Río de Janeiro, Brasil. Franklin Gómez se consideraba así mismo una amenaza para la supremacía en los 65 kilogramos de la lucha en estas Olimpiadas Río 2016 y por eso reconoce que un robo era posiblemente la mejor forma de detenerlo y sacarlo de carrera.

“Ellos saben que yo tengo el potencial… sabían que era una amenaza”, dijo Gómez a este medio alrededor del mediodía de hoy ya botada la frustración que tuvo al ver cómo lo sacaron de carrera con una errada apreciación en los últimos segundos de su combate de cuartos de final ante el uzbeko Ihktiyor Navruzov vía decisión final de 8-5.

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El resultado, descrito como “una trampa” por el también luchador Jaime Espinal y como “un robo” por el delegado de lucha, el ex luchador Manuel García, dejó inicialmente a Gómez a expensas de al menos poder pelear vía ruta de perdedores hacia el bronce si Navruzov llegaba a la final. Pero eso no se cuadró cuando el uzbeko cayó derrotado en la semifinal ante el ruso Soslan Ramonov por 4-1.

“Yo no tengo control de todo lo que está pasando (fuera del tapiz). Solo tengo el control de lo que yo puedo hacer, que es intentar dar lo mejor. (El robo) fue bien obvio. Hasta los coaches atrás en el camerino vinieron para donde mí a decirme ‘te la robaron’. Pero ya cuando ellos toman la decisión qué voy a decir”, dijo Gómez resignado, explicando que no es la primera vez que vive resultados así en medio de un deporte que está lleno de corrupción y en el que se abusa de atletas de países pequeños en la disciplina y que no tienen mucha representación en las altas esferas federativas.

“El segundo jefe al mando de lucha es de Uzbekistán”, agregó a modo de queja.

El que era el último atleta boricua activo en estas Olimpiadas explicó que el desenlace del pleito vino cuando los jueces le negaron darle una movida de cuatro puntos que entendió debieron darle por haber estado él en la ofensiva en la jugada en cuestión cuando se llevó a su rival de espalda contra el piso a la zona lateral del área de pelea. Especificó que aun cuando su rival hiciera algún movimiento en la zona, a último momento, la misma, por regla, no podía serle apreciada como una movida para puntos. Pero los oficiales, que inicialmente marcaron dos puntos a Gómez, luego cambiaron la decisión y le negaron al boricua los cuatro puntos que merecía tanto en la movida inicial como luego de la revisión.

Al final de la jornada, los oficiales en cuestión fueron suspendidos de participar en más combates en el torneo, pero su decisión tomada en el tapiz se sostiene para el resto de la acción. Fueron ellos el árbitro en el mattress, el coreano Tong Kun Chung, el juez principal Temo Kazarashvili de Georgia, y el juez principal de los tres tapices de combate, el alemán Uwe Manz.

“Obviamente debía estar en la semifinal peleando por medallas, pero como no tengo control de eso yo confío en Papá Dios que él sabe lo que hace. Y hay que seguir pa’lante.  Ahora mismo pienso que esto no es ni culpa del muchacho que está luchando, porque él también está tratando lo mejor que él pueda”, dijo Gómez.

“Este es el mundo en el que vivimos. Un mundo que es de favoritos, donde se le paga dinero a la gente y en medio de todo esto yo simplemente quiero ser un hombre de integridad. Un hombre que da el máximo para representar a Puerto Rico dignamente”.

Gómez dijo que él se sentía muy bien en el torneo y que aspiraba a mucho más. Le quería dar una última alegría a Puerto Rico y se sentía capacitado. Pero por este desenlace no pudo ser.

“Posiblemente…”, agregó cuando se le preguntó si los oficiales que sentenciaron su suerte pueden haber recibido algún dinero de soborno.

“Ellos sabían que yo era un amenaza”.