En apenas un año, el futbolista Richard Martínez cambió su imagen por completo.

Ya no es el recién graduado universitario que llegó como novato a los Islanders de Puerto Rico en la pretemporada del 2010. Ahora, con una campaña profesional en sus costillas y con tan sólo 22 años, Martínez se perfila como un referente, no tan sólo de la Tropa Naranja, sino del fútbol puertorriqueño.

El joven lateral, nacido y criado en Nueva York, pero de padres puertorriqueños, fue el naranja con más partidos disputados la pasada temporada, en la que los Islanders ganaron dos títulos. Pero con los logros vienen más expectativas, algo a lo que Martínez le da la bienvenida.

“Me gusta la presión. Me gusta sentir las mariposas antes de los juegos y hasta en las prácticas. Si no te sientes nervioso, hay algo mal. Ahora más fanáticos y gente de la Isla me conocen y es mejor para mí, porque quiero jugar para ellos. En última instancia, eso es lo que hacemos: representar a Puerto Rico”, compartió Martínez en entrevista con Primera Hora.

La actuación de Martínez no pasó desapercibida en el fútbol estadounidense, pues los Sounders de Seattle de la Major League Soccer lo invitaron el pasado febrero a formar parte de sus entrenamientos de pretemporada. Pero por tener contrato con los Islanders para el 2011, los Sounders optaron por esperar.

“Definitivamente fue una buena oportunidad, algo que salió de la nada. Llegué dos semanas luego que el resto del equipo, así que ya estaban en ritmo. Me dijeron que jugué bien, pero (la firma) fue difícil” expresó Martínez.

Ahora, el defensa comenzará su segunda temporada con los Islanders, equipo que le ha dado la oportunidad de vivir en el país de su padres. Martínez debutó con la Selección Nacional de Puerto Rico en el 2008, y aunque no habla español, reveló que pronto comenzará a tomar clases para dominar el idioma.

“Antes de jugar en la Selección Nacional (en el 2008), no había venido a Puerto Rico como en 15 años”, recordó.

“Mis padres vinieron a visitar durante los playoffs y fuimos al Viejo San Juan a comer. Aprendí cosas pequeñas sobre la historia de Puerto Rico hasta de un señor que le vendió una pintura a mis padres. Es grandioso estar aquí, visitar todos los lugares a los que no había ido y ver la cultura”, concluyó.