Cuando Elías Lugo-Fagundo tenía 10 años, escribió en un papel que una de sus metas como adolescente era obtener una beca universitaria para jugar fútbol americano. Era una aspiración ambiciosa considerando que Puerto Rico no es una fuente de jugadores que hechizan la atención de los programas deportivos en

Ciertamente, una aspiración ambiciosa considerando que Puerto Rico no es una cantera de jugadores que hechizan la atención de los programas deportivos en universidades estadounidenses.

Lugo-Fagundo no fue agresivamente reclutado durante su último año en IMG Academy en Bradenton, Florida. Sin embargo, ingresó a la Universidad de Miami para comenzar sus estudios y, además, formar parte del equipo de los Hurricanes, aunque sin el beneficio de una beca.

Eso cambió el pasado marzo. El puertorriqueño y otros cuatro jóvenes fueron llamados por el coach Manny Díaz al concluir una práctica. Los cinco recibieron la noticia de que, oficialmente, serán recipientes de asistencia económica para continuar sus estudios.

“Voy para mi cuarto año en Miami y desde que llegué a la universidad para formar parte del equipo, una de las metas que me había propuesto era conseguir una beca. También es una bendición para mis papás por todos los sacrificios que han hecho por mí. Quería darles eso como un regalo, una forma de agradecimiento de mi parte a ellos para que no tengan que preocuparse por pagar la universidad”, relató Lugo-Fagundo desde su hogar en Cabo Rojo.

Tan pronto el coach Díaz les informó a los cinco muchachos que serían becados, fueron felicitados por los restantes compañeros. Lugo-Fagundo enseguida llamó a sus padres para darles la buena nueva con lágrimas en el rostro, particularmente, porque los primeros dos años no fueron miel sobre hojuelas.

“La primera temporada fue la mejor en términos de cómo me sentía físicamente. Al final de la segunda, tuve una lesión en el ligamento cruzado de una rodilla y me tomó un poco poder rehabilitarla porque sentía dolor. Eso afectó el final de mi segundo año y el tercero”, compartió.

Lugo-Fagundo, quien estudia neurociencia, tuvo que lidiar con las frustraciones y las canalizó trabajando el doble y, a veces, el triple, para demostrar que merecía una oportunidad.

Lo primero que hizo cuando recibió la noticia fue comunicarse con sus padres en Cabo Rojo.
Lo primero que hizo cuando recibió la noticia fue comunicarse con sus padres en Cabo Rojo. (Suministrada)

“Estaba un poco desilusionado porque sabía que podía dar más, pero sentía que por la lesión y todo lo que había pasado, no había tenido la trayectoria que tenía en mente y quería. Un día, justo ante del receso de primavera, el head coach nos llamó, comenzó a decir que los cinco hacíamos lo correcto, llegábamos a tiempo y que siempre íbamos con la ilusión de algún día ganarnos una beca. Ese era el día. Lo único que pude hacer fue tirarme al piso a llorar. Ha sido una experiencia de muchas altas y bajas. Fue un alivio poder decir que lo logré”, afirmó.

“Quiero servir de inspiración para otros jóvenes en este deporte, particularmente los puertorriqueños que no tienen muchos recursos (económicos) ni las facilidades para progresar. Quiero servir de ejemplo de que sí se puede si uno se lo propone”, agregó.

Ahora que Lugo-Fagundo alcanzó una de sus aspiraciones, le tiene el ojo puesto a la próxima: jugar en la NFL.

“Desde pequeño, mi sueño ha sido jugar profesional. Todo pasa en el momento perfecto. Estaba bien frustrado porque me quedaba un año en el equipo, iba a jugar mientras me concentraba en mis estudios para continuar hacia medicina, pero afortunadamente llegó la beca. Mi meta final es jugar profesional”, concluyó.