No todas las personas que caen tiene la dicha de levantarse, aún teniendo los más grandes deseos y la esperanza de retomar aquello que fue la causa de la caída.

Tal es el caso de los jinetes de caballos de carreras. Esos atletas de estatura bajo promedio y de fragilidad física, pero con la fuerza necesaria para controlar un animal de sobre 800 libras de peso corriendo a más de 40 millas por hora.

En el deporte del hipismo, el elemento de la velocidad durante una competencia, siempre va acompañado del riesgo de un accidente cuando menos se espera.

Incluso, el riesgo está latente desde que el momento que el jinete monta el caballo. Cualquier situación que incomode al animal puede, en fracciones de segundo, cambiar todo el escenario que puede ser perjudicial para el jinete.

Uno de los accidentes más comunes se producen cuando el caballo se altera y se levanta sobre las patas traseras perdiendo el balance hasta caer de espalda con su jinete sobre el lomo.

Otra situación es cuando el ejemplar se encuentra dentro del portón de salidas, donde se perturba de manera brusca y provoca lesiones al jinete y, a su vez, a la persona que le sostiene con el propósito de que esté listo para la carrera.

Pero, la mayoría de los accidentes se han producido durante una carrera.

Según un estudio publicado por el Orthopedic Journal Of Sports Medicine, desde enero de 2007 hasta diciembre de 2011, en el circuito hípico de California, se registraron 184 lesiones de diferentes tipos, entre los 360 jinetes que se accidentaron.

En Puerto Rico, en el 2012 se realizaron carreras en 262 días con un mínimo de seis eventos por jornada, por lo que las probabilidades de que un jinete sufra una caída con serias consecuencias son elevadas.

La mayoría de las lesiones que sufren los jinetes por accidentes en carreras les impide montar por algún tiempo determinado que puede variar desde días hasta años dependiendo de la gravedad de la caída y el área del cuerpo impactada. La lesión más típica suele ser la fractura de una clavícula lo que conllevaría a unos dos meses de recuperación, sin embargo, hay situaciones que pueden provocar el retiro definitivo de un jinete.

Tal fue el caso del actual entrenador, Adelino Negrón, quien se vio obligado a abandonar la profesión por recomendación médica luego de un accidente con serias consecuencias.

Negrón montaba a la potranca Sainte Ollie en la tercera carrera el 23 de septiembre de 1990 en el hipódromo El Comandante y en la que participaron 12 tresañeras. La prueba transcurrió normal hasta el momento crítico.

“Iban tres yeguas peleando la delantera desde el principio con los jinetes Melvin Morales, que iba afuera, Edwin Castro al centro y Michael Jiménez adentro. La de Melvin se fue hacia adentro y Castro quitó su yegua, pero la de Melvin siguió cortando hacia adentro y causó que la que montó Michael agarrara pata y se cayó”, recordó Negrón.

“Iba atrás y mi yegua chocó con la de Michael que estaba tratando de incorporarse. Caí contra la pista y tuve suerte de que mi yegua no me cayó encima. La hebilla de la correa de mi casco se partió y salió disparado para afuera de la pista”, continuó relatando.

Debido a este accidente, Negrón sufrió contusión cerebral, amnesia parcial y trauma en la cervical seis.

“Estuve dos días en coma y me dejaron hospitalizado en intensivo como tres semanas. Me tuve que retirar por recomendación médica. No pude seguir porque los doctores me dijeron que si volvía a tener otro golpe en la cabeza podía tener mayores problemas”, dijo.

Negrón, cuyo hijo Luis actualmente es jinete, sostuvo que amaba mucho la profesión de jinete, pero no tuvo otra alternativa.

“Esta es una profesión que gusta, es excitante, pero es muy peligrosa. En las patas de los caballos está nuestra vida. Todas las mañanas encomiendo a Dios a todos los jinetes del mundo y a todos los que trabajan con caballos”, resaltó.

Por otro lado, el también ex jinete y actual entrenador, José Dolores García, quien durante 30 años, sufrió un accidente en una fecha que recordará por siempre.

“Fue el viernes 13 de marzo de 1987. Ese día cuando me levanté bien temprano para salir a galopar, me preparaba un café en mi casa antes de salir al hipódromo a galopar y vi un almanaque en la cocina y al ver la fecha, algo me dijo que no montara ese día”, recordó.

“Llegué al hipódromo y al empezar a galopar caballos pasé un susto con un potro que por poco me tira a la pista. Luego en la tarde tuve el accidente”, añadió García, quien ese día montó a la importada Shopping List, que no figuraba entre las favoritas.

“Todo fue normal hasta que saqué a mi yegua afuera de dos que iban peleando la delantera y entonces una yegua montada por Julio García me pasó por fuera y me bompeó hacia adentro llevándome a quedar detrás de otra yegua. La mía agarró pata y se fue al piso”, relató. “No recuerdo la caída, pero tuve fractura de cervical y un golpe muy fuerte en la frente. Me llevaron al hospital y desperté como a las 11 de la noche. Estuve hospitalizado más de 10 días", añadió.

A pesar del accidente, varios meses más tarde, García regresó a montar y estuvo activo por otros años hasta su retiro para dedicarse a entrenar. En el presente, todavía sufre las consecuencias del accidente.

“Mis movimientos y reflejos no son los mismos. Si hago fuerza me molesta el pecho, el cuello y siempre tengo dolor en los hombros. El brazo izquierdo ya no lo tengo igual”, reveló García.

“En una carrera uno nunca sabe lo que puede pasar. La acción pasa tan rápido que prácticamente no tienes tiempo para protegerte. Puede ser el mejor caballo, pero cualquier cosa puede pasar”, dijo.

Por su parte, el jinete Luis Enrique Pérez, quien actualmente está activo en el hipódromo Finger Lakes, de Nueva York, también tiene en su cuerpo la marca de un accidente que estuvo cerca de tronchar su sueño de ejercer su profesión.

Pérez se encontraba a menos de un año para completar el curso de jinetes de la Escuela Vocacional Hípica, cuando galopaba un potro durante una mañana en mayo de 1996, la que fue posiblemente la peor de su vida.

“Galopaba un potro y se me fue contra la baranda de afuera y al chocar contra ella mi pierna derecha quedó pillada entre el caballo y el tubo de la baranda y se me partió el hueso de la espinilla. Me tuvieron que poner una varilla y estuve varios meses sin hacer nada”, recordó Pérez.

“A veces, cuando hace mucho frío, me molesta. También cuando quiero hacer ejercicios como correr, al empezar me molesta hasta que caliento y luego puedo seguir”, dijo el jinete.