Lucy Rodríguez: Una dura de verdad en el karate
La mujer ha roto todos los esquemas en el deporte en la Isla y se ha ganado el máximo rango que otorga ese deporte en el mundo.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Mientras hoy día todo el mundo reconoce a peleadoras femeninas como Ronda Rousey, Miesha Tate y Holly Holm en UFC, pocos saben que en Puerto Rico tenemos una mujer que es 10mo Dan en Karate, que una vez mandó a tres asaltantes al hospital y que en su tiempo como competidora noqueó a la campeona de Estados Unidos en un combate ‘full contact’ tras romperle un par de costillas.
Nos referimos a Hanshi Lucy Rodríguez, representante del sistema Garyu Rico-Do y quien en días recientes recibió su promoción al 10mo Dan tras poco más de 45 años en este arte marcial como estudiante, competidora y/o maestra.
Rodríguez fue por muchos años la campeona de Puerto Rico en ‘kumite’ y ‘kata’ entre la década de los 70’s y 80’s como parte de la escuadra de campeones del Grand Master Gilberto Rodríguez, quien fuera, a su vez, estudiante de los grandes maestros japoneses Masutatsu Oyama (fundador del estilo Kyokushin) y Gojen Yamaguchi (estudiante sobresaliente de Goju Ryu).
Y todo esto tratando de abrirse pase como mujer dentro de esta disciplina dominada por varones y, a la vez, balanceando su vida como madre de su hija Suhey, que hoy día tiene 37 años y es progenitora de sus nietos Valeria Angelique y Gustavo Enrique.
“En la vida tiene que haber un balance. Tenemos que tomar en cuenta las necesidades de nuestros hijos, pero también hacer lo que nos gusta. Yo cuidaba de mi hija Suhey, pero también sacaba tiempo para ir a entrenar, competir o a dar clases. Mi hija siempre fue bien educada, tenía buenas notas y hoy día es una buena madre”, dijo Rodríguez a Primera Hora
“Pero confieso que al principio no fue fácil ganarme mi espacio en un deporte dominado por hombres. El machismo en Puerto Rico era bien fuerte. El varón siempre tenía que ganar. En mi caso yo me quedé sin competencia femenina. En un momento ya no tenía con quién pelear y me metí a competir contra los varones. Muchos me veían ganar, otros tenían que decir que había perdido. Pero no me sentía mal porque yo sabía lo que había hecho. Hay algunos maestros hoy día que me profesan ‘usted era una dura de verdad’ o me dicen ‘usted fue mi inspiración para entrar a las artes marciales’. Eso significa mucho para mi”.
Belinda Colon, 'Hanshi' Lucy Rodriguez, su hija Suhey Rodriguez y sus nietos Gustavo Pizarro Rodriguez y Valeria Pizarro Rodriguez. (Suministrada)
Inicio en el arte marcial para hacer justicia
Según Rodríguez, su afán por el karate nació en su adolescencia producto de la necesidad de defenderse ella como mujer o ayudar a otros.
“Cuando tenía 13 años de edad vi una anciana que fue asaltada por unos jóvenes. Me sentí impotente, frustrada de no poder ayudarle. Me dio mucho coraje conmigo misma. Ese día llegué a mi casa y le dije a mis padres que quería coger clases de Karate. Ellos me dijeron “¡Qué vas a ser tu Karateca!”. Eran personas muy humildes, no tenían recursos. Yo le dije que me comprometía con ellos a que lo iba a ser bien”, recordó Rodríguez.
“Comencé a coger las clases y me encantó. No faltaba a una clase. La misma semana que entré había torneo y quise competir. Me aprendí la primera kata, y no la hice tan bien, pero me llevé un tercer lugar. Eso me hizo sentir bien. De ahí en adelante fue seguir aprendiendo”.
Poco después, Rodríguez, junto a otros estudiantes de Garyu-Rico Do como Marcelino Torres, Emilio Rodríguez, Edgardo Rivera (que hoy día es juez asociado del Tribunal Supremo) y Carlos López se convirtieron en los peleadores a vencer en los torneos locales.
Para 1975 su maestro Gilberto Rodríguez entonces decidió montar el primer torneo 'full contact' en la Isla en el coliseo Roberto Clemente denominado “Puerto Rico vs. Estados Unidos” con la participación del cotizado kickboxer Bill ‘Superkick’ Wallace y hasta Chuck Norris en calidad de invitado especial.
En aquel cartel, Rodríguez se midió a la representante estadounidense y le fracturó un par de costillas en el primer asalto con una ‘yoko tobi geri’ (patada de lado aérea), la cual conectó sólida cuando su rival rebotó de las cuerdas.
Él karate le ayudó a defenderse de un robo
Para ese año de 1975, Rodríguez también tuvo que pelear pero para defender su vida tras ser entrampada por tres asaltantes mientras transitaba por la carretera de Carraízo. Dicha narración la pueden ver en video en primerahora.com.
‘Sensei’ Lucy
Si como competidora Rodríguez fue una fiera, como maestra era igual o más exigente con sus estudiantes, a quienes les cultivó hasta el tuétano de sus huesos una férrea disciplina y su inherente deseo de ganar. Si ella decía ‘brinquen’, ellos preguntaban ‘¿Cuán alto brincamos?’
De hecho, mientras habían escuelas de artes marciales donde estudiantes podían tener un cinturón negro en tres años y los exámenes eran hacer varias katas (formas) y par de kumites (pelea), con Rodríguez había que dejar el pellejo para pasar cada cinturón, al punto que a su primer cinturón negro le tomó siete años lograr esa meta.
Mis cambios de cinturón, tal cual hicieron conmigo, eran entrenamientos de dos o tres días, aunque yo enfoqué un poco más en sobrevivencia. No solo practicábamos las técnicas y las katas a pleno sol en una playa y con uniformes puestos, sino que yo me paseaba frente a ellos con un a vasito de agua con hielo mientras ellos estaban sedientos. Trabajaba con su fortaleza mental, con enseñarles a no rendirse sin importar lo difícil que fuera el momento.
“Por ejemplo, a veces los mandaba a buscar un coco y tenían que pelarlo con las manos o con lo que pudieran. Después que lograban pelarlo me lo traían y yo les decía “ya no quiero el coco” y ellos molestos lo tiraban lo más lejos posible. Luego les decía “ahora búsquenme el coco arrastrándose sin usar las piernas. Las caras eran largas”.
Los exámenes de cinturón también incluían combates de uno contra hasta cinco personas – dentro o fuera del agua– así como pelear con ojos vendados, caminar por encima de carbón caliente, romper ladrillos con golpes o cualquiera cosa que a Rodríguez se le ocurriera. Esto sin contar inúmerables ejercicios o prácticas de técnicas de karate. Para ganarse un cinturón con ella –no importa el color– había que pasar el Niágara en bicicleta.
“Yo puedo asegurar que todos mis estudiantes se ganaron su cinturón, no se lo regalaron”.
Primera décimo Dan
Hasta los otros días, Rodríguez, de 59 años, figuraba como octavo Dan y no tenía aspiraciones de subir más de rango pues su maestro Gilberto falleció siendo noveno Dan. Sin embargo, enorme fue su sorpresa cuando hace dos semanas varios grandes maestros del país se reunieron para honrarla como la primera décimo Dan femenina de Puerto Rico.
“Kyoshi Omayra Román me hizo invitación a su torneo en Cidra. Cuando llegué, llamaron a todas las damas y el alcalde de Cidra (Javier Carrasquillo) nos entregó una proclama y la recibí con mucha humildad”, dijo Rodríguez.
“De repente, llaman a estos grandes maestros. Y dicen ‘ahora vamos a dar una premiación muy especial’. Jamás estaba pensando que era a mí hasta que dijeron ‘queremos que Kyoshi Lucy Rodríguez pase al frente’. Ahí todos los grandes maestros, varios de ellos 10mo Dan. Yo hice la reverencia que ellos merecen, que es de un minuto en posición de ‘seiza’ (sentada sobre sus rodillas) y luego las lágrimas me bajaban como una pluma y temblaba de emoción. Jamás pensé que eso sucedería en mi vida”.