Hace 10 años, uno de los grandes fenómenos deportivos en la historia de Puerto Rico llegó a una abrupta conclusión. El 14 de mayo de 2005, la Titomanía perdió un impulso iverosímil, Félix “Tito” Trinidad sufrió una inesperada derrota a manos de Ronald “Winky” Wright.

Trinidad era el amplio favorito para prevalecer y no era para menos. Después del primer retiro de poco más de dos años de duración, estremeció el Madison Square Garden de Nueva York cuando despachó al nicaragüense Ricardo “Matador” Mayorga en ocho episodios. Fue un señal de que Tito estaba de regreso y determinado a recuperar el sitial que había dejado.

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Siete meses después, retornó a Las Vegas, Nevada, por primera vez desde que enfrentó a Fernando Varega. Su llegada al MGM Grand, causó una algarabía. El vestíbulo de la hospedería se quedó pequeña ante la presencia de Trinidad. Incluso, Wright pasó desapercibido y admiró desde la distancia el recibimiento.

La atención siempre estuvo centrada en el puertorriqueño y hasta miraba a las posibilidades que se le presentarían si sumaba a su colección la faja del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), versión mediana (160 libras). Pero Wright tenía otro plan.

La vocalización del tradicional ‘Tito, Tito, Tito’ se apoderó de la arena dentro del MGM Grand. Fue un viaje al tiempo. Volver a cuando Trinidad despertaba la pasión patriótica que resonaba en el pecho con cada golpe que lastimaba a sus contrincantes.

Tal vez las constelaciones estaban alineadas a favor de Wright. Simplemente dominó a Trinidad como nadie lo había hecho. Los jueces anotaron el combate 120-107, 119-108 y 119-108 para Wright, quien apoyado de una hermética defensa, neutralizó el afamado poder de Trinidad. El zurdo fue tan efectivo, que el referí Jay Nady penalizó a Trinidad con la resta de un punto en el noveno asalto.

Enseguida, las dudas afloraron. Algunos cuestionaron si los mejores días de Trinidad como boxeador estaban en el pasado, pero nadie del bando de Trinidad ofreció respuestas. Al día siguiente, regresó a Puerto Rico no como aquel púgil salpicado de Gloria, sino un agotado guerrero abatido por el sentimiento de haber decepcionado a su pueblo. 

Trinidad anunció un segundo retiro. Poco más de dos años después, hizo otro intento para saborear una última victoria. No obstante, Roy Jones, Jr. se encargó de sellar la carrera de uno de los grandes del boxeo puertorriqueño.

La ceremonio de exaltación se celebró el domingo 8 de junio en Canastota, Nueva York