París, Francia. La lucha boricua ya tuvo su medalla en Londres 2012 y aspira a su segunda en los Juegos Olímpicos París 2024. Pero en esta edición, más que luchadores, Puerto Rico tiene también a un árbitro olímpico

Es el sanjuanero Abraham Galvá, quien debutó aquí en el nivel de Olimpiadas como árbitro y juez. Al pitar, no solamente espira viento, también exhala orgullo por lo que ha alcanzado.

“Los Juegos Olímpicos son clase aparte y saber que soy el primer árbitro puertorriqueño con clasificación olímpica es un sueño realizado. Un sueño que hemos tenido desde pequeños. Estoy disfrutando el momento y poniendo en alto el nombre de Puerto Rico y Latinoamérica”, dijo.

Galvá es uno en la clase de árbitros boricuas que han trabajado deportes en estos Juegos Olímpicos, como en baloncesto y el boxeo que también tuvieron oficiales que le representaban.

El luchador Sebastian Rivera (de azul) fue uno de los puertorriqueños que compitió en los Juegos Olímpicos de París 2024.
El luchador Sebastian Rivera (de azul) fue uno de los puertorriqueños que compitió en los Juegos Olímpicos de París 2024. (Xavier Araújo)

“Lo que toca es trabajar para que otros jóvenes vean esto como posible”, dijo Galvá, quien ha pitado peleas de medallas en varias divisiones y categorías.

El exatleta y entrenador del club Spartans de San Juan tiene la clasificación más alta para árbitros de lucha. Esa es la clasificación olímpica que el árbitro consigue subiendo de rangos en base a evaluaciones que le hace la United Wrestling Union en eventos a los que es invitado a participar.

Su ejecución aquí, según él mismo la evalúa ha sido de calidad.

“En esta oportunidad como árbitro y juez, no he podido ser juez presidente porque estoy en mis primeros Juegos. Pero el simple hecho de ser el tercer hombre en el colchón es una exposición super bonita. Tiene sus retos, pero los hemos sobrepasado todos, en cuanto a naciones fuertes, combates que se pueden poner difíciles en el camino, pero hemos hecho un buen trabajo”, dijo.

La lucha tiene una compleja estructura de árbitros. Por un lado está el árbitro central, quien va sobre el colchón. Luego está el juez de mesa, sentado solo y fuera del colchón. También está el presidente del colchón, sentado al opuesto del juez de mesa. Y hay un jurado de tres miembros también sentados fuera del colchón.

Abraham Galvá ha sido juez desde el 2011, luego de una etapa como atleta y posterior entrenador.
Abraham Galvá ha sido juez desde el 2011, luego de una etapa como atleta y posterior entrenador. (Suministrada)

El árbitro central y el juez de mesa valoran las acciones individualmente y al momento de ésta. El presidente de colchón entra en la valoración cuando el árbitro y el juez difieren. El presidente tiene la última palabra. El jurado se encarga de las protestas.

El público de París ha estado presente en la lucha, que se celebra en los Champ de Mars, en un estadio removible a los pies de la Torre Eiffel.

Ese público es justo, en el sentido de que aplaude tanto al ganador y no se olvida del perdedor. Pero también se deja sentir cuando está en desacuerdo con la pitadas, cantadas, evaluaciones, como ocurrió con la evaluación de una rutina del ‘skater’ boricua, Steven Piñeiro, que el público abucheó.

Galvá se ha probado también ante el público, que siempre tiene presente a los árbitros, indistintamente del deporte.

“Este público es bien reactivo a todas las acciones y respetuoso en gran manera. En eventos internacionales no tenemos al público tan cerca. Este venue es más reducido, lo que le hace más energético. Eso motiva a que tu función sea la más clara a la hora de evaluar. Además te está viendo el mundo entero”, dijo.