Las lágrimas que derramó cuando aseguró el último punto del partido de sencillos que parecía que perdería ante Brasil, y que le dio a Puerto Rico una medalla de oro en el tenis de mesa femenino por equipos hace unos días en Lima, fueron la coronación de un esfuerzo que costó mucho trabajo técnico, físico y sobre todo mental de parte de Melanie Díaz.

Fue esa la tercera medalla de Díaz en los Juegos Panamericanos, una cosecha que admite fue mayor a la esperada, y la presea tuvo un significado mucho mayor: de ahora en adelante a Melanie Díaz habrá que reconocérsele entre las mejores raquetas del continente por derecho propio y lejos de la sombra de su fenomenal hermana Adriana.

“Cuando ganamos no me lo podía creer. Tuve que entregar todo de mí en ese juego”, manifestó la mayor de las hijas del entrenador del equipo femenino, Bladimir Díaz.

“Realmente los frutos fueron más de lo que esperábamos. No pensé que en individual me fuese a meter en medalla también (ganó bronce). Y las otras dos de oro (en dobles con Adriana y por equipos). Nosotras íbamos a luchar para eso, pero sabíamos que los equipos no iban a estar fáciles. Por lo que haberlo logrado fue súper emocionante”, manifestó la utuadeña de 23 años.

Fuera de las líneas, su padre y entrenador observó y saboreó cada momento del proceso en que Melanie mostró, juego a juego, sus quilates en un escenario continental como lo es el de unos Juegos Panamericanos. Y más aún, como lució Melanie al hacerlo.

“Sabía hace tiempo que ella tenía las herramientas mentales, físicas…todo. Lo que faltaba era cierta seguridad en ella misma y un foco de atención más girado hacia la tarea que a otras cosas exteriores que son las que afectan muchas veces a los atletas”, explicó Bladimir.

“Logramos, y ella logró, despejar todos esos pensamientos que llevaba en la cabeza y logró enfocarse punto a punto en lo que ella sabe hacer y lo ejecutó magistralmente. Eso no lo tengo que decir porque ustedes lo vieron”.

Los agotadores viajes por todo el planeta para entrenar y competir, el tiempo alejada de la familia y de su hogar, así como la valiosa ayuda de una profesional del comportamiento humano, fueron esculpiendo a la nueva Melanie, que de ahora en adelante debe ser considerada como parte de la elite del tenis de mesa en América.

“Tuvimos una gira por Asia que nos ayudó mucho, además de mi sicóloga (deportiva) Mercedes (Rivera), que hablábamos a través de Whatsapp todo el tiempo y nunca me dejó sola”, contó Melanie.  “Creo que fue un poco de todo. La alimentación, la sicología, el entrenamiento… todo lo hice de la mejor manera para prepararme para estos Juegos”.

Una carga adicional que podría enfrentar Melanie, o que ya podría haber enfrentado, es la de la comparación de sus logros con los de su hermana Adriana. Y aunque obviamente adora a su hermana de 18 años, y sus vidas y carreras estén entrelazadas para siempre, tiene claro que cada una tiene su propia agenda en la vida, y sus propias metas.

En resumen, no siente la presión.

“Nunca hemos puesto las cosas en comparación. Las cosas que ella logra yo me alegro como si fueran mías, pero no me pongo triste ni me pongo reproches a mí misma por no lograr lo que ella logró porque, aunque vamos de la mano, son carreras diferentes. No todo el mundo va a ganarlo todo al mismo tiempo. Lo que ella tiene al momento se lo ha ganado con mucho sacrificio y yo estoy conciente de eso”, expresó con firmeza.

Dicho eso, planifica permanecer en este deporte por muchos años más, y más ahora que los resultados de Lima le han despertado un nuevo apetito por el entrenamiento y la competencia.

“Me veo jugando tenis de mesa por muchos años. Nosotras básicamente vamos juntas a todos lugares, por lo que si ella (Adriana) está jugando liga probablemente yo esté ahí también”, dijo Melanie. “Esto me impulsa más porque pude ver las cosas que funcionan y las que no. Estos Juegos me sirvieron de gran experiencia así que estoy super emocionada por regresar a entrenar”.