En el 2001, Félix “Tito” Trinidad se encontraba en la cúspide de su carrera.

A los 28 años, ya era campeón en tres divisiones distintas (147, 154 y 160 libras), ganando 40 peleas -33 de ellas por nocaut-, sin derrotas.

Trinidad parecía ser invencible dentro del ring.

Sin embargo, la noche del sábado, 29 de septiembre de 2001, dos semanas después de que las dos torres del World Trade Center en Nueva York fueran derribadas en un ataque terrorista, Puerto Rico fue testigo de la primera derrota de su carrera, la que dejó mudo al país.

Trinidad era el claro favorito para vencer a Bernard Hopkins en un combate que originalmente se celebraría el 15 de septiembre en el Madison Square Garden y en el que se unificarían los cetros de la categoría mediana (160 libras).

El combate venía precedido de una gran carga emocional, pues durante dos actividades para promover el evento, Hopkins lanzó la bandera de Puerto Rico al suelo y Trinidad había asumido como algo personal restituir el honor de los boricuas dentro del ring.

De igual manera, salió a la luz pública, semanas antes del combate que Tito tendría una hija fuera de matrimonio.

Todo culminó en la primera derrota de la carrera de Tito, por nocaut técnico en el duodécimo asalto.

Diez años después, Trinidad le dio una extensa entrevista a Primera Hora en la que reflexionó sobre el torbellino de eventos que sacudieron su vida personal y profesional en aquel momento y que, en su opinión, abonaron a que sufriera el primer revés de su exitosa carrera.

Infidelidad sale a la luz pública

Pocos días antes de viajar a Nueva York, salió a relucir que Trinidad había embarazado a una joven en una relación fuera de su matrimonio, situación que estremeció a su círculo familiar.

“Mi esposa (Sharon) se enteró a través de la prensa y por programas de televisión, no por mí. No le pude decir de frente. Fue un momento difícil. Salí para Estados Unidos para pelear con Hopkins, pero ese problema se me quedó en la mente”, recordó Trinidad.

Dicha situación le afectó emocionalmente a tal grado que confesó que tuvo que recurrir a medicamentos para poder dormir.

“En tres ocasiones, el doctor Roberto Muñoz me tuvo que dar pastillas para tratar de dormir calmado. Hubo noches que daba vueltas en la cama y el sueño no llegaba”, relató.

¿Si hubieses manejado la situación de otra manera, hubieses estado más tranquilo?

“Sí. Si hubiese dado el frente en el momento que lo tenía que dar, hubiese estado más tranquilo en Nueva York y quién sabe cómo se manejaban las cosas esos días”.

Sin embargo, Trinidad prefiere no utilizar la circunstancia en que se encontraba como excusa para el resultado adverso ante Hopkins.

Perdió condición

Aunque reconoce que perdió parte de la condición física que había adquirido debido a que en las semanas después del ataque a las Torres Gemelas le dedicó tiempo a repartir ayuda a los rescatistas que estaban en la Zona Cero, Tito indicó que se sentía listo para enfrentar a Hopkins.

“Por mi mente pasó la posibilidad de aplazar la pelea, pero le dejaba esas cosas a mi papá. No estaba obligado a hacer todo lo que él decía, pero confiaba un 100 por ciento en lo que hacía para mí. Si decidieron que la pelea era el 29 de septiembre, les dije que sí”, aseguró Trinidad aunque reconoce que al aplazarse la pelea, se alteró toda su preparación.

“Las dos semanas de suspensión fueron fatales para mí. No pude caer de nuevo en el peak que llevaba. Mi condición perfecta era el 15 de septiembre y esa noche iba a ser otro, no el que subió al ring el 29 de septiembre. Lo digo con toda sinceridad el 15 de septiembre de 2011 no había manera de que perdiera ante Hopkins”, destacó.

No obstante, la historia fue otra. Hopkins se apuntó una victoria y, aunque Trinidad realizó cuatro combates más, el desaliento de esa primera derrota permanece fresco en su memoria.

“No pienso que defraudé a la gente. Sí, muchos querían que me desquitara por lo que hizo con la bandera, que le callara la boca, pero esa hazaña no la pude lograr. Hopkins nunca me quiso dar la revancha. ¿Por qué? Solamente él sabe, pero en una revancha, le iba a arrancar la cabeza. Ese día no fue que Hopkins lució bien, sino que no lucí como tenía. No era el Tito Trinidad que siempre subía al ring”, manifestó con candidez.

El pueblo le demostró su cariño

Tras la derrota, Trinidad no sabía cómo le recibiría su público al regresar a la Isla, sobre todo tras acostumbrarse a ser objeto de multitudinarios recibimientos tras sus victorias. Sin embargo, le sorprendió ver un mar de gente que lo acompañó en una caravana.

“En mi carrera he tenido tres grandes recibimientos. Primero, luego de la pelea contra Oscar de la Hoya (1999), la de Ricardo Mayorga (2004) y la de Hopkins. En las victorias me han recibido de una manera brutal, pero cuando llegué a Puerto Rico (tras perder ante Hopkins), me encuentro con un gentío igualito a como si hubiese ganado. Vi gente llorando. Fue un día brutal. Celebré como su fuera una victoria”, recordó.

Trinidad pisó el entarimado siete meses después para enfrentar a Hacine Cherifi. Luego, entró en un retiro que se prolongó por dos años, pero regresó para vencer a Mayorga en Nueva York.

Aunque sufrió dos derrotas más en su carrera (una ante Winky Wright y otra ante Roy Jones, Jr.,) ninguna caló tan profundo en él y en el pueblo como la que sufrió ante Hokins, sobre todo, por las circunstancias que la rodearon.

“Quedó demostrado que el pueblo me quiere de corazón. Aunque vine con una derrota, no fue fácil por la situación con Sharon... Pedí perdón, le di el frente a la situación y quedó demostrado el amor que Sharon me tiene, y me dio la oportunidad”, concluyó.