Ana Isabelle: actriz, cantante y karateca
La artista boricua fue competitiva en el karate en su adolescencia y ha retomado la práctica de esta disciplina a su regreso a la isla en medio de la pandemia.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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Nota del editor: Sexto de una serie de entrevistas con personalidades del país sobre sus experiencias deportivas. Los artículos se publicarán los viernes.
Entre subidas a los escenarios, Ana Isabelle también competía en un dojo y vestía con un gi para sus eventos de karate-do durante su adolescencia. Y mientras admiraba a Ednita Nazario, Olga Tañón, y Mariah Carey, la artista puertorriqueña, igualmente, tiraba patadas como Donatello, de la serie de dibujos animados de los Ninja Turtles, en su casa.
Así fue el crecimiento de la cantante y actriz con el deporte paralelo al arte.
Eventualmente, Ana Isabelle optó por el camino de las artes en una casa de padres músicos. Pero el deporte, particularmente las artes marciales y el porrismo, han sido una parte relevante de su vida. Incluso, en el karate llegó a ganar torneos en Caguas y en el porrismo, igualmente, también tuvo éxito a nivel escolar.
Y después de muchos años fuera de un gimnasio de karate, Ana Isabelle ha retomado la práctica de esta disciplina al regresar a la isla en medio de la pandemia causada por el COVID-19. Y asegura que lo disfruta a plenitud, mientras algunos rostros la observan con asombro.
Sobre su pasión deportiva, Ana Isabelle conversó con Primera Hora para la sección ’Yo Amo el Deporte’.
¿Qué deporte jugaste?
“Desde niña he sido bien activa y practicaba karate. Ese fue el deporte que mis padres encontraron para que fuéramos productivos fuera de las artes. Mi mamá pensó que era bueno por la defensa personal y a nosotros (junto a su hermano) siempre nos gustaba los Ninja Turtles, las películas de Karate Kid y mi mamá encontró algo que los dos pudiéramos hacerlo juntos. Y a la verdad que se lo agradezco porque, fuera de lo que es mi amor por las artes, el karate es mi pasión enorme”.
¿La práctica del karate se quedó contigo para siempre?
“Sí, porque lo practicamos tantos años y mi mamá y mi papá siempre nos inculcaron la consistencia. Lo dejé un tiempo cuando me mudé a Miami. Cuando me mudé a Nueva York iba a escuela de kick boxing. Pero como que nunca encontré una que practicara mi disciplina, karate-do, lo dejé. Pero ahora que estoy de regreso en Puerto Rico, por la pandemia, pues decidí que tenía la oportunidad de volver a entrenar porque estoy cerca de mi entrenador de toda la vida, Ruby Camacho. Ahí retomé esta pasión”.
¿Y te fue bien cuando competiste?
“Tengo trofeos de torneos que se hicieron en Caguas, en la cancha (Héctotr) Solá Bezares, de cuando tenía 13 -14 años. Hubo dos torneos ahí en los que quedé campeona en modalidad de kata y pelea. Fueron dos torneos consecutivos. En una de esos torneos, una muchacha me sacó el aire. De hecho, ahí me dio rabia, regresé y en el último punto le gané. Pero ahí fue que mi mamá empezó a coger un poco de miedo, a preocuparse de que fueran a dar un mal golpe. No fui a más torneos.”.
Decidiste volver de adulta. ¿Se sorprenden de ver a una artista tirando patadas?
“Todos tenemos nuestro lado de agresividad, de carácter. Soy una mujer que sí, me gusta estar arregladita. Pero tengo mi carácter, mi personalidad fuerte. El karate es una manera de canalizar toda esa energía que tengo y canalizarla de una manera cool. Sí se sorprenden porque me vieron regresar al dojo (arena de combate) y los sensei (maestros) se recordaron de mí y vieron que todavía podía patear alto, que mi cuerpo todavía tenía memoria de las cosas. Diría que están sorprendidos de que todavía me queda. Pero el baile va de la mano del karate. Para mí la kata es un tipo de baile sincronizado. Tal vez mis fanáticos se han sorprendido, que no sabían ese lado de mí“.
¿Practicaste otros deportes?
“Traté el voleibol en clubes. Traté el soccer en clubes. Pero me quité porque no me destacaba y era bien competitiva. Mi mamá me metió en natación y era malísima. Todavía trato y no hay break. El baloncesto no lo traté. Sí fui cheerleader (porrismo). Fui la capitana y cocapitana de la escuela (Colegio Notre Dame de Caguas). Era de las que volaba como gimnasia porque nos tiraban por el aire y ganamos dos competencias, una cuando estaba en tercer año y otra cuando estaba en mi cuarto año. Quise audicionar cuando entré en la Upi (Universidad de Puerto Rico), pero ya estaba lanzando mi primer disco y, pues, dije que no me podía meter en ese compromiso porque luego no iba a poder cumplir con la música, que iba a pagar mis estudios. Estuve en el deporte (porrismo) desde cuarto grado, cuando nos destacamos hasta cuarto año. Hasta fui la capitana del equipo en cuarto año. El karate y el cheerleading fueron los deportes en que di pie con bola y ambos tienen que ver con los movimientos del arte”.