Sueñan con la lucha libre
Una decena de jóvenes tomaron un taller para iniciarse como luchadores.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Christian Díaz es fanático de la lucha libre desde niño. Desde pequeño, su padre trató de llevarlo por deportes tradicionales, sin éxito.
Hoy día, Christian tiene 18 años, practica la lucha libre más allá de la afición, y su padre es quien le graba las acrobacias y quien lo carretea por las carteleras alrededor de Puerto Rico.
“Esto es lo que yo quiero hacer desde que tengo cinco años. Quiero ser luchador en un futuro”, dijo el aprendiz.
Christian participó el martes en un taller que ofreció el luchador Lince Dorado, el boricua radicado en Estados Unidos que ha hecho carrera sin haber llegado a las “grandes ligas” de la lucha.
Como Díaz, también había una decena más de aspirantes a luchadores profesionales, como los tantos que ha tenido Puerto Rico y los que sigue produciendo luego de la era gloriosa de los 80.
Todos eran varones, entre las edades de 18 y 30 años. La mayoría era de estatura promedio, y de peso liviano. Tenían características buenas para el nuevo estilo acrobático de la lucha libre, contrario a físicos robustos de legendarios luchadores como Pedro Morales y Hércules Ayala.
Para algunos, el taller fue su primera experiencia. Para otros, era una manera de pulir sus técnicas y de vender sus golpes, mientras hacían contactos en busca de conseguir su primera pelea profesional.
“Esto hay que entenderlo porque uno nace con esto. Quiero ser luchador profesional y necesito experiencia, calma y paciencia”, dijo uno de los aprendices más experimentados del grupo, Manuel Maldonado, de 20 años.
Presente también estaba Mike Mendoza, quien es uno de los luchadores ‘pegaos’ en Puerto Rico. Mendoza esperaba más aspirantes el taller, al que también llegó Mr. 450. También reconoció que la lucha en Puerto Rico ha bajado en comparación a la era dorada, en la que también luchó su padre, el Vikingo.
Mendoza achaca la baja a la transición que viven los fanáticos de la lucha entre la vieja y la nueva escuela.
La vieja escuela, la de alambres de púa y frentes cortadas, todavía vende. La nueva, más atlética, busca su lugar.
Igual opina Ángel Fashion, otro luchador presente en el taller.
“No es que falte talento. Estoy seguro que esos fanáticos (de la vieja guardia) están ahí. Lo que el fanático está solicitando no se le están dando al 100 por ciento. Están esperando ahí a que llegue ese momento. Y por eso estamos aquí haciendo talento nuevo que de lo que el fanático busca”.
Serio interés en aprender
En Puerto Rico, hay sobre 150 luchadores entre profesionales y aficionados, según el cálculo de la rama del Gobierno que sigue la lucha, la Comisión de Seguridad del Departamento de Recreación y Deportes.
De esos 150 y pico, la Comisión cuenta con certeza 26 registrados de manera oficial, dijo su funcionario, Emanuel Ortiz.
Lo que no tiene la Comisión es la cantidad de aspirantes a luchadores profesionales. Pero según se apreció en el taller que ofreció Lince Dorado, y los testimonios de Mike Mendoza y Ángel Fashion, hay una pequeña muestra de aspirantes, entre los que no se vio ninguna mujer.
Pero sí se notaba que había seriedad con los temas del taller, así como respeto hacia los profesionales e interés por mejorar sus técnicas, ya fuera con repeticiones o escuchando sugerencias.
Algunos pagan $80 mensuales para tomar dos clases semanales, y van al gimnasio para mejorar el juego aéreo de la nueva lucha. Otros se mantienen en la lucha olímpica, que es base para ser luchador.
La mayoría trabaja o estudia como sustento en lo que alcanzan el estrellato.
En fin, la matrícula de aspirantes será corta para un país que ha vivido la lucha, pero tiene futuro.
“Hay estudiantes que están más avanzados y otros que están intentándolo. Todos parecen que aspiran a mejorar, lo que es bueno. No hay egos. Lo que quieren es aprender. Me veo reflejado en muchos de ellos porque yo era determinado, aplicado y listo para aprender”, dijo Lince Dorado.
“Tienen que entrenar más el cuerpo y correr más. No hay que ser grande y musculoso, pero sí hay que ser físico. Vi hoy (en el taller) una lucha de los ‘80 porque eso es lo que aquí funciona. Tienen que empezar a mirar hacia afuera porque hay mucha lucha allá afuera”.