Jaime Espinal se confiesa tras encarnar a Carlitos Colón en “Las Súper Estrellas de la Lucha libre”
El luchador olímpico habla de lo difícil que fue realizar el personaje.
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La inesperada medalla de plata que el luchador Jaime Espinal ganó en los Juegos Olímpicos Londres 2012, de poco le sirvió para encarnar al personaje del “Acróbata de Puerto Rico”, Carlitos Colón, en la película “Las Súper Estrellas de la Lucha Libre”, que se exhibe desde hoy en los cines de la isla.
Sus años como luchador amateur, las llaves que le enseñaron en el club Esparta de Río Piedras, la indumentaria, los botines, el color de su piel y hasta su reconocimiento en el ámbito olímpico, todo eso que daba la impresión que sería el favorito del ‘casting’ para el personaje del 26 veces Campeón Universal, pasó a un segundo plano a la hora de subir al ‘set’.
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— Transfor Ortiz (@Transfor_Ortiz) November 28, 2024
Y es que, más que lucha libre, Espinal tuvo que aprender sobre la marcha lo que es el mundo de la actuación y la adaptación para salir a flote.
“Mi papel es 75 por ciento actuación y 25 por ciento lucha. Pensé que iba a ser 50-50, sobre todo porque es una película de lucha libre. Dije ‘¿25 por ciento lucha nada más? Pensé que me habían cogido por la lucha’. Realmente pensé que me iba a tirar de la tercera cuerda, que iba a dar la patada voladora, que iba a luchar, y hay de eso en la película. Pero la película es más sobre las vivencias de los personajes e hice de Carlitos Colón, de su vida personal”, confesó Espinal, quien lejos de desilusionarse, lo tomó como una magnífica experiencia para aprender del arte escénico.
Además, Espinal conoció antes de comenzar el rodaje que el verdadero Carlitos Colón es una muy persona distinta a la que se imaginó, a la que vio en videos y a la que tenía el sello de leyenda en Puerto Rico.
Creía que Colón era, detrás de las cámaras, el mismo héroe que aparecía frente al lente: el vencedor de los villanos, toda una personalidad que llenaba los espacios, que inyectaba energía, alguien quien en tiempos modernos se haría selfies hasta el agotamiento.
Pensó que se le haría fácil encarnar su personaje porque, para hacer el papel, solo tendría que ser como regularmente es Jaime Espinal: espontáneo, social y parlanchín.
“Pensé que iba a hacer como un Tito Trinidad y en realidad es una persona opuesto a mí”, dijo Espinal al mencionar el “Ídolo de Cupey Alto’ y reconociendo que también tiene una personalidad espontánea.
“Fue impactante el saber que Carlos y yo somos muy diferentes. Veía a Carlos Colón en videos para prepararme y creía que éramos iguales. Me di cuenta que él es Carlitos para la gente y Carlos en la casa. Carlitos es el héroe. Carlos, en la intimidad, es tímido, callado. Eso no era lo que yo pensaba. Y se me hizo complicado hacer ese cambio de mentalidad. Tuve que aprender el personaje de verdad. Y agradezco que desde el principio me pusieron un coach de actuación y pudieron sacar lo mejor de mí”, agregó.
Más que entrenar… engordar
Inclusive, Espinal no entrenó para hacer el 25 por ciento de lucha que tuvo que ejecutar en el ring del ‘set’, sino todo lo contrario.
Dijo que aumentó 15 libras de grasa, que hasta comió arroz chino, entre otras comidas que evitaba cuando era atleta para poder hacer el peso de la división en que luchaba.
Tuvo que abandonar su aspecto atlético para transformarse físicamente en el luchador de 246 libras en un cuerpo de 5′10 de estatura, en el Carlos Colón sin abdominales, brazos y espalda definida que luchaba en el ring, que vestía el uniforme de lucha con solamente un tirante sobre el hombro.
“Carlitos Colón no tenía músculos y tuve que dejar de entrenar. Mi preparación fue opuesto a todos los demás actores, que tuvieron que bajar de peso. Tuve que estar más gordito, más tímido; Carlitos era el que sufría”, dijo.
Hasta recordó que tuvo que ocultar los ‘dreadllocks’ que distinguen su cabellera bajo la peluca de afro, como la que llevaba el hijo del barrio Jauca de Santa Isabel.
El equipo de maquillaje también le pintó en la frente las tantas cicatrices que Carlitos tenía en esa área y que representaba la rudeza de la lucha libre, muchas de las heridas que le propinó su rival Abdulah The Butcher, entre otros villanos.
Toda una escuela
Por suerte, según lo describió Espinal, la vida luego de la lucha olímpica lo expuso al reconocimiento nacional y a las cámaras, incluyendo algunas experiencias en películas, aunque fuera en papeles de extra.
Para “Las Super Estrellas de la Lucha Libre”, Espinal se unió a reconocidos actores boricuas, como Juan Pablo Díaz (Savio Vega). A su llegada al set, con mucho respeto a la profesión actoral, como desearía respeto al “mattress” de lucha, se presentó y les expresó su deseo de aprender de cada uno de ellos el arte de actuar.
Antes, dijo que se metió en el personaje, ayudado por su coach Mariana Quiles y otros como Edgardo Cuevas y Díaz. Se dejó llevar y se preparó, viendo videos de Carlitos y entrevistando al propio personaje en una conversación digital junto a la esposa del campeón y otros familiares.
“Me dieron la mano y estoy bien agradecido del grupo. Me sentí bienvenido”, dijo sobre el equipo detrás de las cámaras. “les dejé entender que respeto la actuación, que no iba a llegar creyéndome la superestrella, el atleta. Les dije ‘este es su mundo y quiero aprender’. Hice un estudio del personaje. Me preparé. Lo vi como algo serio, que me puede catapultar”, sentenció Espinal, no sin antes agregar que quisiera ser un actor como el luchador The Rock.