¡Aplausos para Norman H. Dávila! Estuvo impecable hasta el final
El veterano narrador hípico se retiró este domingo luego de una icónica carrera de 50 años.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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Canóvanas. Con la narración de la ganadora Gio’s Girl de la séptima y final carrera del programa dominical del hipódromo Camarero, Norman H. Dávila concluyó su carrera de 50 años como narrador de la hípica puertorriqueña.
La sorpresa de Gio’s Girl terminó la última narración de este ícono de la hípica boricua que deja para la historia la frase “...y abren las compuertas”
“¡Qué carrera para terminar!”, exclamó Dávila desde el palomar en el hipódromo Camarero, en donde ve y narra las carreras en compañía de parte del equipo de camarógrafos y hasta donde llegaron seguidores suyos para documentar o escuchar de cerca la última narración.
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“Creo que 50 años es bastante. Estoy satisfecho y agradecido al público por el respaldo que he sentido”, se despidió.
Hipismo: fragmento de la última narración de Norman H. Dávila en el hipódromo Camarero este domingo. pic.twitter.com/tygeKRZwVZ
— Fernando Ribas (@deportespr) December 26, 2021
Dávila comenzó a narrar las carreras de la hípica boricua en el 1971, en el viejo hipódromo El Comandante. Sustituyó a Pito Rivera Monge en ese año y desde entonces fue el narrador oficial de la hípica boricua.
Entre medio, Dávila narró cientos de miles de carreras, incluyendo más de una decena de los Clásicos del Caribe que “fueron especiales” en su carrera. También narró las ejecutorias de miles de caballos y le dijo de Moncho Nuñez que Almirante fue su nativo favorito. Y pronuncio el nombre ganador de cientos de jinetes destacados de Puerto Rico, sobre todo el del activo Juan Carlos Díaz.
Este domingo cerró sin nostalgia pese a que fue un momento histórico para la hípica y para el deporte puertorriqueño, que vio con su salida el fin de una era. Dávila ha presenciado más de la mitad de la centenaria historia de la hípica boricua.
Dávila dijo que fue un domingo de carreras como cualquier otro. Y así lo ejecutó, limitándose al negocio, sin intercalar asuntos personales como parte de su despedida sin darse espaldarazos, los que tiene merecidos.
Pero usó como descripción la palabra “alivio” en vez de nostalgia. Así lo describió porque ya no tendrá la responsabilidad de narrar las carreras con el nivel de precisión que él se exige.
“Es más alivio más que nostalgia. En los últimos años me ha costado mantener el nivel que yo mismo me exijo en el trabajo. Sé que no tengo la misma consistencia que tenía en el pasado y por esa razones es que me voy. Es mucho tiempo. Se me hace más difícil”, dijo.
El día llegó en un precioso domingo en el Camarero, que miraba al despejado El Yunque.
Familiares de Dávila estaban presentes en las gradas. Él dijo que era una rara visita al hipódromo de sus familiares, incluyendo nietos. Todos se mantuvieron en otra área mientras Dávila hacía su trabajo.
También le acompañó su familia de trabajo. Uno de los sucesores de Dávila, Joe Bruno, hizo para televisión una introducción histórica de Dávila antes de pasarle el micrófono al legendario narrador. Fue una introducción con un respeto supremo.
Luego de la sorpresa de Gio’s Girl sobre Mean Town, Dávila se quitó el micrófono de narrar, además de otros cables de sonido que llevaba puesto de medios que le acompañaron para documentar su última narración, la que comenzó a eso de las 5:00 p.m.
Seguido, se echó al bolsillo el programa de carreras doblado como acordeón. Se ajustó la gorra de béisbol que llevaban en la frente las siglas de su Puerto Rico amado, uno que siempre ha defendido deportiva, cultural y políticamente.
Luego agarró su binocular con la misma zurda con que agarraba el guante cuando era lanzador en la pelota Doble A local y le dijo a todos los presentes, incluyendo compañeros de trabajo, hasta luego.
“No los voy a extrañar porque seguiré viniendo”, dijo Dávila, quien ha dicho que volverá a disfrutar ser hípico, como en sus comienzos.
La jornada tuvo varios testigos presenciales que le hicieron compañía a Dávila en el ‘palomar’ de la estructura de Camarero, en donde narró las carreras.
Allí estuvieron varios de sus sucesores, como Moncho Nuñez, quien creció en la hípica con la voz de Dávila y estuvo los últimos 30 años trabajando con el veterano narrador. Nuñez estaba libre de trabajo, pero llegó al palomar a grabar el momento histórico.
“Norman es mi ídolo”, dijo Nuñez.
Otro de los testigos fue Jesús Ayala Vargas, operador de la cámara principal de las carreras y quien ha trabajado muchos años junto a Dávila en el palomar. Junto es literalmente, a pasos del narrador. Así han trabajado ambos desde el Viejo Comandante en Carolina.
#GraciasNorman pic.twitter.com/Qw9LyU8lJA
— 𝟏𝟎 𝐅𝐮𝐫𝐥𝐨𝐧𝐠𝐬 (@diezfurlongs) December 15, 2021
Si Dávila tiene sobre 70,000 carreras narradas, Rivera Vargas también tiene esa cantidad de carreras captadas con su cámara acompañando la narración.
Ha visto la calidad profesional de Dávila, su compañerismo en el trabajo y lo echará de menos.
“He aprendido mucho de él porque está al día en todo”, dijo Ayala Vargas sobre el también comentarista y narrador de baloncesto y boxeo, así como analista de béisbol y ex director de torneo de Voleibol Superior Femenino. “Norman siempre ha estado narrando aquí. Siempre ha sido muy serio, muy tratable. Lo voy a extrañar”.
Otro testigo del evento fue el comentarista radial Luis Felipe González, quien vino a ver el momento histórico de la última narración de Dávila.
González opinó que este domingo es un día difícil para los hípicos, que ya no escucharán más la voz de Dávila y se tendrán que acostumbrar a una nueva voz porque las carreras continuarán. González recordó la transición del 1971 del legendario narrador Pito Rivera Monge a Dávila para describir el momento.
“Para nosotros, los hípicos, no es fácil aceptar esa transición. Pero tenía que llegar. Nos tenemos que acostumbrar y con el tiempo lo aceptaremos. Por el momento, habrá un vacío con su retiro. Norman ha sido un ícono”, dijo González, quien también es dueño de caballos.