Barcelona. Antes de una posible destitución, el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, dijo el viernes que no renunciará al cargo a pesar de la polémica provocada por su beso no consentido en los labios a una campeona del Mundial femenino tras la final.

En su discurso ante la asamblea extraordinaria de la RFEF, un desafiante Rubiales repitió “No voy a dimitir” cuatro veces seguidas y dijo ser víctima de una caza de brujas por parte de “falsas feministas”.

Varios medios españoles habían reportado en la víspera que Rubiales tenía previsto dejar el cargo después de que el pasado domingo sujetó a la futbolista Jenni Hermoso por la cabeza y la besó en los labios sin su consentimiento luego de que La Roja se alzase con la Copa del Mundo tras derrotar 1-0 a Inglaterra en la final del torneo en Sidney, Australia.

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Su gesto, ante una audiencia global, empañó la enorme gesta de la selección femenina, que nunca antes había pasado de la fase de grupos del torneo.

En su lugar, Rubiales dijo que el beso con la delantera del Pachuca mexicano fue “mutuo y consentido” y se presentó como una víctima.

En varios momentos de su intervención recibió aplausos de los asistentes, en su gran mayoría hombres, incluyendo el seleccionador femenino, Jorge Vilda, y el entrenador de la selección absoluta masculina, Luis de la Fuente.

En una emisión en vivo en las redes sociales durante la fiesta posterior a la victoria en el vestuario español, Hermoso dijo acerca del beso que “No me ha gustado ¿pero qué hago?”. Más tarde, el sindicato de futbolistas que la representa emitió un comunicado en su nombre en el que pidió que la conducta de Rubiales “no quede impune”.

El primer intento de la RFEF de responder al escándalo fue un comunicado emitido en el nombre de Hermoso en el que la jugadora le restaba importancia al incidente. Más tarde, la web deportiva Relevo.com reportó que la Federación había coaccionado a la futbolista para que realizase la declaración, una acusación que la institución negó a The Associated Press.

En la versión que el dirigente del fútbol español ofreció en la asamblea, dijo que Hermoso lo levantó en señal de celebración y él le pidió un “besito”, a lo que la delantera accedió.

“El deseo que podía tener en ese beso era el mismo que el que podía tener dándole un beso a una de mis hijas”, contó.

Rubiales dijo que se defenderá en los tribunales frente a los políticos que calificaron el beso como un acto de violencia sexual.

Una de esos críticos, la vicepresidenta del gobierno en funciones Yolanda Díaz, a quien Rubiales dijo que demandará, respondió a su discurso en X, la red social antes conocida como Twitter.

“Lo que hemos visto hoy en la asamblea de la Federación es inaceptable. El gobierno debe actuar y tomar medidas urgentes: se acabó la impunidad para las acciones machistas. Rubiales no puede seguir en el cargo”, escribió Díaz.

La FIFA, el ente rector del fútbol mundial y organizador del torneo, abrió un expediente disciplinario a Rubiales el jueves. Su comité disciplinario estudiará si Rubiales incumplió su código con respecto a las “normas básicas de la conducta decente” y “se comportó de una forma que desprestigia al deporte del fútbol y/o a la FIFA”.

La FIFA anunció su medida luego de que el presidente en funciones del gobierno de España, Pedro Sánchez, dijese que el intento de Rubiales de pedir disculpas, que se produjo tras los insultos iniciales a sus críticos, no era convincente y que debía “continuar dando pasos” para rendir cuentas.

El Consejo Superior de Deportes, la máxima entidad deportiva española, se comprometió a actuar con celeridad para estudiar las diversas denuncias formales presentadas contra Rubiales para determinar si infringió la ley del deporte española o el propio código de conducta de la RFEF que sanciona los actos sexistas. De ser así, el Tribunal Administrativo del Deporte lo inhabilitaría para ejercer el cargo.

Además del beso a Hermoso, Rubiales fue visto poco antes agarrándose los genitales en un gesto ordinario de victoria desde el palco de autoridades, donde estaba cerca de la reina Letizia y de su hija, la infanta Sofía, de 16 años.

El presidente de la RFEF se disculpó por ese gesto, que dijo que ocurrió en un momento de “euforia” e iba dirigido a Vilda, que estaba en el césped.