NUEVA YORK. Resignado a una tercera batalla seguida en cinco sets, Carlos Alcaraz ni se inmutó. Total, ya es un experto.

Tras dejar que se escapara el cuarto set ante Frances Tiafoe, otro jugador de enorme espíritu competitivo y que era alentado a rabiar por sus compatriotas estadounidenses, el prodigio español de 19 años volvió a la carga y arrancó el parcial decisivo con un quiebre de servicio.

Cargado de talento, audacia y carisma, Alcaraz impuso su voluntad, llevándose cuatro de los últimos cinco juegos la noche del viernes.

Alcaraz se instaló así en la final del Abierto de Estados Unidos al cantar victoria por 6-7 (6), 6-3, 6-1, 6-7 (5), 6-3.

El tercer triunfo consecutivo al máximo de cinco sets en Flushing Meadows dejó a Alcaraz a las puertas de su primera corona de Grand Slam y de erigirse como número uno del mundo.

“De verdad, que no le tengo miedo a ese momento”, dijo Alcaraz en una rueda de prensa al filo de las 2:00 de la madrugada. “Me he preparado física y mentalmente y de todo, para poder vivir este momento y estar peleando por grandes cosas”.

Alcaraz buscará emular a Pete Sampras, el campeón del US Open en 1990, quien también tenía la misma edad, como los únicos adolescentes en alzar el trofeo del torneo en la era abierta que comenzó en 1968.

Sin evidenciar señales de cansancio tras exprimirse en un maratón de 5 horas y 15 minutos que acabó a las 2:50 de la madrugada del jueves, Alcaraz fue puro corazón y desparpajo juvenil.

“Ha sido muy largo, muy exigente. Tengo fuerzas gracias a vosotros que me animaban por cada bola”, dijo Alcaraz al dirigirse en español a la facción de aficionados en el estadio Arthur Ashe que le alentaron.

“Me estoy divirtiendo en la pista y soy muy feliz en estos momentos”, apuntó en inglés.

Su adversario en la final del domingo será el noruego Casper Ruud. El ganador del duelo se convertirá en el nuevo número uno del ranking a partir del lunes.