Bernard Hopkins fue el atrevido que malogró el momento de consagración para Félix “Tito” Trinidad. Sin embargo, terminó siendo su más grande admirador.

El sábado 29 de septiembre de 2001, dos semanas después de que las dos torres del World Trade Center en Nueva York fueran derribadas en un ataque terrorista, Hopkins dejó mudo a un país que fue testigo de la caída de uno sus más grandes ídolos deportivos.

Desde entonces, Hopkins ha reconocido la valía de Trinidad dentro y fuera del entarimado. El púgil de Filadelfia, que todavía continúa activo, adelantó a Primera Hora que estará presente en la ceremonia de exaltación de Trinidad al Salón de la Fama del Boxeo Internacional en la ciudad de Canastota, Nueva York, el próximo 8 de junio. Asimismo, compartió sus impresiones sobre el imborrable legado del boricua.

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“Trinidad es una de las más grandes leyendas de mi generación y también del boxeo en general. Lo que puedo decir de Trinidad es que siempre, no a veces o cuando lo consideraba apropiado, representó no solamente a Puerto Rico, sino también al boxeo como un verdadero campeón”, compartió Hopkins con este medio.

“Su récord lo refleja. Sus logros lo reflejan. Y cuando uno se convierte en un héroe nacional de un país que lo apoya, eso dice mucho. Siempre lo dejó todo ganando, perdiendo o empatando. Tuvo más victorias que derrotas en su resumé y eso habla por sí solo”, agregó.

El combate entre Trinidad y Hopkins tuvo como escenario el Madison Square Garden y venía precedido de una sólida campaña promocional en la que todo Puerto Rico quería verle la cara partida al “Verdugo” Hopkins por haber sido tan osado de tirar la bandera boricua al piso durante una conferencia de prensa en San Juan. 

Trinidad tomó la pelea como algo personal. Cual si fuera una pelea de lucha libre, Tito quería restituir el honor de los boricuas con una victoria sobre el ring. La pelea originalmente estaba pautada para celebrarse el sábado 15 de septiembre. Pero debido al ataque terrorista del 11 de septiembre, el pleito se movió para dos semanas después. Y en el cambio de fecha ocurrieron muchas cosas que a la larga culminaron en la primera derrota de la carrera de Tito Trinidad,  por nocaut técnico, en el duodécimo asalto.


“Cuando uno mira hacia atrás y ve todo lo que transcurrió antes del 29 de septiembre, es un testimonio de su arduo trabajo que será recompensado el 8 de junio”, dijo Hopkins.

PH: A su juicio, ¿por qué Tito apela a tantas personas?

“Primero, la cultura de una comunidad que lo apoya. Trinidad fue el campeón del pueblo. Y luego, un campeón del deporte. Por eso es que entiendo que se convirtió en un ícono de su generación. Todavía goza de ese apoyo. Todavía tiene ese estigma, esa atención que aunque decida pelear nuevamente, todavía entraría al Salón de la Fama. Habría mucha gente diciendo que vería la pelea y eso no se va a detener. Él se lo ganó”.

PH: En el momento que ustedes se enfrentaron, ¿era consciente del fervor que siente hacia Trinidad?

“Absolutamente. Subir a una arena y que el 90 por ciento de los presentes están para apoyar al contrario, es bien intimidante. Muy pocos atletas pueden manejar ese tipo de presión. No era solamente enfrentarlo, sino a las 13,000  personas que están gritando ‘Tito, Tito, Tito’”.

PH: ¿Coincide en que Trinidad debe ser considerado un inmortal?

“Estoy de acuerdo. Trinidad, para mí, es un ícono. Los dos títulos de inmortal e ícono es un honor alto y nadie lo puede debatir. Trinidad es eso y mucho más. Es un hombre que puede decir que su récord es un reflejo de lo que hizo. Alguien tendría que ser un tonto o un hater para no reconocer lo que está de frente. Lo he dicho anteriormente y lo repetiré cuando vaya a Nueva York: Trinidad carga ese título. A ese hombre lo aman como los católicos aman al Papa”.