Los ocho estadios están completos. La Copa Mundial de 2022 se ha mantenido en pie, pese a la hostilidad de los vecinos, las investigaciones sobre corrupción y las preocupaciones sobre supuestos abusos a los trabajadores.

Y este domingo, un reloj en el paseo costero de la capital qatarí será develado, antes de que comience la cuenta regresiva de un año para la inauguración del Mundial.

Durante los próximos 12 meses, habrá que esperar más presiones de organismos de derechos humanos, protestas de jugadores e indignación por parte de algunos organizadores del certamen.

“Qatar ha sido tratado y revisado de manera injusta durante varios años”, dijo el sábado Nasser Al Khater, director general del comité organizador.

Pero esa vigilancia ha producido mejoras de las leyes laborales, ante las críticas sobre las condiciones de trabajo desde que comenzaron las obras para mejorar la infraestructura del país a raíz de que la FIFA votó en diciembre de 2010 por darle a Qatar la sede mundialista.

De acuerdo con distintos reportes, el costo de esas obras asciende a 200,000 millones de dólares.

“Si se toma esto en el contexto de la región, pienso que Qatar es ahora precursor con todas las reformas que ha hecho, ya sea en estándares para los trabajadores, para su hospedaje o con el establecimiento de un salario mínimo”, dijo Al Khater a la prensa.

En algunos casos, fue el comité organizador del Mundial el que presentó cambios antes que el país en general. Pero el cumplimiento de las leyes y las condiciones que enfrentan los trabajadores —particularmente en el atroz calor veraniego— siguen siendo motivo de preocupación para algunas organizaciones.

Qatar no ha dado detalles ni datos completos sobre las muertes de trabajadores inmigrantes, particularmente del sur de Asia, quienes han realizado buena parte de las tareas para construir la infraestructura en el país.

Amnistía Internacional ha subrayado la necesidad de realizar investigaciones más profundas sobre la causa de las muertes, la falta del derecho a formar sindicatos y la necesidad de que todas las compañías cumplan con las nuevas leyes, según las cuales los trabajadores deben tener permiso de dejar sus empleos sin permiso del patrón.

“Hay críticas”, dijo Al Khater. “Hay trabajo que debe hacerse. Sin embargo, hay mucho progreso, que desafortunadamente no se ha capturado en reportes como los de Amnistía o Human Rights Watch”.

Doce países, así como Qatar como sede, han conseguido ya su clasificación al torneo de 32 selecciones. Los integrantes de Dinamarca han informado que su indumentaria de entrenamiento en Qatar incluirá mensajes críticos en materia de derechos humanos.

Así, es seguro que en este Mundial habrá activismo por parte de los futbolistas.

Los trabajos de construcción se acercan a su recta final.

“Los ocho estadios para el Mundial están completos”, dijo Al Khater.

Y los ocho se ubican a un radio máximo de 30 millas (48 kilómetros) de Doha. Siete están listos para albergar partidos.

El Estadio 974, construido con ese número de contenedores navieros, será inaugurado este mes en la Copa Árabe de la FIFA, que servirá como evento de ensayo para el Mundial.