Boleador y buzo que todo lo puede
El albino Jean Carlos Combas Pérez es testimonio vivo de que querer es poder y más cuando se superan los temores en pos de una vida plena.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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La falta de pigmentación en sus ojos, piel y cabello no le impide hacer una chuza ante la mirada atónita de sus rivales o del público en general que asista a la bolera en la que esté jugando Jean Carlos Combas Pérez.
El joven boleador no puede pasar desapercibido por su albinismo, pero al momento de tomar la bola en la mano y lanzarla contra los pinos, no hay condición que valga.
A pesar de su visión limitada, Jean Carlos no se amilanó y hace poco más de un año buscó la ayuda del atleta de bolos, Andro Simounet, para mejorar su juego, deporte que ama gracias a su padre y ex miembro de la Selección Nacional Roberto “Tito” Combas.
“Jean Carlos comenzó a jugar júnior, luego se fue a estudiar a Estados Unidos y regresó nuevamente en el 2009. Cuando volvió, regresamos a la bolera a jugar, pero él a mí no me hace caso y decidimos buscar ayuda para mejorar su juego”, explicó Combas padre.
Ahí es cuando entra el actual integrante de la Selección Nacional de Bolos para brindarle ayuda a Jean Carlos.
“Yo conocía a Andro cuando era un chamaquito y el trabajo que él ha hecho con Jean Carlos es admirable”, manifestó Combas con voz entrecortada y ojos llorosos por la emoción al recordar el desarrollo de su hijo en la bolera.
“La diferencia de Jean Carlos antes y después de Andro es de un 800%”, reconoció.
Simounet confesó que la experiencia de entrenar al joven de 25 años ha sido muy especial y enriquecedora.
“Cuando me presentaron el caso, me quedé sorprendido porque sabía que era un reto, pero poco a poco fuimos desarrollando destrezas y técnicas para que su trabajo fuera más fácil”, indicó el atleta y entrenador.
“Él es un buen discípulo y pudimos hablar el mismo idioma. Es como mi hermanito”, añadió Simounet.
El desarrollo de Jean Carlos ha sido sorprendente a pesar de que el proceso de acoplamiento comienza desde cero cada vez que visita una bolera en lo que la vista se acopla a las luces y sombras.
“El bowling sigue siendo igual de difícil para mí ahora, que cuando comencé. Cuando miro el rack, lo que veo es una mancha blanca, no veo la separación entre pinos”, explicó Jean Carlos.
La distancia entre la línea de foul y el primer pino son 60 pies.
“Yo veo a 20 pies lo que una persona normal puede ver a 300 pies. Yo utilizo muchos las sombras, los reflejos de la luz para pararme. Por eso es que me concentro en la técnica porque allá abajo (al final del lane) no se puede hacer nada más”, dijo entre risas Jean Carlos durante la entrevista con Primera Hora en la Bolera Paradise, en Puerto Nuevo.
“Andro me ha enseñado mucho. Es tanto lo que he aprendido que yo preparo mi propio equipo, él me enseñó a marcar los balances de las bolas; y con todo ese conocimiento técnico que ha ayudado a buscar truquitos que me faciliten mi desarrollo”, indicó.
“Al mejorar la técnica y al tener un tiro consistente, te acostumbras un poco más al juego y se ve totalmente diferente. Tengo que acostumbrarme a diferentes cosas, por eso es muy difícil cuando cambio de bolera”, manifestó el joven, quien actualmente estudia su tercer año de bachillerato en sistemas de información en la Universidad del Sagrado Corazón (USC), en Santurce.
“Llévame a cualquier bolera menos a la de Carolina que tiene los lanes completamente blancos. No hay contraste de tablas (en el piso). En Carolina no tengo el reflejo. He jugado allí, pero paso mucho más trabajo y el promedio casi siempre baja”, señaló Jean Carlos, quien prefiere jugar en las boleras Paradise y en Villalba.
El joven, quien tiene promedio de 258 pinos (300 es el máximo), revalidó por tercer año consecutivo como campeón del Torneo Navideño del Club Metro.
“Gracias a Dios que Jean Carlos no ve porque si viera me quitaba mi espacio en el Equipo Nacional”, apuntó entre risas Simounet, mientras Jean Carlos se goza varias chuzas realizadas en medio de la entrevista.
“Juega tan bien que ya hemos participado en torneos y recientemente si no fuera por Jean Carlos, no cobrábamos en uno que jugamos con Tony Santa, el papá y yo”, aclaró.
El jugador natural de Bayamón no utiliza lentes de contacto ni espejuelos.
“Si se le queda un palo solo, muchas veces el no puede distinguir cual palo es y pregunta si es el cuatro, el seis, el 10, el cinco o el tres. Así el tiene una idea de cuántas tablas tiene que moverse para hacer el siguiente tiro”, señaló Combas, quien lleva a su hijo a todas partes.
Por su condición, Jean Carlos practica deportes en los que no esté expuesto al sol y, además de los bolos, ya se certificó de open water en buceo.
“No puedo jugar voleibol ni baloncesto. Por eso juego bowling y ahora buceo porque el sol no molesta debajo del agua y allá abajo las cosas se ven más grande y más cerca”, dijo emocionado Jean Carlos, quien sirve de ejemplo para otras personas que padecen de albinismo.
“Desde pequeño no puedo decir que no fui víctima, simplemente no hice caso a nada. Me concentré en lo mío y lo demás no importa. Es cuestión de adaptarte a todo y vivir la vida”, concluyó Jean Carlos, quien tiene tatuado un león en la espalda con un sol taíno.
“El león es el rey de la selva. Lo puede todo”, finalizó.