Llegar a la cima en un deporte no se consigue de la noche a la mañana. Requiere gran esfuerzo y perseverancia.

Y el caso del peleador de ascendencia boricua-mexicana y campeón mundial ligero de UFC, Anthony “Showtime” Pettis, no es la excepción.

Nacido y criado en los barrios pobres del sur de Milwaukee, con su madre de sangre azteca Anette García como espina dorsal de la familia y con su padre de sangre boricua Eugene Pettis, el monarca de UFC y sus dos hermanos Ray y Sergio tuvieron que recurrir al deporte para mantenerse alejados de las gangas y del mundo de drogas que infectaban su vecindario.

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El taekwondo y el boxeo llegaron a su vida entrando a la adolescencia. Anthony abrió una escuela de taekwondo junto con Ray a sus 16 años de edad, mientras también comenzaba a entrenar lucha, kickboxing y jiu-jitsu con el afamado ex peleador Duke Roufus.

Pero no fue hasta que la tragedia tocó su vida, cuando asesinaron a su padre, que Pettis se dedicó de lleno a las artes marciales mixtas como una especie de terapia para lidiar con su dolorosa pérdida.

“Mi padre fue asesinado cuando estaba en la casa del vecino, frente a nuestra casa. Hubo un robo y lo apuñalaron en el pecho. Aunque él había tenido sus problemas porque había estado en gangas, él era mi padre, era mi héroe. En la calle lo respetaban, era un tipo duro y todo el mundo lo saludaba. Yo tenía una visión de él de que era invencible y luego eso le sucede. Eso te cambia la vida”, recordó Pettis.

“Tuve como un año y medio que no me importaba nada. Se supone que ni siquiera me hubiera graduado de escuela superior, pero las maestras me ayudaron mucho en ese momento. Hasta paré de practicar artes marciales. Pero con 17 años y medio, y necesitando trabajo, regresé a la escuela de mi hermano a enseñar. Para mí, eso era mejor que trabajar en un restaurante de comida rápida”.

Y ahí es que el regreso al deporte, combinado con la influencia de Roufus en su vida, comenzó a hacer su efecto.

“Cuando pierdes a tu papá de esa forma, tomas tu tiempo para reconsiderar tu vida. El MMA me ayudó a salir de ese hoyo. Te enfocas en aprender y en enseñar, y se convirtió en una carrera para mí. Desde pequeño, ya sabía patear y boxear. Quizás a esa edad no entiendes la importancia de la disciplina que adquieres en ese momento, pero luego eso se traduce exitosamente cuando eres adulto. Eso me ayudó a sobreponerme a esta tragedia en mi vida”, dijo Pettis.

“Duke Roufus juega muchos roles en mi vida. En un inicio era como mi mentor, además de mi coach. A medida que nuestra relación creció, se ha convertido en un gran amigo, en una figura paterna en mi vida. Él sabe utilizar nuestras dificultades en nuestro desarrollo como fuente de motivación. Con él aprendí como una esponja, y me di cuenta de que podía hacer de esto una carrera. No es casualidad que mis primeras tres peleas profesionales las gané en 30 segundos o menos”.

Desde entonces, Pettis subió como las espuma en el MMA, debutando en UFC en el 2011 y convirtiéndose en el 2013 en el segundo peleador de ascendencia boricua en ostentar un título en esa compañía.

Con eso, lleva sobre sus hombros no solo la responsabilidad de defender su corona, sino de representar a su natal Milwaukee, al igual que la patria de sus padres. Además, sirve de modelo a seguir con otros peleadores, incluyendo ocho de ascendencia boricua que practican con él.

“Para mí, siempre ha sido importante servir de modelo para otros muchachos. Los cantazos que me dio la vida me ayudaron a madurar más rápido y tenía que servir de influencia positiva a otros”, dijo Pettis.

“Por ejemplo, el caso de (Chico) Camus es especial para mí, porque él estaba en gangas y drogas y logramos sacarlo de ahí y convertirlo en un peleador de UFC. Es lo que pretendo hacer con muchos otros que vienen subiendo y que posiblemente sean hasta mejores que yo, como ‘Cholito’ Flores, que solo tiene 14 años”.