Hay familias que simbolizan. Los Cepeda de Loíza simbolizan música. Los Molina de Dorado, béisbol; los Ortiz de Trujillo Alto, hipismo.

Y entonces están los Díaz-Afanador de Utuado, que no necesitan introducción en estos días.

La familia símbolo del tenis de mesa en Puerto Rico acaba de recibir un reconocimiento singular por el Comité Olímpico de Puerto Rico, cuando los hijos de ese núcleo, los primos Adriana Díaz y Brian Afanador, fueron seleccionados como abanderados de la delegación de Puerto Rico para los Juegos Olímpicos Tokio 2020.

Adriana y Brian fueron presentados como abanderados porque van participar en Tokio y le han dado fama internacional a Puerto Rico con sus logros y ejemplo.

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Pero antes de todo, Adriana y Brian estarán cargando la Monosestrellada porque tuvieron el apoyo de su familia, desde las abuelas, a los padres y madres que se involucraron en un proyecto de familia para echarlos adelante.

Hoy, Adriana y Brian ven la bandera, Tokio y las Olimpiadas. Y la familia ve los frutos de la siembra.

“Me siento el padre más bendecido del mundo”, dijo el padre-entrenador de Brian, Eladio Afanador.

El abanderamiento le ha devuelto a la familia Díaz-Afanador los recuerdos, los inicios del juego de ping pong que se convirtió en tenis de mesa con los padres y que ha llegado a niveles olímpicos con los hijos.

Recordaron, en entrevistas durante el reconocimiento, la primera mesa de ping pong de los hermanos Bladimir Díaz y Eladio Afanador en la casa de su madre en Utuado.

Eladio reveló que de muchacho viajaba en línea cuatro horas desde Utuado a San Juan los fines de semana para entrenar con Iván Santos, el presidente de la Federación Puertorriqueña de Tenis de Mesa y quien era entonces su coach.

“Esos viajes, a mí me formaron”, dijo Afanador.

Son niños que vimos crecer, muchas veces alejados, pero con sus equipos, con su papá o conmigo. Siempre hemos tratado que, independientemente de cuán lejos lleguen, que traten de ser buenos seres humanos. Y nos complace y nos sentimos orgullos por Adriana, por Melanie, por su primo

-Marangely González / Madre de Adriana Díaz

La madre de Brian, Evidalyxie Pérez, recuerda el día en que encontraron a Brian de niño, con raqueta y bola en mano, pegándole a la pelota contra la pared de la casa y con una coordinación y estilo que les llamó la atención y les hizo lógica el decir ‘el que lo hereda, no lo hurta’.

“A poco tiempo lo llevamos a un torneo en Naguabo y, sin haber jugado antes, llegó tercer lugar. Tenía el deporte en la sangre”, recordó Pérez.

Marangelys González, madre de Adriana y la también olímpica Melanie Díaz, acentuó que el proyecto de tenis de mesa en Utuado no es el único propósito de la familia. Agregó que crear buenos ciudadanos también es su propósito.

Y dijo que dan gracias a Dios porque los tres olímpicos han tirado la línea entre la competencia y la humanidad.

“Son niños que vimos crecer, muchas veces alejados, pero con sus equipos, con su papá o conmigo. Siempre hemos tratado que, independientemente de cuán lejos lleguen, que traten de ser buenos seres humanos. Y nos complace y nos sentimos orgullos por Adriana, por Melanie, por su primo”, dijo González.

La familia recordó que tampoco olvidaron en el camino los estudios de los muchachos. Si los atletas no podían llegar a la escuela por las horas extensas de entrenamiento, pues le llevaron la escuela a ellos.

La madre de Brian es maestra y llevó el currículo de la escuela especializada del Albergue Olímpico al club Águilas de la Montaña de tenis de mesa que la familia fundó, y allí graduaron a los tres olímpicos y a muchos tenismesistas más.

“Se ha trabajado con todos para que ellos se desarrollen plenamente”, dijo Pérez.

Luego llegaron las medallas regionales y continentales de los jugadores. Y con éstas se reveló a Puerto Rico y al mundo del tenis de mesa el núcleo familia Díaz-Afanador y el proyecto de tenis de mesa en Utuado que formó a los hoy abanderados.

Como dijo González, la historia de los Díaz-Afanador hay que contarla porque tiene el mérito y sirve de ejemplo para otros proyectos familiares. La historia también se le reconoce.

“A nosotros no honra, porque es un tributo al trabajo y al sacrificio”, dijo Pérez.