Atletas boricuas fueron testigos de la tragedia vivida en Múnich un día como hoy hace 50 años
Parte de la delegación puertorriqueña activa en las Olimpiadas del 1972 estaba hospedada cerca de donde ocurrieron los secuestros.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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¿Dónde estaba usted un día como hoy hace 50 años?
Puede que no hubiera nacido. Puede que no tenga recuerdos de ese día aunque estuviera con vida para cuando el mundo deportivo y civil fue impacto por un asalto de terroristas palestinos a atleta israelíes en la Villa Olímpica de los Juegos Múnich 1972 .
Sea cual sea su realidad, sepa que en Puerto Rico hay un grupo de atletas que jamás olvidará lo vivido ese día pues estuvieron tan cerca como a 100 metros de los actos terroristas que le dieron la vuelta al mundo. Uno de esos lo fue el atleta de pista y campo Wilfredo Maisonave.
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“Ese día quedó grabado en las mentes para siempre de los que tuvimos que pasar por esa penosa situación”, recuerda Maisonave a este diario y luego de publicar en Facebook un recuerdo del momento.
Otro lo fue el histórico baloncelista Raymond Dalmau, quien discute temas a profundidad de los vivido ese día en su libro Raymond Dalmau: From Harlem a Puerto Rico.
“El acto completo nos lo tiramos nosotros”, precisa Dalmau.
Y es que una delegación de Puerto Rico estaba presente en la Villa Olímpica asaltada ese 5 de septiembre del 1972. Estaban allí para representar a Puerto Rico en los Juegos Múnich 72. El grupo contaba con atletas de pista y campo, como el abanderado y vallista Arnaldo Bristol, así como la Selección Nacional de baloncesto, entre otros.
El edificio que hospedaba a Puerto Rico quedaba frente al asaltado por los palestinos, como a unos 100 metros de distancia. Eso le dio a la delegación boricua una vista tan privilegiada que hasta la Prensa Internacional pidió un espacio entre ellos para captar el momento, dijo Dalmau.
“Nosotros accedimos. Recuerdo que a por los menos dos periodistas les dimos accesos”, recordó Dalmau.
El día comenzó a ciegas para la delegación de Puerto Rico. El asalto terrorista comenzó a la media noche, cuando la Villa ya había cerrado sus puertas de acceso. Algunos atletas dormían.
Dice Maisonave que andaba temprano en la mañana hacia la cafetería de la Villa cuando por primera vez supo que algo ocurría en la Villa. Dijo que la guardia lo detuvo y lo mandó de regreso al dormitorio sin explicación.
“Regresé al edificio y ahí fue que nos dijeron que habían unos rehenes”, dijo Maisonave.
Recuerda Raymond que al despertar en el dormitorio fue que supo lo que ocurría al ver por la ventana del mismo el despliegue militar contra los terrorista y las acciones de los asaltantes con los atletas israelíes.
“Nosotros veíamos a los encapuchados. Veíamos cuando a los israelíes los presentaban por la ventana de su dormitorio. El acto completo nos lo tiramos nosotros”, recordó Dalmau.
Bristol, por su parte contó que estaba de camino a la cafetería, al igual que Maisonave, cuando se dio cuenta que algo pasaba.
“Como a las siete de la mañana iba a la cafetería con mi roommate Guillermo González, al subir al elevador vimos dentro a dos personas con sudadera deportivas y armas largas. Y pensamos ‘aquí pasa algo’. Luego bajamos al sótano del edificio y vimos tanques de guerra y en el camino nos encontramos con el estadístico Fernando Rodil, quien nos contó lo que estaba pasando”, recordó Bristol.
Un total de 11 atletas israelíes fallecieron, algunos en el dormitorio, otros en un accidentado intento de rescate por parte del gobierno alemán. También fallecieron oficiales alemanes y los terroristas.
Fue un acto que marcó a cada atleta, inclusive a los que ya habían vivido olimpiadas dramáticas, como Bristol y Dalmau, quienes estuvieron en la edición México 1968, marcada por las protestas estudiantiles en Ciudad México que dejó una masacre contra los protestantes en los días previo a los Juegos, así como por el movimiento Black Power que manifestaron sobre el podio los atletas estadounidenses Tommy Smith y John Carlos.
Bristol dijo que Múnich 97 marcó más su vida.
“Ya yo había estado en Japón 1964 y en México 1968. A México llegamos un día antes de las muertes de los estudiantes. El pueblo no quería esos Juegos. Y durante los Juegos vino el Black Power. En Múnich vimos toda la maniobra de los militares y los terroristas. Fue algo bien impresionante. Fueron unos Juegos bien tristes”, recordó Bristol.
El ataque dirigido hacia los atletas israelitas fue realizada por un grupo terrorista conocido como Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina. Estos recibieron asistencia de logística por grupos alemanes neonazis. Estos se aprovecharon que Alemania había intentado montar unos juegos abiertos y amistosos, con una villa olímpica accesible, esto motivado por dejar atrás la imagen de los Juegos Olímpicos Berlín 1936, los que había sido explotados como parte de la propaganda nacional socialista del regimen de Adolf Hitler.
La ausencia de personal de seguridad armado había sido motivo de preocupación para los directivos de Israel. No se puede dejar de pensar que estos juegos ocurrían tan solo 27 años después del final del holocausto de judíos por parte de los Nazis. Y allí en suelo alemán entraron atletas judíos portando su bandera como testimonio de que su nación sobrevivió y que estaban incluso dispuestos a aceptar convivir con una nueva Alemania. Al grupo se les aseguró que le proveerían seguridad adicional pero esta nunca llegó. Y así ocho terroristas entraron a la villa cargando armamentos en bultos deportivos.
Dos de los atletas israelíes inicialmente intentaron defenderse pero fueron asesinados.
Poco después del comienzo de la crisis, los miembros del comando demandaron la liberación de 234 prisioneros alojados en cárceles israelíes.
Israel se negó a acceder a ese pedido y con la amenaza de que matarían al resto de los atletas el gobierno alemán se movió a negociar creando una estrategia que al fin de cuentas no salió bien. Acordaron proveer a los secuestradores un helicóptero para movilizarlos a ellos y a los atletas hacia un avión que los llevarían a Egipto. Pero en el aeropuerto los secuestradores vieron que el plan era una trampa para matarlos y así soltaron una granada en un helicóptero donde estaban cuatro atletas y luego mataron a los otros cinco antes de que cinco de ellos fueran ultimados y tres arrestados.
Las Olimpiadas no fueron suspendidas pese a la tragedia. Todas las naciones excepto 10 del mundo árabe fueron colocadas a media asta en la Villa Olímpica. Las 10 naciones árabes exigieron que sus banderas no fueran colocadas en señal de duelo.
Los tres terroristas arrestastados posteriormente fueron liberados antes de ser enjuiciados cuando otros terroristas secuestraron un avión de Lufthansa y demandaron la liberación de sus colegas para devolver el avión y los secuestrados.
Treinta años después de eso se conoció que los secuestradores y el gobierno alemán planificaron todo el tema del secuestro del avión para acordar su acuerdo de resolución.