Ashleyann Lozada: perseverancia olímpica
La boxeadora ha superado distintos escollos para labrarse su camino rumbo a París 2024.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Santiago, Chile. La Ashleyann Lozada que surge como la figura del boxeo olímpico boricua, viene de una trayectoria de altas y bajas en este deporte.
La peleadora de 32 años es de la generación de Kiria Tapia, posiblemente, la boxeadora aficionada más reconocida de Puerto Rico y la que se pensó que sería la primera olímpica en este deporte.
Incluso, ambas se enfrentaron para el ciclo olímpico del 2009-2012 que desembocó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en donde debutó el boxeo.
“En mi cuarta pelea peleé con Kiria. Mi entrenador me dijo: ‘tenemos que pelear con lo mejor porque lo demás se va a hacer más fácil. Así comencé, peleando con lo mejor y entré al Equipo Nacional”, recordó Lozada sobre el comentario que le hizo su entonces entrenador Elvin González.
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Desde entonces Lozada está dando cantazos en el boxeo, moliendo vidrio en este deporte cuya política afecta a las atletas, hasta resurgir en estos Juegos Panamericanos como la figura del boxeo olímpico de Puerto Rico a los 32 años.
Es natural del barrio Palmarito en Corozal, criada por su madre en cuna humilde y se convirtió el miércoles pasado en la primera púgil boricua en clasificar a los Juegos Olímpicos París 2024 al avanzar a las semifinales de los 57 kilogramos en los Juegos Santiago 2023.
El jueves, encima de la clasificación, también logró la medalla de bronce de los Juegos y este viernes sube al podio para recibir esa presea que, para ella, tiene sabor dorado.
“Me voy a subir como si fuera un oro porque viene con una clasificación olímpica, que es histórica”, dijo.
De donde comenzó su historia deportiva al podio panamericano hay un enorme trecho que quedó enlazado por tanto tiempo trabajando para, algún día, lograr ser una boxeadora olímpica.
“Uno crece viendo las Olimpiadas y viendo a la gente llegar hasta allá. Cuando comencé el boxeo no me pasó por la mente ir a una olimpiada. Comencé en el boxeo para canalizar mi coraje y para no pelear más en la escuela. Pero vi que tenía el talento y sembré esa semilla (ser olímpica) en mí. Mi mamá (Elba Motta) creyó en eso también. Ella siempre me ha inspirado en creer eso. Ambos lo creíamos y por eso, llegar a la Olimpiada lo es todo para mí”, dijo.
“Y mi entrenador (Carlos ‘Cholo’ Espada) lo sabe”, continuó Lozada, “que habíamos hecho muchas cosas para poder llegar y no se nos había dado por ‘X o Y’ razones. Tuve también ofertas para irme al profesionalismo. Pero tuve la paciencia en que lo quería era ir a una Olimpiada y lo logré. Llegar allá es lo más importante”.
Los Juegos Olímpicos París 2024 serán en agosto.
La talentosa boxeadora, que pelea a la zurda, pero es derecha, contó que el sueño olímpico lo puso en pausa luego del 2011, cuando quiso vivir una “vida normal” de joven, en vez del diario vivir sacrificado de un atleta.
“Trabajé en una panadería en Barranquitas. Me gustaba el baloncesto. Comencé a estudiar justicia criminal. También me gustaba compartir por las noches, salir con mis amistades”, detalló.
Abundó que la “vida normal” no la hizo feliz y decidió regresar en el 2017 al ring, al gimnasio que sí es el escenario que disfruta a plenitud, como lo demuestra en sus felices entradas al ring.
“Ahora, cuando a mí se me va (pierdo) un viaje de competencia porque estoy enferma, me voy a en depresión. Soy feliz en el ring, en mis entrenamientos, en mis acuartelamientos”, dijo.
Muestra de ese talento y felicidad en el lugar del trabajo es el bicampeonato que logró desde que regresó al boxeo. Lozada es la vigente campeona de los Juegos Centroamericanos y del Caribes Barranquilla 2018 y San Salvador 2023.
Su entrenador abundó que, al regresar de la pausa, era otra boxeadora.
“Desde que regresó en el 2017 ha madurado muchísimo. Pero en el ciclo pasado tuvo unos tropiezos (con la política del boxeo) que evitaron que estuviera en Tokio 2020 y en Lima 2021. Esos golpes la hicieron madurar. Y cuando comenzamos este ciclo ella era otra persona emocionalmente y como boxeadora”, dijo.
Lozada ha recorrido todo ese camino, desde una crianza sin recursos, de un boxeo puesto en pausa por momentos, de luchas por sus derechos en otros, hasta llegar al Olimpo.
Lo hace a los 32 años, con ganas de aprovechar la oportunidad porque sabe que, posiblemente, no habrá otra en el 2028, cuando tenga 36 años.
“Desde que regresé en el 2017 decidí que era sin pausa. Con esta oportunidad que se me dio, mi preparación será del 100 a más. Voy a crecer mucho más. A mi edad es ahora o nunca”, dijo.