Charlie Pasarell: a días de lograr su inmortalidad
El puertorriqueño se prepara para su gran día cuando el próximo sábado sea exaltado al Salón de la Fama del Tenis en Newport, Rhode Island.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Su nombre no es muy conocido por el aficionado joven y común del deporte en Puerto Rico.
Pero, para el tenis mundial, el nombre del boricua Charlie Pasarell sí tiene un peso enorme, lo suficiente como para ser exaltado el próximo sábado al Salón de la Fama del Tenis.
Pasarell, de 69 años y nacido en San Juan, se unirá a Beatriz “Gigi” Fernández como los únicos dos puertorriqueños que han recibido ese máximo honor en el tenis. Pero contrario a Fernández, la exaltación de Pasarell no será solo por una notable carrera como jugador, sino por una mayor aportación fuera de la cancha.
Sin la raqueta en mano, Pasarell brilló como uno de los fundadores de la actual Asociación de Tenistas Profesionales (ATP). Tras su retiro, ganó adeptos por su trabajo como director del prestigioso torneo en Indian Wells, California, el cual hoy día es considerado uno de los más grandes e importantes en el tenis luego de los cuatro grand slams.
En fin, el torneo en Indian Wells es lo que es hoy día gracias, en gran parte, a la visión y trabajo de un puertorriqueño.
“Es un orgullo ser reconocido de esta manera en el deporte del tenis, y estar ahí junto a Gigi Fernández es otro honor”, expresó Pasarell en entrevista telefónica con Primera Hora desde California, donde reside.
Pasarell viajó ayer a Newport, Rhode Island, sede del Salón de la Fama del Tenis. Durante esta semana, formará parte de las actividades previas a la ceremonia, donde también serán exaltados los ex tenistas Martina Hingis, Thelma Coyne Long, Cliff Drysdale e Ion Tiriac.
Con casi toda una vida ligada al tenis, a Pasarell se le complica escoger algún momento específico de su carrera como el que más atesora.
“Como jugador, (destaco) el haber sido ranqueado número uno en Estados Unidos y haber sido parte de cinco equipos de la Copa Davis de Estados Unidos. Tengo muchas memorias de muchos triunfos que tuve, como cuando le gané a Manolo Santana, que estaba defendiendo el título en Wimbledon y le gané en primera ronda (en 1967)”, rememoró Pasarell, a quien se le nota la emoción en su voz cuando habla de sus días en la cancha.
“Todo el mundo me recuerda el partido que jugué contra Pancho González en Wimbledon, que hasta hace dos años atrás quedaba como el partido más largo de la historia del torneo”, dijo en referencia al choque de primera ronda en 1969, que duró cinco horas, 12 minutos (divididas en dos días) y que fue ganado por González por un inusual marcador de 22-24, 1-6, 16-14, 6-3 y 11-9.
“Tengo tantas y tantas memorias de cosas de las cuales me siento orgulloso”, prosiguió Pasarell. “Recuerdo todo el trabajo que hice yo, con muchos de mis amigos, para crear el ATP y darles a los jugadores una voz y un voto para poder desarrollar el futuro del tenis. Estoy hablando de más de 25 años de trabajar en esto”, subrayó.
Pasarell le siguió los pasos en el tenis a su padre, del mismo nombre, y quien fue un múltiple campeón nacional.
En una época en la que los mejores tenistas del mundo visitaban frecuentemente Puerto Rico, Pasarell brilló por luz propia. Fue entrenado por Welby van Horn en el centro de tenis del hotel Caribe Hilton en San Juan, hospedería que fue sede de torneos en los que participaron tenistas de la talla de Rod Laver y Arthur Ashe.
Su talento le valió una beca en la prestigiosa universidad de UCLA, donde formó amistad con Ashe, el afamado primer tenista negro que jugó con el equipo de Copa Davis de los Estados Unidos, que ganó el torneo de Wimbledon y quien en las postrimerías de su vida ganó fama mundial por haber contraído el VIH por causa de una transfusión de sangre durante una operación de bypass en el corazón. Ashe y Pasarell fueron compañeros de cuarto en la universidad.
Pasarell fue el primer clasificado de los Estados Unidos en el 1967. El boricua representó a la nación en la Copa Davis (Puerto Rico no debutó en dicha competición hasta el 1992).
Su posición más alta a nivel mundial fue la número 11, pero como propulsor del deporte, sin dudas, está entre los más importantes en la historia del tenis. Y por eso, será inmortalizado.