en Lewis University, en Romeoville, Illinois, donde tuve la oportunidad de coachear a Antonio Elías (central de los Mets de Guaynabo). Estuve otra temporada con el programa femenino de Jacksonville University”, relató el joven colocador.

Irizarry, quien distribuyó 402 acomodos en la etapa regular, contó que tomó está inusual ruta antes de debutar en la LVSM a causa de la pandemia del Covid-19, ya que cuando se graduó de Springfield College no recibió ofertas de clubes en ligas profesionales.

Eli Irizarry (16) realiza un acomodo para un ataque de los Cafeteros de Yauco contra los Mets de Guaynabo.
Eli Irizarry (16) realiza un acomodo para un ataque de los Cafeteros de Yauco contra los Mets de Guaynabo. (Heriberto Rosario)

“El Covid le cambió los planes a mucha gente, incluyendo a los míos. Yo entendía que yo iba a jugar profesional rápido después de que terminara mi carrera colegial, pero eso no se dio. Se me presentó la universidad de hacer mi maestría, mientras empezaba mi carrera como coach. Tomé la oportunidad y corrí con ella”, narró.

Y ahora que está de vuelta en las canchas como jugador, Irizarry piensa que la experiencia como entrenador le dio una perspectiva distinta del juego.

“Creo que una de las cosas que me ha ayudado es a poder parar el tiempo del juego en vivo y poder ver las cosas un poco más lento para absorber esa información y compartirla con mis compañeros de equipo”, expresó el miembro del conjunto yaucano, quien no descartó regresar en un futuro lejano a las líneas como dirigente.

La serie semifinal entre los Mets y los Cafeteros continúa este viernes en el Coliseo Raúl “Pipote” Oliveras, en Yauco, a partir de las 8:00 de la noche.