El 6 de junio de 1945 fue un día oscuro para la humanidad: por primera ocasión los pobladores de la Tierra conocían de muy de cerca la oleada de devastación y muerte que causan las armas atómicas.

El mismo día en que Estados Unidos detonó sobre la ciudad de Hiroshima la primera de dos bombas nucleares, en otra parte de la calcinada ciudad nació un niño que consiguió, por alguna razón, sobrevivir el desastre.

El 10 de octubre de 1964, a sus 19 años, Yoshinori Sakai llevó la antorcha olímpica hasta el pebetero y encendió el fuego de los decimoctavos Juegos Olímpicos, celebrados en Tokio, Japón.

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Por su fecha de nacimiento, fue seleccionado como símbolo de la reconstrucción y de la paz de Japón luego de los horrores de la II Guerra Mundial.

Sakai, que no participó en ninguno de los eventos de los Juegos, ganó un par de medallas en el atletismo en los Juegos Asiáticos y en 1968 se dedicó al trabajo de periodista televisivo.

Lamentablemente, un espectacular cierre de ese círculo se echó a perder cuando Sakai falleció el 10 de septiembre del 2014. Hubiese sido histórico verle encender el pebetero 57 años después.

La identidad de la figura que encenderá el pebetero el viernes próximo parece ser el secreto mejor guardado del planeta. Al momento, se desconoce quién lo hará, aunque algunos han sugerido que un candidato podría ser el golfista Hideki Matsuyama, quien en abril se convirtió en el primer japonés en ganar un evento mayor del PGA Tour al ganar The Masters.

Por su parte, la antorcha inició su tradicional recorrido desde Olimpia, Grecia, el 12 de marzo del 2020 y estuvo en un recorrido que fue suspendido el 25 de marzo de 2020 debido a la pandemia de coronavirus.

El 25 de marzo de este año, se reanudó un recorrido sin público por los 47 departamentos o prefecturas de Japón y ya está en Tokio a menos de una semana para inaugurar los juegos. El trayecto inició en la prefectura de Fukuyama, centro de la catástrofe nuclear de marzo del 2011.

Será interesante conocer la historia de quién finalmente sea designado para tan simbólico acto.