Saint-Denis (Francia). A dos años de la recepción de los Juegos Olímpicos en París, los vecinos de la periferia empobrecida de la capital se organizan para denunciar la construcción de proyectos levantados a costa de recortar espacios verdes, elevar los precios de la vivienda y aumentar la contaminación en las escuelas.

“Es una mierda”, lanza un vecino de Dugny, Serge Begun, mientras pasea con su perro por el Aire des Vents, al otro extremo del parque donde ahora se elevan casi una decena de grúas que trabajan en la construcción de la ciudad de la prensa, un barrio con 1,300 viviendas, vendida como una “herencia” para los vecinos.

“Se han cargado la mitad del parque para hacer edificios cuando alrededor hay sitio para construir. Es incomprensible. Han cortado los árboles y han plantado unos pequeñitos que no son adecuados y que ya se han quemado este verano”, añade Begun.

A pocos metros de él, todavía humean los restos de un incendio que ha acabado con la plantación.

La zona, que acogía cada año la famosa Fiesta de l’Humanité, un evento popular con conciertos y espectáculos organizado por la revista comunista que lleva el mismo nombre, está clasificada dentro de la red de sitios naturales europeos por su excepcional biodiversidad, Natura 2000.

Pero para la construcción de esta futura barriada se han suprimido siete hectáreas de espacios verdes, para lamento de los vecinos.

¿UN EVENTO POSITIVO PARA EL CLIMA?

Arthur, un joven residente de la localidad de Saint Denis, es uno de los rostros más visibles de “Saccage 2024″ (Saqueo 2024), colectivo que desde hace dos años sigue al milímetro los cambios que se están produciendo en los barrios por obras vinculadas a la celebración de los JJ.OO, cuyo presupuesto ha pasado de 6,800 millones de euros anunciados en 2018 a 8,300 millones.

El costo podría aumentar aún más para Francia si debe garantizar la seguridad del evento, después de los problemas registrados en el Estadio de Francia en la Final de la Liga de Campeones, en mayo.

La página web de la candidatura parisina recuerda algunos de los hitos de esta edición, donde París presume de organizar “el primer gran evento deportivo con una contribución positiva para el clima”.

Para ello se han apoyado en el hecho de que el 95 % de los eventos deportivos se realizarán en instalaciones que ya existen; una propuesta “sobria” en la que solo se construirá la ciudad olímpica y paralímpica, para acoger a los atletas, y que serán transformados después en “barrios ecológicos” para los habitantes.

Sin embargo, en paralelo a estas obras se constituyó en 2017 la Sociedad de Entrega de Construcciones Olímpicas (Solideo, por sus siglas en francés) que realiza las operaciones necesarias para que la organización de los Juegos tenga lugar como está previsto, del 26 de julio al 11 de agosto de 2024.

Residentes y colectivos, como Movimiento Nacional por la Lucha del Medioambiente 93, piden más controles para que, aprovechando la etiqueta de “barrios ecológicos”, los pisos no se vendan a precios inaccesibles ya que el terreno fue vendido muy por debajo del precio por metro cuadrado en la zona.

ERRORES DE CÁLCULO

A pocos metros de la futura ciudad de la prensa, un antiguo terreno militar contaminado por el depósito de hidrocarburos está siendo descontaminado por el Departamento para acoger las pruebas de tiro. Problema: los organizadores se dieron cuenta de que el lugar era demasiado pequeño.

“Contemplaron la idea de agrandar el lugar tomando espacio del parque pero les dijimos que los llevaríamos ante la justicia así que finalmente no se atrevieron. Lo harán en el espacio que ya tenía disponible la Federación Francesa de Tiro, y que lo había propuesto desde el principio”, cuenta Arthur.

Saccage 2024 no es el único colectivo asociado en la lucha contra las obras de los Juegos Olímpicos. Desde hace un año, explica Arthur, empezaron además a definirse como “antiolímpicos”.

“Sabemos por la experiencia de otras ciudades olímpicas que los Juegos son una excusa para acelerar proyectos inmobiliarios que de otra forma no se llevarían a cabo”, critica, y señala en este caso el avance de las obras del llamado “Gran París”, la ampliación de la metrópolis parisina.

REVÉS DE LA JUSTICIA

Los opositores de los JJ.OO., entre los que se encuentra también Jardines en Defensa en Aubervilliers, se han marcado ya algún que otro tanto en esta batalla.

Sus denuncias lograron que un tribunal frenara la construcción de un solárium junto a una piscina olímpica para el que se habían destruido 4,000 metros cuadrados de un jardín centenario.

El proyecto tendría “consecuencias difícilmente reversibles para este núcleo esencial de la biodiversidad”, consideró el Tribunal Administrativo de París, que ordenó la interrupción de las obras.

En estas ciudades, golpeadas por una fuerte densidad de población, falta de espacios verdes y con las infraestructuras públicas saturadas, los vecinos ven en las asociaciones la única forma de defenderse.

“Jardinero en lucha” se lee en la cabaña de Lucas, un inmigrante portugués que tiene un pequeño terreno de cultivo en estos jardines centenarios, dentro de un llamativo espacio público dedicado a la agricultura en mitad de las torres de cemento.

En sus parcelas plantan tomates, uvas, higos, coles y pimientos, pero las reuniones se suceden en los últimos meses: la obra parada del solárium ya destruyó una parte de los huertos y, próximamente, la construcción de la nueva estación de metro, podría llevarse otra parcela.

Stéphane Troussel, el presidente del departamento de Seine-Saint-Denis, convertido por goleada en el territorio principal de los JJ.OO., acusa a los activistas y vecinos de oponerse “sistemáticamente” a estas obras.

Para Troussel, el Fuerte de Aubervilliers, donde se encuentra la futura piscina olímpica, es hoy tierra de nadie y este proyecto dará “todavía más espacios verdes que antes”, dijo en declaraciones al digital Actu.

Las autoridades también se desentienden de las protestas de los padres del colegio Anatole France, con 600 alumnos, que ha quedado completamente rodeado por las obras accesorias de los Juegos: un intercambiador de la autopista para poder comunicar la ciudad olímpica con el Estadio de Francia y el Centro Acuático Olímpico.

Troussel asegura que esas obras “no tienen nada que ver con los Juegos”, pero el presidente de Solideo, Nicolas Ferrand, avanzó en 2020 que no hacerlo sería “un asunto complicado” para 2024.

Hamir Ouidir, padre de una alumna, ha llevado el asunto al Tribunal Europeo de Derechos Humanos después de que el Tribunal Administrativo de París considerara el proyecto de la autopista “de interés general” tras una denuncia interpuesta por vecinos.

Los padres y los profesores lamentan que el exceso de contaminación “limitará el desarrollo y las actividades” de los alumnos, afectados desde hace ya un año por un trasiego de obras que no parará hasta diciembre de 2023, fecha de entrega de los proyectos.