No se quedan con los brazo cruzados para poner parque al día
Un grupo de personas y ‘skaters’ se unen todos los domingos para rehabilitar los predios del estadio Manuel Carrasquillo Herpén de Carolina.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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El pequeño Adrián Hernández entró, del brazo de su madre, a la pista del estadio Manuel Carrasquillo Herpén listo para poner su grano de arena en la limpieza del recinto de patinaje, también conocida como el “Moho Skatepark de Carolina”.
A sus seis años, Hernández se convirtió en el más pequeño de un grupo de personas que han decidido no esperar más por una acción del Gobierno que restaure los espacios recreativos.
“A mí siempre me ha gustado eso de entrar a limpiar lugares y ayudar. Empecé a ver en Facebook que Emmanuel (Pérez) estaba viniendo aquí, vi las fotos de cómo se iba trabajando el lugar y me dije: ‘contra, eso es lo que yo quiero hacer’. Siempre incluyo a mi nene en todo lo que hago y aquí estamos. Es parte del aprendizaje que tiene que tener para ser un buen ciudadano”, explicó Christine Rivera, madre del pequeño Adrián.
La convocatoria de la que habla Rivera fue la que lanzó en las redes sociales Emmanuel Pérez Villamil –a través de su página Carolina 787– hace aproximadamente dos meses.
“Un día estaba corriendo bicicleta por ahí, sacando fotos, documentando a Carolina y las áreas cercanas. Vi este lugar y me llamó la atención porque pensaba que nadie lo usaba. Se veía totalmente abandonado. Entré por ahí, lo vi todo y puse un vídeo en Facebook”, recordó Pérez Villamil.
“Cuando empecé a recibir las reacciones de las personas, que hablaban que esto se utilizó para los Juegos Panamericanos en el 1979, vi cierta nostalgia y me dio mayor inspiración para venir y meter mano. Restaurarlo lo mejor que se pueda”, prosiguió Pérez Villamil.
Su mensaje era claro. Él estaría en la pista todos los domingos a partir de las 10:00 a.m. hasta completar su nueva misión.
“Es bien emocionante y bien bonito porque el primer día fue improvisado. Vine solo, tiré un mensaje y llegaron ocho personas. En la segunda ocasión vinieron alrededor de 25 personas y está pasando lo que yo quería. No es solo restaurar el parque, sino que también quiero que la gente se una y entiendan que no tenemos que esperar por el gobierno o una organización que tenga millones. Nosotros somos miles, podemos hacer el trabajo y no tenemos que esperar por dos o tres personas”, aseguró Pérez Villamil.
El Moho Skatepark nunca se dejó de usar
La acción impulsada por Pérez Villamil no es la primera que se realiza para volver a poner en condiciones el espacio, que comparte estacionamiento con la sede de la Federación Puertorriqueña de Gimnasia.
El carolinense explicó que, en la década del 90, un pequeño grupo de vecinos intentó mantener el lugar y en el 2000 una persona se encargó de rehabilitar la zona y construir gran parte de las rampas y estructuras que existen hoy para el uso de patinetas.
Sin embargo, los rumores de una posible demolición del recinto pudo haber minado la ganas de continuar el esfuerzo por mayor tiempo.
“Este lugar nunca ha dejado de usarse , aún en las condiciones en las que se encontraba antes que llegara Emmanuel. Era como que: ‘mira, hay un boquete ahí’. A pues, si hay un boquete, ponle una plancha, la tapas y sigue corriendo”, dijo Roberto Santana Clemente, un joven de 25 años que ha practicado el skateboard desde los 13 años.
“Lo que queremos es que todos lleguemos, soltemos el bulto y utilicemos este espacio hasta que el Gobierno o el municipio –porque realmente no sé a quién le pertenece– lo derrumbe. Hey dude, un saco de cemento no nos cuesta mucho. Más nos gastamos en cervezas y dulces en una semana”, continuó Santana Clemente.
Pero, ¿cuál es la razón para ir allí a diario?
“Nunca va a haber un lugar como este. Aquí, por la forma en que se han dado las cosas, no es como cualquier otro skatepark. Esto simplemente es un sitio donde, de forma orgánica, nosotros hemos creado estructuras para correr y mantener nuestra libertad de expresión con la patineta. Esto es lo más parecido a la calle. La única diferencia es que aquí no tenemos el peligro que me atropellen”, finalizó Santana Clemente.