Gilberto Santa Rosa: era más cantante que pelotero en las Pequeñas Ligas
“El Caballero de la Salsa” confiesa que era “muy mal” jugador de béisbol en la adolescencia y que le tocaba cantar los himnos antes de los partidos.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Nota del editor: Quinto de una serie de entrevistas con personalidades del país sobre sus experiencias deportivas. Los artículos se publicarán los viernes.
Las primeras ‘presentaciones musicales’ de “El Caballero de la Salsa” se dieron en el campo de béisbol. Sí, uniformado como pelotero durante su adolescencia.
Las escasas habilidades deportivas del artista puertorriqueño Gilberto Santa Rosa, permitieron que se impusiera una voz privilegiada en los parques de Pequeñas Ligas, ya que le pedían que entonara los himnos antes de cada juego importante.
Si el reconocido cantante hubiera tenido el talento para desempeñarse en la segunda base, tal vez nos hubiéramos perdido una de las mejor voces del pentagrama musical nacional, y en lugar de hablar de su nueva grabación “Colegas”, estuviéramos hablando de sus estadísticas de bateo o de sus Guantes de Oro en las Grandes Ligas.
Y aunque no pudo descollar como atleta, la música le ha brindado la oportunidad de mantenerse ligado al deporte, según compartió con Primera Hora -entre risas y saludos a las personas que lo reconocieron- una mañana calurosa y soleada de octubre en el Parque Luis Muñoz Rivera, de San Juan, lugar al que solía ir de niño con sus padres y a donde llevó a sus hijos para continuar con esa hermosa tradición de corretear por los rincones de ese histórico lugar.
Recuerdo haber leído una entrevista en la que compartiste que jugaste en la segunda base, aunque eras muy malo. ¿Qué recuerdas de esa experiencia?
“Que eso (de que era mal jugador) es totalmente cierto. Me divertí en cantidad, pero era muy mal pelotero. No tenía ese talento natural. En el tiempo libre de la escuela había un señor que caminaba todo Country Club, que era donde yo vivía. Nunca supe si Guadalupe era su nombre o su apellido, pero todos los conocíamos como Guadalupe. (Y con la ayuda de él) Fue como entré a las Pequeñas Ligas. Me gustaba la segunda base. ¿Por qué? No sé, pero me llamaba la atención esa posición. Fui un muy mal pelotero en un ambiente muy bueno. Había una regla en la Liga Ángel Ramos, en la que los menos talentosos tenían que jugar dos entradas mínimo. A mí no me fue tan bien, pero fue una gran experiencia. Sobre todo, participar de la organización, de la disciplina… De todo lo que va más allá del deporte”.
¿Cuánto tiempo estuviste jugando?
“Jugué desde preparatoria como hasta los 13 años, casi 14. Pero esos últimos dos años lo que hacía era cantar los himnos porque yo estaba metido en la música hasta aquí (se toca la frente). Un día, tapándome de una bola adentro de este pitcher que era una estrella y que lamentablemente murió, Johnny Mejía, el bate hizo contacto con la bola que venía a no sé cuántas millas, para mí venía a mil, y la bola salió y di un doble. La liga se paró, me cargaron al hombro. Fue la única vez que ese bate hizo contacto con esa bola”.
De la entrevista que te acabo de mencionar, también recuerdo que dijiste que tu ídolo era el miembro del Salón de la Fama, Atanasio “Tany” Pérez y que lo habías conocido. ¿Cómo se dio ese encuentro?
“A mí siempre me gustó la pelota local. Yo no era mucho de Grandes Ligas. De hecho, los juegos de Grandes Ligas que vi fue cuando el país enteró se paró a ver a (Roberto) Clemente jugar con los Piratas en aquella famosa serie de los 3,000 hits. Yo era fanático de los Cangrejeros de Santurce, y ahí es que conozco a Tany Pérez. Me hice muy fanático de él y después lo seguí cuando se fue a los Rojos de Cincinnati. Toda esa trayectoria. Más adelante, lo conocí en un juego de pelota que organizaba Carlos Baerga de artistas versus jugadores de Grandes Ligas. Tany era el coach del equipo donde yo iba a estar. Cuando entro a mi camerino, ¿a quién crees que me encuentro como coach de mi equipo? A Tany Pérez. Fui a presentarme. Modestia aparte, él sabía quién era yo porque mantiene contacto con la isla y le gusta la música. Tuvimos una conversación muy buena ese día. De hecho, antes de que empezara todo esto de la pandemia, paré en la ciudad de Miami y él me invitó a su casa. Estuve un ratito con él y su señora, que es un encanto. Tengo la dicha de haber conocido a mi ídolo. Además, de haber conocido a Orlando Cepeda, que es el ídolo de muchos de nosotros. Peruchín es un fanático de la música, y con él he tenido muy buenas conversaciones”.
Tuviste la oportunidad de cantar La Borinqueña en la Serie del Caribe de este año y en la de 1995, en la que participó nuestro recordado ‘Dream Team’, ¿qué se siente poder ser parte de esos eventos deportivos desde tu faceta de cantante?
“Siento un gran orgullo porque se me escoja a mí en cualquiera de esos eventos. Y este evento fue muy especial para mí porque el orgullo que tenían los puertorriqueños por el famoso ‘Dream Team’ se palpaba en la calle. Era una cosa bonita, de esas cosas que une a la gente. Que te escojan para un evento así te llena de mucha emoción y orgullo porque de alguna manera perteneces a ese equipo. Y eso volvió a pasar este año. Y te cuento que en ese momento (1995) perdí una apuesta -que no he pagado- con un productor. Si le ganábamos a Dominicana en la final, tenía que salir cantando La Borinqueña desde el ‘center field’ hasta la segunda base. El “mar y el sol” lo daba en la segunda base. Yo decía: ‘Mire, señores, cuando esta gente gane, no va a haber para nadie. Este terreno se va a llenar. Yo no voy a poder salir del ‘center field’’. El productor y yo hicimos la apuesta de que, si llegaba a la segunda, lo tenía que llevar a cenar a él y a toda su familia y viceversa. Gana el equipo, empiezo a cantar y a caminar y no se movía un alma. En un momento dado comencé a caminar como Michael Jackson, para atrás. Orgullosamente llegué a la segunda. Perdí la apuesta, pero fue un momento espectacular”.
¿Qué momento deportivo recuerdas haber visto que todavía te eriza la piel?
“Los 3,000 hits de Clemente. Fíjate, mi mamá era fanática del baloncesto y de la pelota. Recuerdo que ella fue la que promovió el que viéramos deportes. Seguimos todos los juegos hasta que Clemente dio los 3,000 hits y ofreció un mensaje famoso y la emoción de don Felo Ramírez narrando. Eso es algo que a los que vivimos esa época no se nos va a olvidar”.
Háblame de la Liga de las Malangas.
“Eso lo organizó el maestro Cuto Soto para los 90. Éramos un montón de músicos y cantantes que jugábamos béisbol todos los sábados. Ahí jugaba Tony Vega, Tommy Olivencia, que en paz descanse; los muchachos del Gran Combo, Roberto Roena… Algunos tenían mucho talento. Por ejemplo, Roberto era un tremendo pelotero y el mismo Cuto. A mí me fue muy mal, pero volví a pasarla muy bien. Me divertí en cantidad en esa liga. Es bueno recalcarlo, porque fue un esfuerzo de la clase musical en Puerto Rico”.
Por último, ¿Miguel Cotto o Tito Trinidad?
“Ah, no me pongas en eso. Los dos son buena gente, son dos grandes atletas. Esa no te la voy a contestar. Los dos”.