Toronto.– Da la impresión de ver a una hoja bailando por el aire. Es liviana y pequeña. Y vistiendo un traje verde hace múltiples piruetas ante miles de miradas en el auditorio.

Es la nueva sensación de la gimnasia artística en la rama femenina del continente americano. Es la brasileña Flavia Lopes.

Flavia tiene muchas razones para llamar la atención. Tiene 15 años, mide apenas 4’4” de estatura y pesa tan solo 68 libras. Y con un físico de una niña de escuela elemental, Flavia brilla entre las gigantes de la gimnasia.

La carioca se convirtió ayer en la tercer mejor gimnasta de estos Juegos Panamericanos en la final de ‘all around’. Obtuvo la medalla de bronce en su primera competencia de adultos.

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Con su carisma, talento y simpatía, Flavia conquistó al público canadiense durante su participación en los cuatro aparatos. Fue ovacionada tras cada ejecución. Y ella supo responderle a la fanaticada local con una sonrisa. Maquillada como una adulta con su traje de brillo para la competencia, Flavia, ciertamente, resplandeció en el Coliseo de Toronto.

“Flavia es la nueva cara de la gimnasia en Brasil”, comentó el periodista brasileño, Fabio Fleizo. “Es una atleta que se está dando a conocer en nuestro país. Y todos la miran por lo pequeña que es. Todo el mundo le aplaude cuando la ven ejecutando. Es una de las gimnastas que está creciendo para las Olimpiadas de Río (2016)”, dijo Fleizo.

Flavia es la gimnasta de menor estatura en estos Juegos. Apenas le llega a la cintura a su entrenador Alexandre Cuia. Y cuando las demás competidoras van a abrazarla, todas se ven en la obligación de doblarse para poder alcanzarla. En la premiación de la final de ‘all around’, Flavia parecía la hermanita menor de la canadiense Ellie Black (5’1”) y de la estadounidense Madison Desch (5’2”).

Pero en la competencia, Flavia se creció en medio de la presión y alcanzó su segunda medalla de bronce en estos Juegos. La primera fue por equipo. No lució intimidada en el escenario pese a su corta edad.

“Flavia no le tiene miedo a nada”, aseguró su entrenador Cuia a este medio. “La llevo entrenando desde los 12 años y es muy madura. Llegamos aquí sabiendo que tenía opciones de una medalla y lo logró. Hizo un excelente trabajo”.

Flavia llevaba orgullosamente su metal de bronce. Tras la premiación fue detenida por un grupo de periodistas de su país natal y atendió amablemente cada pregunta. “Estoy muy feliz. No tengo palabras para explicar lo que estoy sintiendo”, fueron sus primeras palabras.

Luego de contestar preguntas por un espacio de 20 minutos, Flavia se despidió y se perdió entre los voluntarios y el personal de trabajo de los Juegos. Todos la observaban con admiración, cuando veían saliendo del recinto a la nueva pequeña gigante de la gimnasia.